Se suman más muertes por consumo de bebidas clandestinas: en 2019 van 39 decesos
Desde 2017 y hasta inicios de diciembre de este año se han contabilizado 58 muertes por el consumo de bebidas clandestinas o adulteradas. De acuerdo con Civea, 70% de los afectados son hombres y 30% mujeres; el grueso de los decesos ha ocurrido en las fiestas de navidad y año nuevo
La Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas (Civea) ha contabilizado entre 2017 y hasta inicios de diciembre de este año 58 muertes por el consumo de bebidas clandestinas o adulteradas. Nada más en 2019 se han registrado 39 fallecimientos y se ha comprobado que esta situación ocurre, principalmente, en las fiestas de navidad y año nuevo.
De acuerdo con una investigación de Civea, 70% de los afectados son hombres y 30% mujeres. El grueso de los decesos ha ocurrido en el centro del país y Aragua es el estado con la mayor incidencia: 22 muertes, seguido de Distrito Capital con ocho, Miranda con ocho, Anzoátegui registra cinco muertes, Carabobo cuatro, Lara seis, Portuguesa cuatro y Falcón una.
Luis Enrique Cárdenas, director ejecutivo de Civea, asegura que “lo ilegal que está causando el problema de las muertes y las intoxicaciones son las bebidas clandestinas y las adulteradas”, teniendo que las primeras son todas aquellas que incumplen las regulaciones de la ley, mientras que los licores adulterados son los productos mezclados que “podrían ser originales (legales) con materias primas que no son aptas para el consumo humano”.
Se ha constatado que la mayoría de estos eventos fatales suceden en zonas populares. “Ocurren en estos estratos porque el producto ilegal es más económico por lo menos en 80% que el producto formal, porque no cumple con ninguna regla y porque utiliza materia prima no apta para el consumo humano, lo que produce las intoxicaciones graves que conducen a la muerte”, especifica Cárdenas.
La ingesta de estas bebidas ilegales puede producir vómitos, mareos, desmayos, fuertes problemas estomacales y afectación del sistema nervioso porque el alcohol que contienen no es potable.
Por otra parte, la cámara explica que por comercio ilícito también se entienden los productos falsificados, los que evaden impuestos y los que entran al país de contrabando.
Las principales recomendaciones de Cárdenas a los consumidores de bebidas alcohólicas son:
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Verificar si hay una etiqueta, que debe estar en castellano, con la certificación del Ministerio de Salud, certificaciones de calidad de Sencamer e información de los grados alcohólicos.
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Verificar que la tapa sea hermética y tenga el precinto de seguridad para impedir que entren productos que puedan alterar la bebida.
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Diferenciación por la botella: cuando las personas conocen las marcas que compran con regularidad, saben que no todas las botellas son iguales.
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Por lo que, en resumen, desde la Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas, a los consumidores se les aconseja: “Cuando no haya una etiqueta, cuando la botella no sea de bebida alcohólica, cuando las tapas no tengan protección, no adquiera eso porque está en riesgo la salud y la vida”.
En los casos identificados por Civea, a través de las publicaciones en los medios de comunicación, se ha comprobado que “por cada fallecido hay por lo menos cinco intoxicados”, afirma Luis Enrique Cárdenas.
Regulación excesiva, incentivo al informal
“Hay una regulación excesiva al sector formal y una fiscalización insuficiente al sector informal”, sostiene Luis Enrique Cárdenas al detallar que esta industria tiene una carga tributaria enorme y que todas las autoridades trabajan de la mano con este sector para la regulación, mientras que el informal no.
“Cada vez que la regulación es más alta, hay un incentivo mayor para el informal porque tiene más espacio, no tiene plantas, ni trabajadores, no cumple las leyes, ni paga tributos”, condena el representante de Civea.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de cada tres litros de bebidas alcohólicas que se venden en Venezuela uno es ilegal, lo que además de intoxicaciones y muertes también genera desempleo en el sector formal y pérdidas de recursos por parte de los tributos.
Los mejores años para en el consumo de bebidas alcohólicas en Venezuela fueron los 80, donde la ingesta se ubicó en 10 litros puros por persona al año; pero de acuerdo con los cálculos de Civea “este año no vamos a llegar a 2,2 litros”, lo que demuestra la caída impresionante del sector.
“Dentro de esos 2,2 litros una parte es ilegal, por lo que se consume legal es solo 1,7 litros. La industria está a menos de 20%; es decir, en su peor momento”, revela el vocero.
Las bebidas ilícitas están tomando participación de 30% del mercado, lo que significa una reducción en el mismo porcentaje en los ingresos tributarios y en las empresas a las que se le violentan sus derechos de propiedad intelectual. La Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas estima que “solamente en impuestos las pérdidas son de por lo menos 150 millones de dólares”, aunque dicen que podría ser mayor la merma por ser Venezuela un país en vías de desarrollo.
Desconfianza en bebidas artesanales
Luis Enrique Cárdenas explica que el problema de las intoxicaciones y las muertes por consumo de bebidas ilegales y de origen clandestino llamadas con nombres de productos tradicionales venezolanos legales, trae problemas de desconfianza en el mercado nacional e internacional.
“La industria venezolana está exportando $60 millones en bebidas alcohólicas de primera calidad (de distintos tipos), somos de los más premiados del mundo, pero si la industria tomara la decisión (que ya existe) de aumentar la exportación de estos productos sería difícil venderlas porque hay desconfianza por las noticias de fallecidos e intoxicados por un supuesto producto que no es tal”, insiste el representantes de la industria licorera nacional.
Del mismo modo, Cárdenas explica que el proceso para elaborar el cocuy lleva por los menos siete años solamente entre la siembra y la cosecha. Después prosigue el procedimiento de fermentación y destilación “para que solo sea alcohol potable el que salga con todas las cualidades, características, olor, sabor, textura de las bebidas y dos años de añejamiento”, explica minuciosamente el representante de Civea, para concluir que para obtener una botella con todas las certificaciones “pueden pasar por lo menos diez años, por lo que no hay manera de que el cocuy esté asociado a esas muertes”.
Asimismo, Luis Enrique Cárdenas reitera que puede ser que ocurran adulteraciones para rendir las bebidas y “que una parte sea una bebida legal y que se haya mezclado con alcohol que no es potable”.
A juicio del representante de Civea, con las autoridades se debe alertar a la población de los riesgos de consumir estas bebidas ilegales, reforzar el tema de las fiscalizaciones y la vigilancia para reducir y prevenir las intoxicaciones y muertes; así como la revisión del marco legal especialmente en materia tributaria porque no solo hay productos clandestinos y adulterados, sino que existen licores que ingresan al país de contrabando y evaden impuestos.