Licores y harinas artesanales han causado unas 620 muertes en apenas un año
Aunque no hay cifras oficiales sobre los fallecimientos por este tipo de intoxicaciones, la ONG Ciudadanía Activa reseña un incremento de 600% en la morbilidad por consumo de harinas y bebidas artesanales
Harina de maíz, cervezas, licores varios, mantequilla, queso crema, mayonesa, salsa de tomate, café, arroz, panes… La lista de productos alimenticios artesanales que han aparecido en el mercado gracias a la crisis es larga, pero con ella también se ha incrementado de manera alarmante las intoxicaciones ocasionadas por productos manufacturados sin ningún tipo de control sanitario.
De hecho un estudio adelantado por la organización no gubernamental Ciudadanía en Acción, revela que en el último año las intoxicaciones alimentarias crecieron 600%, básicamente por el consumo de alimentos artesanales.
Edison Arciniegas, sociólogo y director ejecutivo de la ONG enfocada en los derechos sociales y la seguridad alimentaria, detalló que son tres los rubros artesanales que repuntan como causantes de estas intoxicaciones: las harinas de maíz, los licores de caña asociados al cocuy y las cervezas.
Aunque la tríada tiene responsabilidad en el alza de la morbilidad, Arciniegas afirma que la letalidad corre por cuenta de los licores. “Hay intoxicaciones alimentarias por el consumo de harinas, pero estas no están generando los mismos niveles de muerte que se dan por el consumo de licores supuestamente artesanales, que son bebidas mal destiladas”, dijo.
Aunque por parte del Estado no hay cifras oficiales sobre los fallecimientos por intoxicaciones tras consumir este tipo de alimentos, Ciudadanía en Acción tiene un registro de “unas 620 muertes relacionadas a la ingesta de harinas y alcohol artesanal entre mayo de 2018 y mayo de 2019. De esta cantidad, el alcohol representa más de 65% de las muertes”
Arciniegas explica que los problemas con estas bebidas es que no cumplen con las cadenas de resguardo sanitario y cuando los destilan no les extraen suficientemente los alcoholes letales, como por ejemplo, el etanol. “Tomarse cuatro o cinco centímetros cúbicos de etanol es mortal”, reiteró.
Asimismo, el sociólogo sostiene que más de 80% de los llamados licores de cocuy no lo son. «Son licores de caña que macerados y mezclados con cocuy para que adquiera el sabor”, dice, por lo que advirtió tener cuidado con el licor que se consume.
Aunado a esto, el investigador explica que se ha dado una situación si se quiere más peligrosa: el ingreso al mercado nacional de licores «sin control», muchas veces llegados de contrabando que, aunque etiquetados no existe la garantía de la calidad del contenido. «No se sabe si lo que dice que contiene es realmente ese licor», asegura.
A juicio de Edison Arciniegas, el mercado de licores en Venezuela está desnaturalizado, a pesar de que la ingesta alcohólica ha sido desde siempre un elemento típico de la dieta del venezolano porque es una fuente intensiva de calorías.
En cuanto a las cervezas artesanales, Arciniegas advierte que con su consumo existe un alto riesgo de generar altos niveles de intoxicaciones que devienen en diarreas, en buena medida porque los productos que salen al mercado no tienen las garantías sanitarias precisas. “El instituto Rafael Rangel (de Higiene) no está garantizando el cumplimiento de las normas Covenin (Comisión Venezolana de Normas Industriales) de inocuidad alimentaria y este instituto tiene que activarse”, considera.
Alimentos que matan
El problema con las harinas de maíz casi siempre se da porque el grano fue almacenado en forma no controlada, al igual que el empaquetado y la comercialización, lo que produce contaminación por leptospirosis, infección bacteriana cuyos principales síntomas son fiebre, cefalea, dolores musculares, articulares y óseos, ictericia, insuficiencia renal, hemorragias y meningitis.
Igualmente, Edison Arciniegas alertó que el consumo de estos productos más baratos termina generando enfermedades con costos sanitarios 500 veces mayor al costo del producto consumido. «Un tratamiento de leptospirosis cuesta no menos de 300 dólares y ¿cuánto cuesta un kilo de harina?», reflexiona el investigador.
Recuerda que Venezuela tenía una de las normas sanitarias más estrictas y modélicas de la región “pero desde el año 2017 se dejó de supervisar y exigir el cumplimiento de las normas”.
Para Arciniegas el problema está en la legislación porque es el Ministerio de Sanidad el que tiene la responsabilidad de garantizar la inocuidad de los alimentos, pero el que controla la producción de licores es el Seniat y, evidentemente, hay una falla de coordinación entre ambos, que termina en que “los alimentos están perdiendo la inocuidad y tenemos alimentos que enferman”.
Comercio ilícito en aumento
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el comercio ilícito de bebidas alcohólicas en Venezuela ha ido creciendo. En 2010 representaba 15% de del consumo. Para 2016 era de 22%; dato que es corroborado por la Cámara de la Industria Venezolana de Especias Alcohólicas (Civea), según la cual un tercio de las bebidas alcohólicas que se consumen en Venezuela en 2019 son ilícitas.
Aunque desde Civea no dicen que existe un cocuy que sea dañino para el organismo, sí condenan la existencia de bebidas adulteradas creadas de forma clandestina que ponen en riesgo la salud de quienes las consumen. «El cocuy en una bebida autóctona que tiene un potencial de exportación impresionante. Es el equivalente en Venezuela a lo que es el tequila en México», especifica Luis Enrique Cárdenas, director ejecutivo de esta cámara.
Con base en información de prensa, Civea tiene un registro de 31 personas muertas desde el año 2017 hasta la fecha por el consumo de bebidas alcohólicas ilícitas y no solo las artesanales, sino también las bebidas de contrabando
La cámara que agrupa a los industriales de bebidas remienda a los consumidores «tomar un buen licor para evitar un trago amargo»; así como adquirir productos debidamente autorizados, evitar comprar bebidas a través de las redes sociales, revisar las etiquetas de las bebidas a consumir y adquirir productos no solo porque el costo sea el más bajo, porque pueden resultar más costosos para la salud.