Mujeres venezolanas concilian la carga de ser jefas de hogar con trabajos mal remunerados
Según los datos de la Encovi 2021, 34% de las mujeres está incluida en la actividad económica, bajo cualquiera de sus formas; pero principalmente en empleos dependientes de la administración pública, que son los peores remunerados en comparación al sector privado, o trabajar por cuenta propia
Los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2021 demuestran una situación que atraviesan la mayoría de las mujeres venezolanas: conciliar las cargas de ser jefas de hogar y estar al cuidado de familiares con trabajos mal remunerados.
Durante el foro «Encovi 2021: Situación de las Mujeres en Venezuela», la geógrafa e investigadora de la UCAB, Anitza Freites, destacó que de 28,7 millones de venezolanos actualmente, 14,6 millones son mujeres.
En los últimos cuatro años, resaltó la investigadora, se registró que 1,92 millones de mujeres no están en el país bien sea porque migraron, aumentó la mortalidad o disminuyó la cantidad de embarazos. Dos de cada tres de esas mujeres que se perdieron están entre los 15 y 49 años.
Después de 2017, cuando se profundizó la crisis, el rol de las mujeres ha ido cambiando, explicó Freites durante el foro organizado por la Alianza Venezolana Empresarial (AVEM). «Han tenido que asumir mayores responsabilidades en hogares donde la disponibilidad de ingresos, la inflación, escuelas cerradas influyen mientras dependen de las ayudas del Gobierno».
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A pesar de que hay menos mujeres viviendo solas que hombres, las cargas familiares y la prevalencia de la mujer como jefa de hogar aumentan en hogares monoparentales o donde hay más familiares viviendo en un mismo espacio.
53% de las mujeres que son jefas del hogar están divorciadas, son viudas o están solteras. Anitza Freites resaltó que les toca asumir situaciones de jefatura, generalmente en pobreza extrema, «y en hogares con arreglos familiares extensos que pueden suponer algún apoyo o aumentar las cargas».
Susana Raffalli, nutricionista y asesora de Cáritas Venezuela, resalta que según los últimos estudios de la organización respecto al cómo afrontar la inseguridad alimentaria, las mujeres son las que padecen las peores condiciones.
82% de los hogares reportan que alguien deja de comer para que el resto pueda recibir algún tipo de comida, y generalmente es una mujer anciana. Además, las mujeres están comprando más en lugares cercanos a sus viviendas, lo que redunda en compras ineficientes.
Raffalli también destacó que aumentó el número de niños que piden ayuda a Cáritas y son traídos por las abuelas o hermanas mayores. «La migración ha aumentado la carga de cuidado, son mujeres muy jóvenes o ancianas las que se hacen cargo en estas situaciones de ayuda».
Además, señaló que pese a que la desnutrición aguda es mayor en niños que niñas, es en estas últimas donde se reflejan los retardos de crecimiento con baja talla y peso debido a la mala alimentación. Según los registros de Cáritas, las niñas llegan en la medición con ocho centímetros menos y eso ocasiona un rezago cognitivo.
La nutricionista explicó que existe la concepción de que los niños pueden aguantar hambre, lo que ocasiona estos episodios de desnutrición aguda y son tratados con mayor eficacia. En cambio, las niñas reciben una mala alimentación y los resultados se muestran con los años.
Actividad económica
Según los datos de la Encovi 2021, 34% de las mujeres está incluida en la actividad económica bajo cualquiera de sus formas, pero principalmente en empleos dependientes de la administración pública, que son los peores remunerados en comparación al sector privado o trabajar por cuenta propia.
La disminución de las mujeres en el sector laboral, al igual que con los hombres, se debe a la reducción en la demanda de empleo ocasionada por la pandemia de covid-19.
Además del sector público, las mujeres también tienen mayor desempeño en el sector financiero, generalmente relacionado a la actividad aseguradora. Los hombres siguen concentrando las ocupaciones directivas y gerenciales y ganan 18% más que sus pares por los mismos trabajos.
La investigadora Anitza Freites destacó que se deben proveer incentivos y ayudar a las mujeres para que cambien las cargas familiares, es decir, tengan menos protagonismo en el cuidado de familiares y el hogar, y puedan desarrollar su potencial profesional.
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Mientras que Yanelly Márquez, socia líder de inclusión, diversidad y equidad de KPMG, resaltó que las empresas y resto de organizaciones deben revisar temas vitales de derechos humanos, y que en Venezuela se traduce en el porcentaje de mujeres que están contratando, cómo son sus proveedores, qué tipo de emprendimientos apoyan y si existe igualdad salarial.
Resaltó que en KPMG han firmado principios de empoderamiento de las mujeres con Naciones Unidas para cumplir con estos objetivos. «Solo seis empresas venezolanas han firmado estos principios. Invito al resto de las empresas para que se sumen a estos principios que promueven el desarrollo de las mujeres, iniciativas a través de ayudas comunitarias, mantener e impulsar servicios de salud».
Por su parte, Francois Galleti, presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, reconoció que los números de la Encovi han producido cierto ruido por la magnitud de las cifras, pues algunos comerciantes aseguran que no se toma en consideración algunas remuneraciones y beneficios laborales.
A pesar de ello, reiteró que la crisis económica ha llevado al quiebre de muchas empresas. «La responsabilidad para las empresas es mayor y tiene que tener un efecto multiplicador importante«.
Además, señaló que en el estado Zulia se ha visto un incremento de la inclusión de mujeres en los cuadros intermedios y gerenciales. «Estamos claros en que los avances de las empresas no pueden ser a costa de bajas remuneraciones».
Ahora la solución milagro es el empredimiento, dijo Galleti, «Esto resuelve situaciones a corto plazo pero no ocasionan una verdadera recuperación del aparato productivo. Una verdadera recuperación de la economía y que resuelva los problemas profundos es a través de una apertura de la economía y que promueva mayor equidad».
Mujeres, salud y reproducción
La atención sanitaria y la salud sexual y reproductiva de las mujeres fue incluido especialmente en esta edición de la Encovi. Un 15% de las mujeres reportaron enfermedades, problemas de salud o algún accidente, cuya atención se vio dificultada por la pandemia y las restricciones de movilidad.
56% dijo que hizo alguna consulta en un servicio de salud o farmacia, generalmente por problemas relacionados a la tensión y enfermedades cardíacas, seguidos de gripes y otras afecciones respiratorias.
La Encovi también registró una disminución en las cifras de natalidad en todas las edades, debido a la crisis y otros factores. A los 19 años más de una quinta parte de las adolescentes ya son madres, pero dicha proporción cayó este año.
Anizta Freites dijo que deben investigarse aún más las razones de la disminución del embarazo en niñas y adolescentes, debido a la incidencia de posibles interrupciones de los embarazos y el incremento de las madres adolescentes con más de un hijo, especialmente en situaciones de pobreza extrema.
En cuanto al resto de las edades, la investigadora dijo que no vale seguir apuntando a una caída de la fecundidad «porque no existen incentivos suficientemente altos para que las familias tengan un hijo o amplíen esa cantidad«, cuestión que se ha demostrado en países europeos.
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Respecto al cuidado de las embarazadas, 97% de las madres asistieron alguna vez a control prenatal, 23% se controla a partir del cuarto mes de gestación. Esta proporción aumenta 30% en adolescentes y 27% mujeres jóvenes.
También aumentó a 14% el número de madres que tuvieron cuatro controles o menos. Este tipo de controles son importantes para garantizar la salud de las mujeres, del bebé y planificar un embarazo de acuerdo a las condiciones fisiológicas.
El conocimiento de métodos anticonceptivos se ha incrementado en los últimos años en todas la edades, aunque en adolescentes sigue siendo menor a 60%. Pero en general, 75% de las mujeres usan algún método anticonceptivo.
Como primera opción recurren a la esterilización, seguidos de píldoras anticonceptivas, preservativos, DIU, inyecciones, método del ritmo e implantes subdérmicos.
Cáritas también registró el aumento en peticiones de ayuda de mujeres embarazadas a partir del quinto mes, y la mayoría sin saber las vitaminas prenatales necesarias. Antes el promedio de las pacientes era de 19 años, ahora aumentó a 21 años.
Susana Raffalli explicó que el déficit nutricional en embarazadas aumentó en 72%. En estos casos, más de 80% de esas mujeres son menores de 17 años. Las ayudas para poder realizarse esterilizaciones también se incrementaron. «La mayoría las busca tras caer víctimas de redes de trata y prostitución. Cuando se les pregunta cómo llegaron a estas personas, revelan que es por hambre».