Nastassja Rojas: En Colombia hay una bomba de tiempo que hay que desactivar correctamente
La internacionalista Nastassja Rojas, alerta que las elecciones de este domingo 29 de mayo son un punto de inflexión en la política colombiana y hace un paralelismo con la situación que se vivía en Venezuela en el período anterior a la llegada de Hugo Chávez al poder. Advierte que el país vecino requiere reformas sociales profundas que, de no acometerse en este período que se va a iniciar, propiciarán la llegada de un gobierno radical. Por eso vaticina que «si Petro no gana ahora, en cuatro años sí va a ganar»
Colombia se apresta hoy, domingo 29 de mayo, a la primera vuelta de una contienda electoral crucial, no por lo reñido de la distribución de las preferencias de los electores sino porque por primera vez en la vida republicana de ese país el sistema imperante podría verse trastocado. Esto, debido a que las encuestas reflejan que el aspirante de la plataforma de izquierdas Pacto Histórico Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá, puede alzarse con la victoria.
En un país tradicionalista, que tiene una relación muy estrecha con EEUU y que venía disfrutando de un crecimiento económico hasta hace dos años, la posibilidad de un cambio de esta naturaleza ha generado una polarización política que parece estar dividiendo a la sociedad colombiana en dos mitades irreconciliables.
Pero luego de más de dos años de sufrir los efectos de la pandemia por el coronavirus, la presencia de una alta inflación y un gobierno (el de Iván Duque) con altos niveles de impopularidad, las posibilidades de Petro han crecido, así como la animadversión por parte de quienes adversan sus propuestas, algo que no garantiza la estabilidad del nuevo gobierno, sea quien sea el que obtenga la mayoría.
La politóloga e internacionalista venezolana Nastassja Rojas, profesora de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia y doctora por la Universidad Nacional de Colombia, llama la atención sobre las necesidades sociales que existen en ese país, a las que atribuye que propuestas como las de Petro estén calando en la población.
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En su opinión, el país vecino atraviesa una etapa que tiene concomitancias con la que se vivió en Venezuela previa a la llegada de Hugo Chávez, específicamente en el período constitucional de 1994-1999, durante la presidencia de Rafael Caldera, cuando se esperaba que desde el gobierno se impulsaran reformas de tipo social y político que atendieran las demandas de la población, que quedaron insatisfechas y propiciaron la llegada al poder del teniente coronel que había liderado un intento de golpe de Estado en 1992.
«Ese escenario es muy similar, aquí hay una bomba de tiempo y hay oportunidad de poder desactivarla de una forma correcta; no reprimiendo, no dejando de escuchar, pero pareciera un escenario muy similar. En ese último período de democracia en Venezuela había muy poquita gobernabilidad. Es muy complejo, creo que en Colombia se generaría una situación así, esperando que gane otro candidato, y esperando que haga transformaciones sociales profundas, que la gente las sienta», expresó la investigadora especializada en movimientos migratorios y estudios de género.
Habrá problemas de gobernabilidad
—¿Cuál es el panorama en Colombia para esta primera vuelta, en un país que tiene dificultades económicas, inflación y descontento social? ¿Qué retos hay para el nuevo gobierno?
—Esa sensación de inconformidad venía notándose en elecciones anteriores, pero sobre todo en esta. Hay una participación mucho más alta de una población más joven que se está involucrando en política y está participando mucho más que en períodos anteriores. Uno de los temas más delicados, como es la polarización, lo vimos en las elecciones legislativas. Parece un mal en toda la región, pero no es que sea malo, no es que no sea sano para diferentes países o sistemas que haya diferentes bandos, diferentes ideologías, sino la poca capacidad que tenemos para negociar. Eso es lo que está pasando en el caso colombiano. Lo estamos viendo en redes sociales, hay una altísima polarización, con muy poca capacidad para negociar y eso va a producir efectos que se han visto en este gobierno y son las dificultades para gobernar.
—Es la primera vez que un aspirante de izquierda tiene altas posibilidades de obtener el primer lugar en la primera vuelta, e incluso de ganar la presidencia. ¿Cómo se llegó a esta situación y cómo podría afectar al país que vaya a una segunda vuelta punteando las preferencias?
—El caso de Petro es especial y tiene ciertas diferencias con otros de la región. Se ha dado de forma progresiva, primero con la Alcaldía de Bogotá, que tradicionalmente ha tenido un voto más de izquierda. Él tuvo su período en la alcaldía, después sale con baja favorabilidad, pero en cuatro años se da a conocer a nivel nacional; estuvo disputando las elecciones pasadas cuando estuvo Iván Duque e iban bastante reñidos. Petro iba punteando en las primeras encuestas, cuando no gana, se vienen esos problemas como la pandemia, que generó un impacto negativo en la favorabilidad de los presidentes de la región, el tema de los asesinatos de líderes sociales. El repunte del conflicto con las disidencias de las FARC y del ELN, todo ese tema de inestabilidad política le ayuda a afianzar ese discurso a nivel nacional de que lo que merece Colombia es un cambio radical en el sistema, en las formas y en quienes gobiernan.
Acota Nastassja Rojas que lo que diferencia a Petro de otros aspirantes izquierdistas de la región es que él sí ha sido parte de la élite de la política. «No pertenece a los partidos tradicionales, pero no es un actor nuevo en la escena política colombiana».
—Durante la campaña, a Petro se le ha acusado de querer llevar a Colombia a la situación de Nicaragua o Venezuela. ¿Se le puede alinear con las versiones más radicales de izquierda o puede ser una versión más moderada?
—En su discurso hay cosas que las ha dicho abiertamente, no ha mentido sobre muchas de ellas. Cuando se le acusó de querer expropiar, lo que hizo fue un cambio de nombres, habla ahora de la «democratización de la propiedad», pero son figuras muy parecidas. También toda la polémica que se da en torno al fondo de pensiones, que ha fracasado en otros países. Él trata de vender una imagen de izquierda europea, una izquierda moderada, pero dentro de sus propuestas hay un cambio radical en los temas sociales. Lo que habla del tema del petróleo va a impactar de forma dramática la economía, lo del tema del aguacate… no es posible hacer una transformación de ese tipo. Los subsidios de los que habla significan aumentar el tamaño del Estado. Digamos que sí hay una visión bastante radical, con ciertas diferencias con el caso venezolano, porque el caso colombiano yace atravesado por el conflicto armado y eso hace la situación mucho más delicada. Se puede deteriorar más rápido en un conflicto mucho mayor.
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—Petro propone un cambio en la economía, pasar del extractivismo a la producción. ¿Por qué Colombia no lo ha logrado?
—Colombia tiene prácticamente los mismos problemas de la región con respecto a los commodities (materias primas), exporta petróleo, pero no es un país petrolero. Hay que ir hacia la productividad, pero no es como Petro propone, no es que al otro día va a haber una transformación en el modelo. Hay una situación complicada con la moneda colombiana; sería catastrófico para la economía un cambio de este tipo. Él trató de rectificar, diciendo que su programa o su modelo no se puede lograr en cuatro años, que necesitaba un mediano o largo plazo; eso da la impresión de que su propósito es permanecer en el poder.
—¿Hay similitudes con el caso de Hugo Chávez, quien decía a comienzos de su primer gobierno que su proyecto era de largo plazo e iba a estar hasta el 2021?
—Hay una diferencia: Petro ha podido decir abiertamente ciertas ideas radicales y la población que le apoya, que es un alto porcentaje, parece estar de acuerdo. Hay un paralelismo con Venezuela, existe descontento social, desigualdad, aunque los porcentajes no son iguales a los que había en Venezuela, pero hay conflictos sociales profundos que hacen que la gente compre esos discursos con mayor facilidad.
—Con miras a una eventual segunda vuelta, ¿podría haber una realineación de fuerzas, un frente anti-Petro?
—Los otros candidatos lo que están buscando es que Petro no gane en primera vuelta. Tampoco es sano para la democracia colombiana que alguien gane en primera vuelta, porque le daría mayor legitimidad para hacer transformaciones mucho más rápido, lo mismo del caso venezolano. Pareciera, según las últimas encuestas, que a Petro no le dan los votos para ganar en primera vuelta.
En Colombia hay que ganar con la mitad más uno de los votos y parece que él no pasa de ese techo de 40%; por eso hemos visto que su campaña está dirigida a ganar en primera vuelta. En una segunda vuelta el panorama sería mucho más complejo. El centro, la derecha y hasta el Partido Liberal parecieran que tuviesen intención de aliarse. Hay posibilidad de que el candidato en segunda vuelta no sea Federico Gutiérrez, sino Rodolfo Hernández.
—Hay una tendencia hacia el llamado voto en blanco. ¿Qué incidencias podría tener? ¿Podría cambiar la tendencia o si van a sufragar las personas que han manifestado su intención de votar en blanco lo terminarán haciendo de acuerdo a las preferencias que señalan las encuestas?
—En Colombia ha habido un sector que ha estado disconforme con el sistema en general y hacen llamados al voto en blanco, pero para que tuviese impacto tendría que ganar el voto en blanco y ese es un escenario bastante improbable. Generalmente, en la segunda vuelta terminan repartiéndose o la gente deja de participar.
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Escenario dramático en la frontera con Venezuela
—¿Cuál es el desafío para el nuevo gobierno en cuanto al tema de la frontera?
—El tema de la frontera es dramático en los departamentos fronterizos. Es una situación bastante compleja porque se suma el conflicto armado, que es uno de los temas fundamentales en la agenda colombiana entre los tienen que ver con seguridad nacional. Está asociado a temas de desempleo, pobreza, problemas económicos que se ven allí, y todos los candidatos curiosamente han dicho que van a tratar de establecer un tipo de comunicación con el régimen de Venezuela, pero no depende solo de Colombia, depende de la voluntad del otro lado, lo que quieran hacer. Parece que tener ese enemigo al lado parece funcionar para Venezuela.
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—El tema migración ha sido esquivado por los candidatos. Son casi dos millones de venezolanos que están allá y solo alrededor de 640.000 tienen el permiso.
—El tema no se ha querido tocar mucho, porque no resulta popular. Hace poco hacían mediciones y más de la mitad de los colombianos rechazaban que los venezolanos se quedaran en Colombia, justo ahora que estamos en la etapa de cierre de un proceso de desregulación. Es un tema completamente impopular. La xenofobia ha aumentado en los últimos meses, con un discurso asociado al tema de seguridad urbana. Quien esté en el gobierno debe gestionar esto porque Colombia recibe una cantidad importante de recursos de cooperación internacional para atender el tema. Ha asumido unos compromisos que ya no se pueden dejar atrás, no se puede dejar de gestionar. Así se quisieran políticas restrictivas, eso no es posible con una frontera tan porosa. Cuando Iván Duque anuncia el Estatuto Temporal de Protección fue a costa de su popularidad, tuvo un rechazo alto. Es como jugar en su relación con EEUU, a la cooperación internacional y la favorabilidad interna.
Incidencias a nivel regional y hemisférico
—Cree que, de ganar Petro, se restablecerán relaciones con Nicolás Maduro?
—Lo dijo abiertamente. Le preguntaron cómo sería la toma de posesión y dijo que no tenía competencias porque lo organizaría el gobierno saliente, pero que una de las primeras cosas que iba a hacer era establecer diálogos con Venezuela. Sin embargo, ha sido bastante prudente. Lo que pasó con Piedad Córdoba (retenida en Honduras por transportar 68 mil dólares) le juega un poco en contra, porque ha sido figura cercana a él y al régimen venezolano. Él intenta evadir la pregunta, pero sí ha dicho que hará un acercamiento. Pero ha sido astuto en no ser muy claro en cómo va a ser ese proceso y hasta qué punto.
—¿Cómo cree que un triunfo de Petro afectaría a la región y la relación con EEUU?
—Colombia tiene una característica histórica muy particular, que ha sido tener una tendencia contraria al resto de la región. Ha pasado así con diferentes momentos y fenómenos políticos. Sería una primera oportunidad en la que se alinearía con el resto la región para hacerle contrapeso a EEUU, pero esto no es tan sencillo. La relación con EEUU es muy estrecha, con altísima cooperación internacional, y no se puede sacar la cooperación de golpe para resolver temas como pobreza, cooperación técnica, atención a desplazados, migración, atención a las mujeres. La sostenibilidad depende de la relación con EEUU. No va a ser tan sencillo, y con un gobierno como el de Joe Biden podría mantener cierto tipo de relación. No creo que se vaya a dar una ruptura completa. El escenario regional es bastante favorable de ganar Petro, digo favorable porque puede seguir teniendo relaciones con la región, podría ubicarse ahora como esa nueva Venezuela a nivel regional.
—¿Cómo sería el panorama para los derechos humanos?
—El tema de derechos humanos es bastante complejo. La situación no es sencilla y a veces desde Venezuela no se ve claramente. Me preocupa mucho la llegada de Gustavo Petro al gobierno, pero uno tiene que entender también las cosas que se viven en Colombia, el porqué la gente cree que esto puede ser un cambio. Creo que hay que entenderlo y deben entenderlo los candidatos. Por eso hemos visto, por ejemplo, en una entrevista a Federico Gutiérrez, que tuvo unas posiciones muy de centro y hablaba de políticas sociales. Hay que entender las necesidades que hay en Colombia, la pobreza y la desigualdad que hay y por lo que el tipo de apuestas (de Petro) pueden terminar calando
—¿Son estas elecciones un punto de inflexión?
—Sí, porque si no gana Petro en estas elecciones y si el gobierno que gane ahora no hace transformaciones importantes, dentro de cuatro años sí va a llegar.
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