Navidad en Noruega, cerca del polo norte
Las fiestas decembrinas de la única venezolana en un poblado noruego, donde la nieve en verdad hace sentir que Santa Claus está por tocar al puerta
Autor: Johanna Hernández
Celebrar la Navidad lejos de tu país, tu familia, tus amigos, tus tradiciones no es fácil, ni por muy cerca que estés del polo norte, ese idílico lugar con renos y mucha nieve con el soñábamos de pequeños de tanto verlo en las típicas tarjetas y postales navideñas.
Si algo tenemos arraigado los venezolanos, ya sea que celebremos estas fiestas en el país o a miles de kilómetros de distancia, son nuestras tradiciones decembrinas. Aunque desde hace año y medio vivo en Volda, una ciudad de apenas 9 mil habitantes ubicada en la región occidental Noruega, ésta no es la primera navidad que pasó aquí. Y aún así, la alegría propia de la época sigue mezclándose con la nostalgia de estar tan lejos de los lugares y los afectos que me son propios.
Aquí en Volda soy la única venezolana. En las localidades más grandes de Noruega, tales como Oslo, Bergen, Stavanger, hay una mayor presencia de expatriados, muchos de ellos con más de una década viviendo en el país. Y esto hace que, por una parte, ya se hayan integrado bastante bien a la cultura y las tradiciones de estas tierras y, por la otra, que tengan la oportunidad de compartir las festividades con otros venezolanos, reunirse para hacer hallacas y hasta de disfrutar de un “gaitazo” como lo hacen los paisanos en Stavanger, quienes hasta cuentan ya con su propio grupo “Noruegaitas”.
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Noruega es un país con hermosas tradiciones navideñas, que hacen que a veces te sientas como en un cuento. La celebración en familia cuenta con un gran significado y aunque muchas se encuentran esparcidas en diferentes regiones del país, en esta fecha se movilizan para celebrarlas unidas.
Ya sea por el clima o por la idiosincrasia, los noruegos no son muy ávidos de salir frecuentemente (a menos que sea para ir a la montana o a esquiar) y prefieren más bien disfrutar en casa, pero en esta época la vida social se multiplica y es muy común durante todo el mes de diciembre la celebración de conciertos, especialmente en las iglesias, bazares, exposiciones, mesas de navidad (que son el equivalente a las fiestas con los amigos o compañeros de oficina).
La navidad en los países nórdicos tiene lugar en la época más oscura y fría del año y para mitigar lo rudo del clima, la oscuridad y elevar un poco los ánimos, las calles y los hogares se cubren de luces que crean una atmosfera muy especial y cálida aunque los termómetros digan lo contrario.
La comida también es protagonista de la navidad noruega, así que en la principal celebración, como lo es la cena navideña del 24 diciembre, es tradición encontrar en cualquier mesa platos basados en carne seca de ovejo, costillas de cochino, bacalao, diferentes tipos de salchichas, repollo agrio, diferentes tipos de tubérculos y pures, así como una inimaginable cantidades de tortas y galletas para acompañar en café.
El toque venezolano, por supuesto, también está presente en nuestras navidades noruegas, por ello junto con la comida tradicional de acá, pues también preparo hallacas, ensalada de gallina, pan de jamón. Mi esposo es noruego pero es el fan número uno de la comida venezolana. Y para mi, nada me hace sentir más cerca de casa que disfrutar de sonidos, sus aromas y sus sabores.
Hay muchas cosas que extrañar. La familia, el caos familiar del 31 tratando de sobrevivir a la cena, el plato de lentejas y los billetes aguantados en la mano para atraer prosperidad, la carrera por comerse las uvas al tiempo que se piden los deseos, tratar de sintonizar en la radio “faltan 5 pa’ las 12”, y luego las campanadas, abrazar, llorar, salir corriendo con las maletas, esperar el abrazo de los vecinos.
Tradiciones muy distintas algunas, similares otras, pero el espíritu es el mismo. Lo mejor es que aún estando lejos podamos ser capaces de mantener aquellas tradiciones que son importantes para nosotros, y tan importante como esto entender, asimilar y disfrutar de las costumbres y las celebraciones del país que ahora se ha convertido nuestro hogar, porque el resultado es una fusión maravillosa en la que como venezolanos nuestras fiestas adquieren una nueva dimensión, pero también los locales pueden conocer un poco de lo bonito de nuestras fiestas.
Sé que para Venezuela estas no serán las navidades más felices. Uno se llena de nostalgia y cierta tristeza sabiendo que la mayoría no podrá disfrutar de las tradiciones a las que estábamos acostumbrados aún en los hogares más humildes. Pero esta también es para mi época de renovar la esperanza, esperando que en cada familia venezolana, por muy difíciles que sean las circunstancias se mantenga en esta navidad una razón para compartir y también para sonreír.
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