Negociación y sus resistencias, por Luis Ernesto Aparicio M.
A propósito de las aventuras y desventuras del autócrata venezolano sobre el proceso de negociación reabierto en la isla de Barbados; me llega a la memoria todo lo que un proceso de negociación implica y de cómo especímenes como los que mantienen el control en Venezuela, se abren al principio, pensando en sus cuentas, y luego cuando no les da resultado, cierran la línea de defensa.
Esta usual carta mostrada por los autoritarios del régimen venezolano es como una especie de pliego de presentación ante el mundo, porque ya entre los ciudadanos del país es hartamente conocida. Es el movimiento en el terreno que siempre esperan quienes no creen en el curso de la política para resolver situaciones como las de Venezuela.
Quienes se encuentran en antesala de una solución llegada desde algún poderoso país o de serafines para aniquilar y con ellos resolver, se envalentonan con este típico movimiento al que les han acostumbrado desde aquellos tiempos de la Mesa de Diálogos instalada después del desastre producido por aquella estrategia llamada el paro petrolero.
Para todos ellos, quisiera optar por refrescar un poco la memoria sobre cuan importante es la negociación política y cómo los autócratas (Maduro y sus panas) se resisten a ella o la utilizan para romper la estrategia del otro, de quienes les combaten.
La negociación es un pilar fundamental en la política democrática, ya que permite resolver conflictos, tomar decisiones informadas y promover la estabilidad social.
Sin embargo, los líderes populistas y autócratas a menudo resisten la negociación cuando esta no les favorece, lo que plantea cuestiones cruciales sobre la calidad de la gobernanza y la salud de las instituciones democráticas.
La política, por su naturaleza, implica la gestión de conflictos de intereses diversos. La negociación es una herramienta para resolver estos conflictos de manera pacífica y constructiva, y cuando se maneja adecuadamente, la negociación puede evitar tensiones y conflictos violentos y vencer al autócrata en su justo momento.
Negociar, permite a los actores políticos analizar problemas desde diversas perspectivas y llegar a soluciones informadas. Esto contribuye a la calidad de las decisiones tomadas y, en última instancia, a la gobernanza efectiva.
Ahora bien, en teoría para un régimen autocrático no existen incentivos para la negociación, ya que no dependen del apoyo público ni buscan la legitimidad democrática. En cambio, dependen de la fuerza bruta y el control. Al menos en teoría, porque para aquellos autócratas que hayan matizado su gestión con algunos colores blancos o azules de la democracia (Maduro y sus secuaces), la situación tiende a complicarse durante el progreso de una negociación.
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Con los avances de una negociación, las cuentas de los autócratas tienden a lucir revitalizadas y hasta con una considerable ventaja sobre todo y todos. Hacer lo que es de costumbre para ellos, puede generarles dividendos, pero no eternamente. Así se ha demostrado a lo largo de procesos de negociación.
Para demostrar lo antes señalado, acudo al ejemplo más cercano. Después de décadas de gobierno autoritario de Augusto Pinochet, se llevaron a cabo negociaciones para permitir una transición a la democracia en Chile. Negociaciones y negociaciones, hasta que el dictador aceptó un referéndum en 1988 que llevó a elecciones democráticas.
Y un poco más para recordar, el proceso de negociación que puso fin al régimen del apartheid en Sudáfrica fue extremadamente largo y complicado, en el se involucraron el gobierno sudafricano, el Congreso Nacional Africano y otros grupos, hasta lograr, primero la libertad de Mandela y luego unas elecciones verdaderamente ajustadas a la democracia.
Hay otros ejemplos, pero como quiera que el asunto que nos ocupa tiene que ver con el caso venezolano, solo destacaría que, en cada uno de los tantos procesos de negociación, los implicados mantuvieron firme su convencimiento de que era la vía para lograr los objetivos. La coherencia sobre ese criterio fue base fundamental para ello.
La negociación desempeña un papel esencial en la política democrática al facilitar la resolución de conflictos, la toma de decisiones informadas y la creación de consenso. Sin embargo, los líderes populistas y autócratas a menudo resisten la negociación cuando no les conviene. Esta resistencia socava las bases de la gobernanza democrática y puede dar lugar a conflictos y tensiones.
Negociar con autócratas no es sencillo, de allí la importancia de proteger y promover la negociación como un pilar central de la política, ya que es fundamental para mantener sociedades democráticas y estables.
La resistencia de los líderes populistas y autócratas a la negociación destaca la necesidad de defender y fortalecer las instituciones democráticas y los valores de diálogo y consenso en la política global.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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