Ni Moral, ni luces; por Teodoro Petkoff
La «elección» del Poder (In)Moral, impuesta por Chacumbele a la Asamblea Nacional, constituye una primera aplicación práctica de la filosofía coprológica de sus recientes discursos. La designación de Luisa Ortega, Gabriela Ramírez y Clodosbaldo Russián, impuesta por Chacumbele a sus temerosos levantabrazos de la Asamblea Nacional para las sinecuras de la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y la Contraloría, respectivamente, pretende ser una bofetada a esa parte del país que Chacumbele considera «mierda», pero termina siendo, en verdad, un festín de ese desecho orgánico tanto para él como para sus más duros acólitos. A los diputados los obligó a tragar cucharadas para caballos.
Pobrecito Chacumbele, él mismito se está matando. Como alguien atrapado en un tremedal, mientras más se menea, más se hunde. En lugar de continuar leyendo los resultados del 2D con los anteojos que llevaba puestos esa misma noche, extrayendo las conclusiones correctas de la derrota de una proposición que tenía propósitos re-fundacionales, Chacu insiste en continuar huyendo hacia adelante, nadando en las aguas cenagosas del albañal donde decidió sumergirse dos días después.
«¿Quieren reconciliación? ¡Ahí les mando mis embajadores!» Los atribulados diputados no tuvieron más remedio que complacerlo. Ninguno de los nombrados se diferencia de sus antecesores. Al contrario, los sacaron del mismo molde y si hay alguna diferencia será para peor. Luisa Ortega Díaz de pronto hasta podría hacer añorar al poeta Isaías. La joven Ramírez es una de esas duras fanáticas que podría hacer pasar al cínico Mundaraín por un dechado de probidad y Clodosbaldo, desde luego, aunque parezca imposible, podría superar a Clodosbaldo Russián. Este último caso es quizás la mayor falta de respeto hacia el país. Con Clodo, Chacu se esmeró en la befa. Forzar la reelección de un contralor que se ha caracterizado por no oír, no ver y no hablar, que ha cohonestado las peores vagabunderías cometidas en la historia de la República, significó añadir el insulto al agravio. Por cierto, Clodosbaldo trascendería al propio Chacumbele: elegido por siete años, podría seguir en el cargo, una vez que a Chacu le llegue su fecha de vencimiento. Ese Poder (In)Moral retrata al régimen. A un régimen decadente, descompuesto y en grave crisis ética y moral.