Ni moral, ni luces; por Teodoro Petkoff
Poco antes de las elecciones parlamentarias del 26S el gobierno anunció con bombos y platillos el fin del «racionamiento eléctrico», es decir de los apagones programados. Varios especialistas en la materia pusieron en duda la plausibilidad de tal intención y desde estas páginas sostuvimos de plano que se trataba de una jugarreta electorera, sin que hubiera nada que la sustentara. La mentira tiene patas cortas. Repentinamente, la semana pasada estalló entre las manos de Chacumbele y Alí Rodríguez el gigantesco apagón del jueves. Todo lo que se había venido diciendo sobre la programación puesta en práctica por el gobierno para hacer frente a la crisis, resultó ser una inmensa mentira. Vamos a suponer, sin embargo, que lo dicho por el minpopofinanzas, Giordani, es cierto (aunque nadie puede dar fe de ello) y que el gobierno le metió 5.500 millones de dólares al sistema eléctrico. Si así hubiere sido, la única conclusión posible es que entre la proverbial ineficacia de la administración chavista y la corrupción, se tragaron ese dineral y la situación no mejoró nada. Porque, ¿qué otra cosa podría haber ocurrido?
Se nos dijo que la capacidad instalada del sistema sería incrementada en 5.000 megavatios y a la final no se pasó de 1.700. Las pequeñas planticas termoeléctricas traídas de Cuba, verdaderos camellos tragadiesel, resultaron un fiasco. Las dos plantas grandes para Sidor nunca arrancaron. Planta Centro continúa en coma y TermoZulia colapsó súbitamente y todo el interior continúa siendo sacrificado para mantener la ficción de que en la capital no hay problemas, acogiéndose a la conseja de que lo que no pasa en Caracas es como si no pasara. Si en Caracas no hay apagones, piensa el gobierno que es como si no los hubiera en el resto del país. El punto es que también están llegando a la capital, porque Tacoa ya casi está en las condiciones de Planta Centro.
El arsenal de justificaciones y excusas se agotó ya. La primera idiotez esgrimida fue la de que la crisis era culpa de los gobiernos anteriores a Chávez. Tamaña coba no duró ni un día. Imposible justificar la supuesta ausencia de inversión durante los doce años del chacumbelato con la que dizque se habría dejado de hacer antes de 1998. Además, hay que preguntarlo de nuevo: ¿Qué fue de los 5.500 millones de dólares que se «invirtieron» en 2010? Después fue El Niño, la sequía y el descenso de las aguas de Guri. Pasó el Niño, la estación de lluvias se anticipó en Guayana y Guri ahora está desbordada. Y la crisis eléctrica ahí. Dura de matar.
Cualquiera sería comprensivo ante una explicación sincera. Digan simplemente que construir las veinte y pico de plantas termoeléctricas planificadas no es cosa de coser y cantar. Digan la verdad sobre el desastroso estado en que se encuentra el sistema de transmisión y el tiempo que les va a tomar remendarlo. Digan la verdad sobre el atraso en la construcción de la represa de Tocoma. En fin, asuman su incompetencia en lugar de continuar creyendo que se puede gobernar un país a punta de promesas electorales y de pañitos calientes para engañar incautos. De éstos ya hay cada vez menos y por lo visto seguiremos de apagón en apagón hasta que le apaguemos la luz a Hugo Chávez en 2012.