“Nicolás y los 40 ladrones”, por Reinaldo J. Aguilera R.
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Existe un cuento infantil tradicional de origen anónimo con el que muchos crecieron. En él se habla de astucia, avaricia y un poco de coraje. Está recreado en la antigua Persia, exactamente se trata de la famosa historia de Alí Babá.
En resumidas cuentas, para que se entienda, podemos decir que hace mucho tiempo, en una ciudad persa, vivieron dos hermanos huérfanos muy pobres, el mayor se llamaba Kassim y el menor Alí Babá. Kassim, que era ambicioso, pero poco trabajador, se las ingenió para casarse con una joven de buena posición y vivir relajado. Por otro lado, Alí Babá prefirió llevar una vida menos ambiciosa y vivir de su trabajo, así que se dedicó a ser leñador.
Uno de esos días mientras se encontraba en el bosque cerca de la montaña, escuchó muchos caballos acercarse y se escondió. Luego observó cómo 40 hombres, cargados de sacos con oro, se paraban frente a una gran roca y uno de ellos gritó con fuerza: «¡Ábrete sésamo!», la roca se abrió, los hombres entraron y al rato salieron con los sacos vacíos. Al irse estos, Alí Babá repitió las palabras y la roca se volvió a abrir, descubriendo las riquezas que contenía, cargó con lo que pudo y se fue.
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Alí Babá no pudo evitar que su hermano Kassim se enterara de lo sucedido, así que le ofreció la mitad a su hermano. Este no quiso, quería mucho más. Obtuvo el secreto y fue a la cueva. Los 40 ladrones lo descubrieron y lo asesinaron. Luego, con la astucia en juego, Alí Babá pudo tramar una trampa y así apresaron a los ladrones.
Alí Babá repartió el tesoro con sus vecinos del pueblo, viviendo el resto de su vida feliz con sus amigos. Se dice hoy que cuando Alí Babá sacó todo el oro de la cueva, esta se cerró y no se pudo volver a abrir.
Hasta aquí todo muy bien, quién no conocía el cuento ahora algo sabe. El asunto se complica cuando vemos cómo las cosas, por ejemplo en nuestra Venezuela, no son cuento ni ficción; por el contrario, son una dura realidad y mayor aún siendo Alí Baba —perdón, Nicolás— un aliado más de los ladrones. Simplemente de terror.
La capacidad de asombro no se pierde en la Venezuela manejada por los criminales herederos de Hugo Chávez que, bajo la premisa de trabajar por el pueblo, lo que hacen es enriquecerse con cada minuto que pasa.
Hace pocas horas la gran noticia era la apertura de oficinas o concesionario de, nada más y nada menos, que la Ferrari y, casi de inmediato, esa noticia quedó opacada con el anuncio de Suiza respecto al descubrimiento de fondos dudosos provenientes de “negocios” del actual gobierno de Venezuela, por un monto de 10 mil millones de dólares. Sí, leyó usted bien y siéntese para no caerse.
Lo más reciente es lo siguiente: en primer lugar, tenemos que las investigaciones iniciaron a finales de 2019. Según las conclusiones de esa investigación, los fiscales de Zúrich se han enterado de que personas cercanas al régimen de Nicolás Maduro tienen fondos en varias cuentas en unos 30 bancos suizos. Se filtró que pueden ser, incluso, más de 100 cuentas.
En segundo término, lo más importante es que la fiscalía suiza tiene en su poder todos los nombres de los titulares de esas cuentas y la mayoría son de prominentes figuras gubernamentales y empresarios aliados del chavismo.
Como pueden ver, el saqueo al país, otrora referencia en Latinoamérica, es enorme y se determina a diario por el deterioro de un altísimo número de ciudadanos que, al no poder emigrar, se ven obligados a soportar el maltrato de un régimen que no mide las consecuencias de tener a todo un país como un laboratorio de ensayo de sus medidas inadecuadas y desacertadas. Nadie se salva de las malas decisiones que toman a diario y que los benefician a ellos y a sus enchufados. La muestra reciente con el caso de Suiza lo explica y, a pesar de la crisis económica que vive el país y de las acusaciones de corrupción y de violación de derechos humanos contra el mal gobierno de Nicolás y sus más de 40 ladrones, nada parece querer cambiar por el momento.
“En la cuarta se vivía mejor”, en esta frase expresada ya a diario por miles de personas —desde opositores hasta un camillero de un hospital en El Valle, en Caracas, que se identifica como chavista— se resume la opinión de la mayoría de los venezolanos que, de acuerdo con encuestadoras, son más de 80% los que rechazan las políticas públicas y la gestión de Nicolás, que debe finalizar en diciembre.
Como puede entenderse, ya casi todos están al borde con lo que se vive, sean progobierno o de oposición, pero mientras tanto los factores duros que conforman el chavismo-madurismo —muchos de los cuales tradicionalmente se encuentran enfrentados entre sí, aunque han podido dirimir sus diferencias en aras de garantizar la continuidad de sus negocios— sienten que las cosas se les complican, pero siguen robando, lo que ha llevado al país a ser conducido como si se tratase de la “comisión” de la mafia de New York, con Maduro encargado principalmente de mantener el orden entre las distintas “familias”, cual Vito Corleone.
Hasta ahora nada parece que va a variar, aunque el deseo es que, con urgencia, algo pase.
Por supuesto, para mejor y se salga de la grave opresión en que vivimos todos, que asuman sus responsabilidades los ladrones y termine la oscura pesadilla que ha transformado la vida tal y como la conocíamos, con el favor de Dios y la Virgen sucederá. Así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
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