No hable tanta pistolada, por Simón Boccanegra
Lo de Haití clama al cielo. El horror se acentúa con el paso de los días. En una población de por sí tan pobre, la lucha por la supervivencia se transforma en violencia entre miles de personas desesperadas y hambrientas. Con toda la infraestructura derruida se dificulta la llegada y distribución misma de la ayuda internacional. El mundo ha respondido, pero la magnitud de la catástrofe obliga a mucho más de lo que ya se ha proporcionado. Dentro de esta tragedia inenarrable, espanta la declaración de Daniel Ortega, secundado por Chávez, según la cual, los gringos, «hechos los pendejos», están invadiendo Haití porque han mandado 10 mil soldados. Estas son las cosas que llevan a pensar en el descocamiento de Chacumbele. Que trate de aprovecharse de este drama para decir esa verdadera necedad, perdiendo una magnífica oportunidad de mantener la boca cerrada. Nadie en su sano juicio puede tomarlo en serio, porque si algo se necesita en Haití, en este momento, además de alimentos, es una presencia militar que ayude al contingente de cascos azules de la ONU, hoy obviamente sobrepasado por los monumentales problemas de orden público, a impedir que finalmente aquello devenga en una matanza y en un desmadre generalizado.
Sólo a un pigmeo moral como Daniel Ortega se le puede ocurrir ese planteamiento y resulta incomprensible que Chacumbele, en lugar de imitar la prudencia de los cubanos, copie al nica. Limítese nuestro presidente a ayudar con todo lo que pueda y déjese de hablar tanta pistolada.
