No hay alternativa, ¡hay que votar!, por Rafael A. Sanabria M.
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En Venezuela llegó el momento de decidir el destino para los años venideros en estados y municipios. Es el momento justo para depositar nuestro descontento en las urnas electorales. Reitero no hay alternativa que nos quede como pueblo, para expresar nuestro sentir, para aplazar a quienes no hayan hecho un trabajo ecuánime, que permita la validación de la función pública.
Claro está que el panorama político es complejo en los actuales momentos, se están jugando cargos muy próximos a nuestro contexto inmediato. Los comicios próximos tienen mucha relevancia para nuestra cotidianidad, pues se eligen personajes muy cercanos a nosotros, con quienes convivimos, que conocemos sus perfiles personales y profesionales. Muchos llevan tiempo buscando un equilibrio armonioso de la sociedad, otros se han mantenido dentro de la palestra, pero sin ser agentes difusores de cambios y bienestar para el colectivo.
Comprendo que no se pudo alcanzar la unidad en la oposición y fueron pocos los valientes que se atrevieron a darle paso al otro en bien del pueblo. Pero nosotros como pueblo debemos y estamos llamados a hacer la unidad, si algunos por razones de egoísmo, temores o egocentrismo no dieron un paso al costado, entonces derrotemos nosotros mismos la oscuridad con nuestro voto.
Evaluemos fríamente. Es verdad que hay varios candidatos, pero también es cierto que existe uno de ellos que vemos aglutina al electorado. Conocemos a esos líderes y debemos ser garantes de la unidad brindándoles un apoyo rotundo a quienes son la alternativa viable para derrotar al monstruo del PSUV. No importa que nuestra primera elección fuera otro, si vemos que el candidato con más oportunidad es otro, no el nuestro pero sí aceptable, debemos sumarnos a ése. Hay que hacer una urgente reingeniería de nuestro voto.
Hacerse indiferente frente a esta realidad, es ser copartícipe del triunfo del adversario, porque todo aquel que manifieste ser opositor, tiene que defender los valores democráticos a través del voto y no precisamente salir a votar por salir del paso, o peor aun no votar.
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Es una gran tarea que tenemos y nos corresponde hacer una exhaustiva valoración de las personas que reúnan las posibilidades de alcanzar la meta. No digo que sea fácil, pero más allá de un voto mecánico debemos hacerlo trascendente (no olvidemos que las consecuencias reales de esta elección van más allá de sólo cuatro años). Además se requiere autenticidad y librarse de la codicia y los rencores.
En el momento que vivimos no podemos desperdiciar la oportunidad única que tenemos. Si la desaprovechamos podríamos estar acentuando un sistema que perdurará por mucho más tiempo. Qué nadie se quede en casa el 21. La primera asignatura del día domingo es salir con alegría a ejercer el sufragio, sin temor, sin miedo, siempre de frente, hacia adelante, con fe que saldremos de este letargo que nos tiene sumergido en un manto oscuro que no permite que entre la luz.
Salir a votar por nuestros jóvenes que desean días de brillo, de esplendor, donde puedan encontrar su historia personal, donde con el voto nuestro, podamos contribuir a levantar de los cimientos las bases de nuestra república.
Por el contrario si nos hacemos cómplices pasivos de la injusticia y la opresión frente a nuestros ojos, luego no nos quejemos, porque tenemos un camino a seguir para darle una verdadera lección a lo políticos infames que saben que no tienen oportunidad, pero por cuatro lochas sacrifican a un pueblo. Realmente no entiendo cual es el supuesto amor por las comunidades, si no se hacen a un lado para concretar el triunfo, simplemente son mercenarios, misántropos, lacayos y verdaderos politiqueros de oficio.
No permitamos que nos engañen con sus operativos cínicos, con los que acostumbran a salir cada vez que hay elecciones, para simular que tienen vocación de servicio, basta ya de ser parte del montón, hay que marcar la diferencia dando el voto castigo.
El llamado es a la juventud en general para que salga este domingo a meterle los hombros al país, que florezca el sarampión propio de su edad, para que la esperanza no muera.
El cambio no lo van a dar los políticos sino el pueblo sabio y consiente. El malestar actual no sólo lo viven los opositores, sino también los oficialistas, que viven el mismo calvario, porque también son pueblo llano e inocente.
Llevemos a las butacas hombres y mujeres que vean la política como apostolado de servicio y no como trampolín para ascenso social o económico.
Reitero mi llamamiento a familiares, amigos, vecinos, alumnos, exalumnos y todo aquel que pueda ejercer el sufragio, para que salgan el 21 de noviembre a darle otro rumbo al país. Tú tienes en tus manos el arte de combinar el sí con el no, si decides votar por el cambio estarás contribuyendo a la reconstrucción de la patria, pero si decides no votar no pidas libertad, porque perdiste tu oportunidad y la perdiste por mentecato.
Yo salgo a votar este 21 de noviembre.
Yo soy pueblo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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