No hay mal que por bien no venga, por Simón Boccanegra
La frustración de Hugo como militar se le sale casi en cada cosa que hace. La otra noche, cuando anunciaba, lleno de arrogancia, que de ahora en adelante las cadenas serían «cualquier día», sin aviso previo «y sin límite de tiempo», parecía sentirse como un general en el campo de batalla ordenando maniobras. ¡Qué susto! La astucia de este genio de la guerra nos tiene sobre ascuas. Ayer, en «Aló Presidente», cuando gritaba: «¡Escuálidos, ríndanse, los tenemos rodeados!», debía sentirse Páez en Carabobo. Pero también más de un oficial de los del 4F pensó, seguramente, que ese espíritu guerrero no hubiera sido malo aquel día. Por lo demás, Hugo también está contribuyendo a una explosión demográfica en este país. Millones de venezolanos que no tienen la alternativa de la TV por cable, apenas asoma el presidente en la pantalla, apagan el televisor y se rinden ante las mucho más dulces provocaciones de Eros. Igualmente, se ha registrado un aumento en el gusto por la lectura. Este va a ser un aspecto positivo de estos encadenamientos.