No Judas tanto, por Teodoro Petkoff
Varias veces ha alertado este periódico acerca de la necesidad de detener la violencia organizada que viene poniendo en práctica en MVR contra todos aquellos a los que ha declarado puntofijistas y traidores. Hemos sostenido que aquí nadie tiene el monopolio del coraje y que poner la otra mejilla no forma parte del modo de ser venezolano. Este Viernes Santo una patota de boinas rojas se arrojó, como suelen hacerlo, sobre el grupo que acompañaba a Arias Cárdenas en la catedral de Mérida. Los que no se imaginaban la respuesta fueron los exaltados emeverristas que, acostumbrados a la actitud disminuida de sus víctimas, ahora, “valientemente”, se vieron en el trance de pegar un carrerón hasta más allá de Ejido. Claro que en la fuga hubo varios pescozones y uno que otro, en ambos bandos, salió amoratado. Nada que ameritara cirugía, unas curitas y hielo fueron suficientes.
Quizás, puestos a tono con este largo fin de semana, debamos decir: Gracias a Dios. Y quizás también tengamos que rezar para que la cosa no empeore porque, no conforme con el juego de manos, los comandos de uno y otro candidato se han dado a la ociosidad de jugar con candela. Ya vimos en varios puntos de la geografía nacional los monigotes de Arias Cárdenas y de candidatos a alcaldías y gobernaciones colgando de árboles–¿serán samanes?– y postes. Este Domingo de Resurrección también hubo muñecos ardientes de Luis Miquilena y de Hugo Chávez. Nunca antes la explotación política de esta tradición católica fue tan peligrosa para Venezuela. Porque resulta que acá no hay ningún Judas ni ningún Jesús. Señores: acá de lo que se trata es de dos candidatos que optan por la presidencia de la República, dos hombres que antes fueron aliados y ahora son adversarios. No es que uno era el hijo de Dios y el otro lo besó hipócritamente para luego venderlo. No señor, la democracia no es una religión dogmática sino una forma de vida donde lo usual y hasta lo beneficioso, es que los que la adoptan tengan coincidencias y también tengan la oportunidad de discernir unos de otros. Esto no tiene, ¡no debe!, implicar ser perseguido y amenazado con ser lanzado a la hoguera de los traidores. Lo Decimos otra vez: paren esto antes de que corra la primera sangre, antes de que este fuego queme a un venezolano de carne y hueso. Amén.