No más, por Teodoro Petkoff
Es preciso detener el fatal engranaje que ya se ha puesto en marcha. Personeros en ambos bandos, sin que todavía se haya hecho ninguna investigación seria, ya han juzgado y condenado… a los del otro lado, por supuesto.
La necesidad de la averiguación imparcial se torna, cada día que pasa, cosa de vida o muerte -y esto no es retórica. Hay que impedir a toda costa que el asesinato de algunas decenas de compatriotas y más de un centener de heridos a balazos en esa desgraciada tarde del 11 de abril, se transformen en arma de baja política, que chavistas y antichavistas se arrojan mutuamente, cada vez con mayor encono. La Fiscalía General de la República debe actuar con celeridad, designando un fiscal ad hoc, de fuera de su seno, para que dotado de plenos poderes organice la comisión investigadora, esa Comisión de la Verdad, que en el plazo más breve posible esclarezca los hechos.
Para el país, pero especialmente para el Gobierno, es particularmente importante que esto no quede envuelto en la confusión y en el torneo de acusaciones mutuas. Independientemente de que el sector oficialista argumente que del lado opositor también partieron disparos, hay muchas evidencias gráficas que muestran a partidarios del gobierno, plenamente identificados, y hasta a un militar uniformado, haciendo fuego contra los manifestantes que venían del Parque del Este. Lo que pondrá a prueba la voluntad rectificatoria del Gobierno es precisamente la disposición que muestre de establecer las responsabilidades y llevar a juicio a quienes resulten incriminados en la violencia armada, sin tratar de exculpar o proteger a sus partidarios.
Para desarmar los espíritus y contribuir a que funcionen los cerebros y no los hígados, el Gobierno está obligado a dar credibilidad a su discurso. Hay medio país que no le cree y no quiere creerle. Este es un dato de la realidad que el gobierno debe asumir, sabiendo bien que, mientras no haya las obras que son amores, de nada valdrán las meras exhortaciones a que la oposición también «reflexione». Esto, que sin duda es necesario, sólo será posible, sin embargo, si el Gobierno hace creíble la actual orientación de su discurso con una acumulación de hechos contundentes en el sentido de la rectificación. Sólo así podrá crear interlocutores válidos para ese necesario diálogo nacional al cual está llamando. Uno de esos hechos es el del pronto castigo de los asesinos del 11 de abril, caiga quien caiga.
Este es en cierta forma el pivote sobre el cual descansarían otros actos concretos. Hemos sugerido algunos: reinstitucionalización de la FAN, asunción del referendo consultivo por el propio Gobierno. Habría varios temas más, a partir de los cuales establecer una agenda para un diálogo que sea algo más que mero intercambio de discursos, como el del otro día en el Consejo Federal. Pero, por lo pronto, importa demasiado que no haya impunidad para los crímenes del 11 de abril. Por ahí comienza la larga marcha hacia la normalidad democrática.