No se atoren en el laberinto de los egos, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Sabemos que, para la selección de un candidato por parte de la oposición, es fundamental tomar en cuenta una serie de factores para contar con un dirigente que le represente en las próximas elecciones presidenciales que están previstas en Venezuela. ¿Cuándo? No se tiene la certeza puesto que el régimen que gobierna lleva el control de todo lo relacionado a cualquier proceso electoral. Incluyendo las primarias, como le llamaremos en lo sucesivo.
Tomando en cuenta lo dicho en cuanto ese control, se debería asimilar que en cuanto a las elecciones primarias de la oposición también irían a actuar como de costumbre: boicotearlas, obstruirlas y, por qué no, ganarlas de ser posible a través de su gran apuesta: la división.
En Venezuela, por las condiciones en las que se encuentra la oposición, por encima de métodos de efectivos resultados como la encuesta o consulta popular; un comité de selección para la revisión y evaluación de los desempeños, perfiles, etc., y tomar una decisión mediante el consenso por necesidad –no necedad– se debe acudir a la elección popular o primarias.
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Las elecciones primarias, en primer término, deben ser abiertas o cerradas. En el caso de Venezuela se impone que sean abiertas para que todos puedan participar por igual. Lógicamente, en cuanto a esto último, aparece de nuevo la sombra del régimen. Sobre todo, porque muchos de los que ellos suponen sus «seguidores», serán blanco de campañas de presión al estilo del chavismo: les retirarán todas las dadivas y hasta el trabajo.
Luego de frenar la participación de quienes asumen que son parte de su estructura partidista, la próxima carta por jugar del régimen, por lógica deductiva, es la manipulación a través del órgano que se ocupa de todo lo relativo a los procesos electorales. Antes de esto, ya debía haber iniciado la tarea de sembrar las quintas columnas dentro de la oposición, cosa que no le ha costado mucho debido a la doble moralidad de unos tantos.
Llevar a cabo unas elecciones de la importancia que tienen las primarias de la oposición, requiere de una estructura electoral bien definida y estructurada. Desde un registro electoral consolidado, hasta los lugares a los cuales deben acudir los electores interesados. De allí que la mafia que controla el gobierno decide «raspar» a todos los integrantes del CNE. Una Junta Directiva, por demás, menos obediente a Miraflores y su banda.
En el juego del régimen, estaba clara que las reacciones y respuestas dentro de la oposición derivarían a la realización de las primarias sin contar con el CNE, que, aunque luzca como «pan comido», es decir hacer las lecciones sin el cuerpo electoral, no lo será tanto. Sobre todo, porque en el ánimo del gobierno está el amedrentamiento, el uso de sus fuerzas violentas y delincuenciales, para impedir el proceso opositor.
Pero hay un poco más. Para la fecha de su anuncio, ya estaba en marcha el proceso inconstitucional y fuera de toda norma legal, de las inhabilitaciones. Lo que faltaba era definir quien sería el candidato que despuntaría para ordenar su impedimento en el ejercicio como ciudadano libre de aspirar alguna posición política.
Armada toda la artimaña de Nicolas Maduro y sus secuaces, se puede dar por descontado que las primarias llevarán a inhabilitados para la contienda interna y que seguramente triunfará uno de los impedidos por la sucia jugada desde Miraflores. Lo que le daría para la siguiente fase de su plan.
Al triunfo de alguno de los candidatos imposibilitados, Nicolas Maduro apuesta por el desplome del ánimo de unidad –de existir– en la oposición y para ello prepara, con su nuevo CNE, la no figuración del candidato triunfador en la boleta electoral, lo que por lógica impediría a la gran mayoría de los venezolanos votar por ese candidato o candidata.
Hoy, son muchas las jugadas sucias que están bajo la manga de la mafia que gobierna a Venezuela. Vendrán solicitudes ante el ministerio supremo de justicia –con minúscula– porque ella se encuentra secuestrada por Maduro y sus lacayos.
Pues bien, si ya sabemos que es lo que está por venir, no se entiende que se continué con las declaraciones asociadas a un triunfo electoral que no existe. Y no existe porque no se contará con su nombre en las maquinas de votación. Es el juego de Maduro y su combo, que sea la misma oposición quien profundice la frustración de los venezolanos.
Ante ese panorama, solo esperemos que la oposición cuente con una resolución –que no anuncien aún– y no se atoren en el laberinto de los egos. La sensates y habilidad política, vuelven a llamar a la puerta de toda la dirigencia democrática, como lo hizo durante la selección de candidatos en 2006 y 2012, para resolver y saltar los escollos sembrados por la pandilla que gobierna.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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