Nobregate, por Teodoro Petkoff
La respuesta de Nóbrega, que publicamos el viernes, nos permite recapitular y puntualizar el Nobregate, tratando de hacerlo del modo más comprensible posible, porque algunos cuentan, mañosamente, con que los asuntos complejos y complicados, explicados en la jerga técnica, dejan al menos la duda. Pero esto no es nada difícil de entender: alguien se embolsilló unos reales a costas de la República. Veamos.
1) El Ministerio de Finanzas, para cubrir el fiscal, ha llevado adelante una política de endeudamiento público, lo cual, en principio es perfectamente comprensible y legítimo, pero lo ha de una manera tal que ella ha sido cuestionada no sólo por distintos especialistas sino por el propio Banco Central y por la Oficina de Asesoría Económica de la Asamblea Nacional. Pero, además, al abrigo de esa política de endeudamiento nada transparente, el MF ha podido realizar también, por ello mismo, algunas operaciones que producen serias dudas en cuanto a su pulcritud. TalCual las ha denunciado y hoy, después de las “explicaciones” de Nóbrega, no podemos sino ratificarlas, porque el propio texto del ministro constituye una confesión de parte que nos relevaría de pruebas.
2) Para recabar fondos en dólares, el MF emitió unas Notas Globales (NG) o pagarés, que fueron adquiridas por inversionistas privados a través casas de bolsa. A cambio de estas NG, tales inversionistas recibieron bonos de deuda pública nacional que entregó el Bandes, banco estatal, el cual, a su vez, recibió las NG.
Un inversionista privado tendría que estar loco para adquirir las NG o pagarés casi por su precio nominal. En este caso lo hicieron porque se les prometió que esas NG (de muy baja liquidez, de reducido valor y de baja reputación en el mercado, no reguladas por un contrato que establezca términos y condiciones usuales de mercado y sometidas a leyes y tribunales de nuestro país, a diferencia de los bonos, que son prácticamente dinero en efectivo y sometidos a leyes y tribunales extranjeros), les serían canjeadas por papeles de primera categoría, tales como los bonos de deuda pública –como en efecto se hizo. Nóbrega mismo reconoce que esas NG o pagarés tienen una precaria calidad como instrumento de crédito cuando dice, con relación al estimado que hicimos de que ellos no tendrían un valor de mercado mayor de 50%, que “eso es totalmente falso. No hay manera alguna, a ojo de pájaro, como lo hace el editor-difamador (o sea TalCual), de valorar los pagarés y cuál sería su cotización”. Exactamente lo que hemos dicho y ratificado por Nóbrega. Con los bonos ocurre exactamente lo contrario, pues se trata de instrumentos de mercado, cuyas cotizaciones se conocen diariamente a través de agencias de información financiera como Reuters y Bloomberg. Bandes entregó esos bonos. ¿Por qué no hizo la operación directamente? Las razones que presenta Nóbrega para esta extraña triangulación son de una inconsistencia absoluta.
3) De modo que los inversionistas pagaron por las NG una cantidad inferior a la del valor de los bonos que recibieron, haciendo una ganancia, que en el caso de la segunda operación, si los bonos fueron vendidos el propio 23 de abril, pudo montar a 16 millones de dólares (311,9, que era el valor real de los bonos ese día, menos 296, que fue lo pagado por las NG, según información proporcionada por la casa de bolsa que hizo la operación). En el editorial anterior señalamos como valor real de los bonos la cantidad de 308 millones (valor nominal -menos amortización en el caso de los DCB y Flirbs-, multiplicado por el precio de mercado-) pero añadiendo los intereses devengados por ellos entre diciembre 2002 y abril 2003, la cifra sube a 311,9 millones. O sea… Pero más allá de los beneficios a favor de los inversionistas (¿sería mal pensado imaginar que hayan “premiado” a quien les hizo posible ese bocatto di cardinale?), lo cierto es que el patrimonio de Bandes fue negativamente afectado, pues el canje mermó significativamente el valor de sus activos.
Esto no cambia ni siquiera, si como dice Nóbrega, ese banco registra los pagarés a su valor de adquisición, lo cual marcaría una diferencia con las exigencias que las normas de regulación establecen para la banca privada, pues esta debe registrar los títulos que adquiere al valor de mercado y ello determina ganancias o pérdidas de capital. No podría ser de otra forma porque el Fisco se está financiando en dólares a una tasa de 5% (los intereses de las NG), muy inferior a lo que sería su costo real si fuera al mercado de capitales (cercano al 14% en aquel momento), y esa diferencia la absorbe Bandes.
Cabría preguntarle a Nelson Merentes si él, como presidente del Bandes, canjearía voluntariamente bonos de la República del patrimonio del banco por las inefables NG o pagarés del MF. Sin contar que a partir de aquella fecha, los bonos de la República se revalorizaron significativamente y que, además, Bandes pierde también el flujo por intereses y amortización que le habrían producido los bonos, a cambio de un flujo mucho menor producido por las NG.
4) Como se ve, pues, algunas de las operaciones financieras de Nóbrega son oscuras y muy sospechosas en cuanto a su limpieza, amén de todo lo que se ha dicho de ellas por voces tan autorizadas como la del profesor Maza Zavala, -para no citar sino a alguien insospechable de perseguir fines “políticos” -, en relación con los principios constitucionales de legalidad, eficiencia, solvencia, transparencia y responsabilidad.
¿Chávez va a esperar que estalle la burbuja de esta “pirámide” que viene construyendo Nóbrega, para entonces tomar acciones, o es que cree que este relajo se puede sostener indefinidamente sin que pase nada?