Nueva alianza opositora: Anuncios sin estrategia, poco claros y por debajo de la mesa
Politólogos coinciden que este anuncio hecho por la oposición de una nueva alianza no conectará desde un primer momento debido a las fallas comunicacionales, y tampoco existe claridad en cuanto a coordinación y toma de decisiones que derive, efectivamente, en los objetivos planteados: elecciones justas y atención a la pandemia por covid-19
El martes 6 de abril la oposición mayoritaria venezolana se embarcó públicamente en una nueva alianza. Por medio de un comunicado, que coincidió con una publicación personal de Juan Guaidó, 10 partidos informaron su conformación en una nueva estructura, en la que esperan incluir a la sociedad civil, para lograr dos objetivos específicos: elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales justas, así como ayuda humanitaria para atender la pandemia por covid-19.
La alianza asegura que con esta reconfiguración, de la cual se desconoce cuáles son sus diferencias con otras plataforma de la misma oposición más allá del número de integrantes, será más “útil, amplia, incluyente, asertiva, efectiva y operativa” para alcanzar sus objetivos.
Apenas se habla de una dirección conjunta formada por los principales representantes -que no se mencionaron- de Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo; Copei, Encuentro Ciudadano, Movimiento por Venezuela; Proyecto Venezuela; La Causa R y Convergencia.
Esta nueva alianza estaría basada en el pacto unitario, hecho en septiembre de 2020 y avalado por más de 30 partidos, así como en los resultados de la consulta popular hecha en diciembre de ese año.
Ya en ese compromiso del pacto unitario se hablaba de una lucha “en unidad” por medio de la movilización. Esa unidad estaría basada en “reglas claras de funcionamiento y de mutuo respeto, para que ninguna diferencia esté por encima de los intereses de la Nación”, según dijo Juan Guaidó durante el anuncio. Un esquema que se repetiría en esta nueva alianza.
Daniel Varnagy, doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad Simón Bolívar (USB), dice que el anuncio, hecho la noche del martes 6 de abril y sin vocero, sobre esta nueva alianza demostró que no hubo una estrategia comunicacional sólida alrededor de ello. “Lamentablemente las distintas oposiciones no están logrando conectar ni siquiera comunicacionalmente con la sociedad civil, y no estoy hablando de la estrategia”.
El profesor de la USB cree que la oposición, en general, ha estado atomizada ideológicamente y estratégicamente, pues no han logrado una forma de conectar distintas voluntades. “Vimos que ha habido una degradación en coordinación desde la Coordinadora Democrática hasta esto, que no genera confianza la forma en la cual se pretende articular el tema electoral entre todos estos partidos políticos”.
Históricamente para lograr esa integración de voluntades se necesitan de líderes cohesionadores, refiere Varnagy. “Desafortunadamente no es el caso, porque hay una profunda desilusión en torno a lo que se esperaba de Juan Guaidó y lo que finalmente hizo. Hasta que no surja un liderazgo sensato, va a ser difícil que las oposiciones logren unirse a la sociedad civil”.
Sobre esto Maryhen Jiménez, investigadora y doctora en Ciencias Políticas, apunta que en Venezuela hay una grave crisis de representatividad e incluso de legitimidad, pues señala que desde 2015 las elecciones se hacen en un contexto de autoritarismo electoral, “la población venezolana no ha podido ejercer su derecho al voto. Si bien el gobierno interino insiste que cuenta con legitimidad, que intentaron extender con la consulta popular, sabemos que esto no reemplaza un proceso electoral”.
El tema de la alianza opositora no solo tiene que entenderse como una estrategia política y como una ruta hacia la democratización, asegura Jiménez, “sino como un compromiso hacia una forma de hacer política. Y allí es donde todavía vemos bastante incoherencia en el liderazgo opositor clásico. Hace pocos días Juan Guaidó comentaba que hay que salir de la tragedia para tener elecciones libres, pero me pregunto si no sería al revés, tener elecciones libres para en un momento poder atender la crisis multifactorial que existe en Venezuela”.
La politóloga dimensiona este último aspecto debido a las críticas que se han hecho desde sectores académicos y la ciudadanía en general en torno al mantra, es decir, el cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
“Ese mantra fue derrotado en el terreno interno por Maduro para consolidar su poder, ha logrado incluso mantener cierta coherencia con su coalición autoritaria. Entonces, ¿cuál es realmente la alternativa opositora? No es una buena señal que se haya anunciado una alianza de esta forma, no hay vocerías claras, no hay claridad respecto a lo que se anuncia. En realidad no se anunció absolutamente nada, porque en el comunicado dicen que deben contactar con el Frente Amplio y organizaciones de la sociedad civil. Entonces, ¿cuál es el trabajo que se ha hecho? Eso no me queda claro”, asevera Jiménez.
Por su parte, el politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Ricardo Sucre Heredia señala que la conexión entre la población y esta nueva alianza dependerá de cómo se materialice a largo plazo. “Lo que capté es que este anuncio fue recibido al momento con cierta frialdad y reserva, debido a que ya se han hecho anuncios de este tipo en el pasado con pocas diferencias. Si esto no trasciende de un comunicado y de una inercia en la cual está la oposición y el país, no se concretará. Aquí son los hechos los que tienen que hablar”.
Para Sucre Heredia, el comunicado muestra dos niveles: la operación y la estrategia. “En el nivel estratégico el comunicado no es novedoso porque la oposición, por lo menos la agrupada alrededor del G4, sigue estando en la narrativa del quiebre. Solo se cambian las prioridades pues ahora primero es el covid-19 y luego las elecciones, antes eran las elecciones y después todo lo demás. Lo nuevo que se podría decir es que el club acepta nuevos miembros, pero esos miembros que entren deben aceptar esa estrategia, ya sean políticos o de la sociedad civil”.
En cuanto al nivel operativo, el profesor de la UCV refiere que ahí se encuentra lo sustancial de los anuncios, pues hay dos novedades. “La primera es que el G4 reconoce que hay otras visiones en la oposición para entender el problema político venezolano, eso es importante pues proviene de un grupo, a mi modo de ver, muy arrogante y prepotente. Además hay un reconocimiento del fracaso al tratar de imponerse como ‘la oposición’ debido al poder que han tenido, eso es sano”.
La segunda novedad a juicio de Ricardo Sucre Heredia es el reglamento para la toma de decisiones, aunque no se especifica en el documento propiamente. “Me parece que detrás de ello hay una lógica muy parecida a la de la MUD sobre los pesos de cada partido. Pero se define una cuestión que se demandaba que eran las reglas para tomar decisiones, aunque no sabemos cómo serán todavía”.
Si defines unos reglamentos y la parte operativa la eficacia debe ser mayor, apunta el politólogo. “Insisto que se debe esperar para saber cómo traducirán esta amplitud, está mayor y mejor unidad como dice el documento. ¿Será con los mismos o es ir más allá de los tradicionales amigos del G4?”.
Alianza y unidad, ¿para qué?
La doctora en Ciencias Políticas Maryhen Jiménez destaca que desde el año pasado se ha venido anunciado la necesidad de una nueva unidad, que incluso en febrero de este año fue una idea desechada por Juan Guaidó, al afirmar que no necesitaban “una nueva unidad, necesitamos una mejor”. La realidad ahora es otra.
La politóloga cuestiona a la oposición en ese aspecto: “La pregunta que hago es: ¿qué significa una nueva y mejor unidad? Venezuela ya ha tenido varias experiencias de coordinaciones opositoras y solamente una ha tenido la capacidad, porque también tuvo una ruta clara, y fue la Mesa de la Unidad Democrática. En torno al objetivo de elecciones, la MUD creó estatutos, reglas, comisiones de trabajo y una secretaría ejecutiva. Ahí había lo que llamo una institucionalidad de la coordinación. Eso fue lo que garantizó que la oposición venezolana pudiera cohesionarse en torno a una ruta, una estrategia y en torno a metodologías. Esto es importante porque siempre va a haber intereses individuales que choquen con los intereses de la alianza”.
Un valor que tienen las alianzas es aglutinar esfuerzos que a través de las capacidades tradicionales partidistas no se pueden alcanzar, explica Jiménez. “Cuando vemos este anuncio, en realidad son las mismas cabezas sin una ruta clara. Insisto, ni siquiera se conocen los mecanismos de toma de decisiones para dirimir conflictos dentro de esta alianza. Esto es importante porque si la oposición venezolana se decanta nuevamente por el camino de subordinar a factores no tradicionales, no se tiene la capacidad de crear procesos de transición, ya ha quedado claro. Ni siquiera en el anuncio queda claro a quiénes de la sociedad civil independiente pueden sumar, dónde queda el chavismo disidente o los factores que hacen oposición al régimen y también al G4. Es decir, no importa un anuncio, importa la sustancia de la coordinación que para mí no queda claro”.
Jiménez afirma además que hay un “grave error”, no solo en la dirigencia opositora sino en la sociedad venezolana, de hacer “borrón y cuenta nueva” en lugar de hacer introspección y revisión de errores del pasado, lo que conduce “a repetir los errores una y otra vez. Hay que hacer una reflexión profunda, entender los diferentes hitos de coordinación e identificar dónde estuvieron las fallas. Ya luego de 21 años deberíamos estar en un proceso de aprendizaje. Hay mucho trabajo y todavía no hemos encontrado la respuesta a la pregunta del qué queremos, decimos que queremos democracia y libertad pero creo que no hay visiones compartidas de lo que es la democracia y libertad”.
Sobre este punto, el politólogo Daniel Varnagy coincide con Jiménez en la poca capacidad de hacer introspección profunda por parte de la oposición. “Las dirigencias de las oposiciones son muy poco proclives a aceptar críticas constructivas. Ellos buscan a sus amigos para decidir qué van a hacer y cómo hacerlo. No quieren escuchar versiones contrarias, no tienen capacidad de un pensamiento profundo y de hacer autocrítica. Por eso mucha gente no tiene esperanza con estos cambios, que terminan siendo nombre pero no de estrategia”.
Pero Ricardo Sucre Heredia apunta a que “si esto (la alianza) ha tardado en salir” es porque hubo un proceso de reflexión, por lo menos del pasado más inmediato. “Pero siento que han reflexionado más en lo táctico operacional. En lo estratégico no, porque ni siquiera se plantea una discusión de sus premisas. El G4 sigue pensando que tiene la mejor estrategia pero el problema es la represión, la maldad, la corrupción o que las Fuerzas Armadas no se voltean, pero no algo de su propia estrategia. No ha habido una reflexión de fondo, pero hay señales”.
El profesor de la UCV considera que la oposición debió abrir su juego político desde 2019 para construirse como una alternativa política, “pero se construyeron como un gobierno de fantasía. Que se quiera hacer ese trabajo político de acercarse a las fuerzas es una reflexión, pero no alcanza para cohesionarse como una figura parecida a lo logrado por Lech Walesa o Felipe González. La oposición sigue en su lógica de junta de 1958”.
Elecciones en la mira
Maryhen Jiménez comenta que en cuanto al objetivo de lograr elecciones, la oposición podría estar “abriendo la puerta” para considerar su participación en las elecciones regionales y municipales previstas para este año. “El tema no es solo considerarlas, se debe construir realmente el camino para poder participar en unas elecciones que sabes de antemano que no serán competitivas. Venezuela es un régimen autoritario. Para poder tener elecciones competitivas, libres, justas y verificables en realidad es un proceso que viene como consecuencia de la misma transición a la democracia, es como un segundo paso, aunque con esto no quiero decir que ese primer paso signifique que no existan elecciones o se puedan mejorar las condiciones para la participación”.
La politóloga asegura que se deben manejar las expectativas de los procesos electorales venideros, no para simplemente decir que se va a participar por participar, “sino que hay que luchar por condiciones, como la escogencia de nuevos rectores para el CNE. Eso es un tema a presionar en la comunidad internacional”.
A pesar de ello, Maryhen Jiménez comenta que no está tan claro que la oposición esté haciendo énfasis en este punto. “Cuando analizamos los discursos, el tema queda en que la comunidad internacional haga algo o que algo mágico religioso ocurra. Para poder ser creíble tienes que creer en esa ruta, no estar con un pie fuera. Tienes que crear, más allá de la alianza opositora partidista, una coordinación amplia entre diferentes sectores, incluyendo sociales, económicos y religiosos, para crear un movimiento social que en estos momentos no quiere escuchar sobre política”.
La ruta electoral facilita la construcción de ese movimiento, refiere Jiménez, pues hay ejemplos claros sobre movimientos sociales y de democratización por elecciones, donde los procesos electorales son puntos focales en la lucha por la recuperación de la democracia.
No se trata de solamente ser una oposición democrática que cree en la ruta electoral sino también parecerlo, insiste la politóloga. “Para ello hay que dar los pasos correspondientes para recuperar la credibilidad de la población”.
Mientras que Daniel Varnagy señala que hay dos lecturas al respecto. Por un lado se pudiera pensar que se está haciendo una propuesta de participación, pero en el mismo documento no se subsanan todas las razones que generan una desconfianza de muchos años de la sociedad civil sobre los procesos de votación actuales, es decir, el Registro Electoral, el CNE, ese sesgo ideológico que está imperando en los distintos poderes públicos que hacen tener certezas que la voluntad individual no se va respetar”.
Otro de los puntos que menciona Varnagy es el rechazo al “trasfondo electoral, pues mucha gente piensa que detrás hay negociaciones y se usa el tema electoral para legitimarse, pero ninguno de los ámbitos ha hecho una propuesta de ruptura al sistema que ha llevado a la tragedia, sino sencillamente se están enfocando en elecciones sin soluciones”.
El politólogo Ricardo Sucre Heredia también considera que la oposición estaría planteándose seriamente su participación, debido a que hay grupos que quieren ser parte de estos procesos. “Pero el gran problema de la oposición, más allá de los comunicados y lo que esté planteado allí, es que no tienen nada concreto. Su poder real quedó limitado al reconocimiento internacional, pues internamente no tienen nada debido a que perdieron porque dejaron de participar en elecciones con condiciones y sin condiciones, como lo quieran ver. Se adoptó una política de apostar a sanciones para apostar un quiebre y desecharon opciones como el Frente Amplio, por ejemplo”.
En esta crisis del coronavirus lo único que han mostrado es el mecanismo Covax, refiere el profesor de la UCV, “pero la oposición está postrada y está viendo si con este tema pueden levantar algo. Muchos políticos saben que la manera de generar reacción es yendo a elecciones, aunque no les guste tocar ese tema. Ya hay figuras que lo plantearon como Américo de Grazia, que dio un giro de 180 grados”.
A juicio de Sucre Heredia, la oposición sigue en la apuesta de unas elecciones generales más allá de procesos electorales particulares, a menos que se trate de la Presidencia de la República. «Pero si la oposición está apostando a construir una fuerza para llegar a 2024 deberían decirlo. El problema central de la oposición va a seguir siendo qué tienen de concreto como poder. Afuera tiene reconocimiento pero adentro no tienen ni eso dentro de sus pares».