Nuevos entendimientos, por Simón García
Twitter: @garciasim
No vamos a iniciar con el párrafo retórico sobre las crisis que ocasiona el gobierno y su gestión destructiva. Santo y seña que exigen muchos que piensan que es más fecundo disparar un tuit ingenioso que asistir a una reunión de vecinos. Una oposición que no existe para más de la mitad del país debe abandonar sus rituales y ocuparse por entenderse a si misma.
Ocultar los errores, desterrar la reflexión crítica, satanizar las disidencias es insistir en la ruta del cangrejo. Bloquear el debate y desviarlo es renuencia a reconocer los errores, paso previo a conocer como superarlos. El móvil de esta resistencia es tener habilitado un retroceso para volver a la estrategia que ha fracasado, cuyo desastre el fantaseo extremista se empeña en tapar como los gatos.
Las plataformas que llamaron a derrocar a Maduro están hoy de capa caída. Produjeron la paradoja de un enfrentamiento ilusorio al régimen, funcional a la estabilidad del gobierno. Sus empeños condujeron a fraccionar y debilitar a la oposición hasta convertirla en testimonial.
El país necesita un entendimiento plural de la oposición concertada en torno a luchas por reformas progresivas para aliviar la situación social insostenible, restablecer capacidades productivas y defender el ejercicio de derechos recortados por la autocracia. El terreno para que esa oposición le compita hegemonía al gobierno debe ser electoral y social. El criterio de avance debe ser la extensión, duración y estabilidad de los logros, no la velocidad de los atajos.
En las condiciones defensivas en las que se ha colocado la oposición no es viable imaginar una transición sin un entendimiento con Maduro y factores del actual campo dominante. Hacia este objetivo apuntan los EEUU, la Unión Europea y los aliados geopolíticos de la causa democrática en Venezuela.
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A la oposición le corresponde restablecer y ordenar sus fuerzas, acordar entre sus partes las reglas que le permitan operar como un todo y tomar como escenario de aproximación la gestión en las Alcaldías y Gobernaciones ganadas en las recientes elecciones regionales. Estos lugares son la sede para proyectar un nuevo compromiso con la gente y pausar la idea que acelerar una competencia para seleccionar un candidato presidencial sea el hilo para salir del laberinto.
Todos los escenarios de la oposición están teñidos por su derrota estratégica, cuyos responsables están dispuestos a desaparecer antes que reconocerla e incorporarse a un auténtico debate para reformular, lo más consensualmente posible, una política transicional.
Proteger la fuerza del conjunto es la base para incrementar la fuerza propia, compartir las responsabilidades por la situación de la gente y contribuir a crear uno, diez, cien, miles de espacios sociales democráticos es la ruta.
Trabajar por unir a todos los descontentos y por articular el fortalecimiento de los partidos a la relación con instituciones y organizaciones que son hoy actores con mayores fortalezas es el medio disponible para desplegar liderazgos en tierra.
No existe un manual sobre cómo se llega a un triunfo. Quizá sea conveniente dejar reposar a Tsun Zu y a Maquiavelo para comenzar a leer a los venezolanos que estuvieron detrás de los tres eventos históricos que han hecho avanzar al país: el programa de Febrero del 36, la llamada revolución del 45 al 48 y la reconquista de la democracia en 1958.
Es tiempo de pensamiento y acción para rectificar, unir y avanzar. ¿Podremos entendernos todos?
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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