Nuevos oscurantismos, por Félix Arellano
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El autoritarismo en sus diversas expresiones crece en el mundo, tanto la institucionalidad democrática como los valores liberales enfrentan serias amenazas y resulta sorprendente el apoyo, en particular de jóvenes, a los discursos manipuladores de los radicalismos y populismos, edulcorados de nacionalismos, exclusión y xenofobia; pareciera que, en la mayoría de los casos, juegan como fichas ingenuas del autoritarismo que los utilizan para llegar al poder y luego les reprimen sus reclamos de libertad.
Frente a las perversas tendencias autoritarias resulta fundamental difundir, apoyar hasta donde nos resulte posible y crear consciencia sobre la lucha heroica que, mayorías libertarias anónimas, están desarrollando, arriesgando sus vidas en Irán (fundamentalmente mujeres jóvenes), Cuba, incluso Ucrania; para lograr establecer libertades e instituciones que garanticen el respeto de los derechos humanos fundamentales. En esencia, mejores oportunidades de vida, y la reacción gubernamental es la brutal represión.
Estamos conscientes de que la historia no se repite, empero, pareciera que nos remontamos a los inicios de la modernidad en la lucha contra el oscurantismo. En estos casos nos enfrentamos con regímenes que promueven ignorancia, miseria, hambre; a los fines de lograr el control social. El autoritarismo cargado de historicismo, racismo, nacionalismo; avanza promoviendo polarización, exclusión y destrucción.
Los textos oficiales pueden ser religiosos o viejos manuales de una nomenclatura privilegiada que se autodefine como la revolución del proletariado; pero, indiferente del formato, los autoritarismos coinciden en la conformación de un aparato represivo que amedrenta, persigue, tortura e incluso elimina a los críticos y la crítica, que crece de forma exponencial en el marco de las arbitrariedades y la pobreza.
La barbarie que están enfrentando seres humanos ansiosos de cambios y libertades en estos momentos debe formar parte de las lecciones que debemos asumir y difundir.
Resulta inaceptable el silencio complaciente y cómplice, ante la magnitud de las violaciones de los derechos humanos, de organizaciones como el Foro de San Pablo o el Grupo de Puebla, o posiciones como las asumidas por los Presidentes de México y Argentina, Bolivia amparados en una falsa soberanía y autodeterminación.
El silencio se hace parte de la guerra híbrida que promueve la geopolítica del autoritarismo contra las instituciones liberales, difundiendo falsas narrativas con aires de humanismo y turbias retóricas de liberación, lucha antisistema o simple relativismo cultural, para atraer ingenuos y generar inestabilidad en los países democráticos.
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En el mundo se debe apreciar que la cruel dictadura en Corea del Norte ha sometido a su pueblo a continuas hambrunas y permanente represión para perpetuar una cúpula en el poder; por el contrario, al frente nos encontramos con el caso de Corea del Sur que, bajo un sistema de libertades, avanza como potencia económica, con una envidiable prosperidad.
Al analizar cuidadosamente la evolución de la economía cubana se puede apreciar cómo la dictadura comunista, para perpetuarse en el poder, fue destruyendo progresivamente cualquier vestigio de emprendimiento individual, destruyendo la riqueza para generar pobreza que se pueda controlar, siempre con narrativas manipuladoras. El romanticismo revolucionario que aún logra apoyos en el mundo, algunos en las comodidades y libertades del primer mundo, orgullosos de un supuesto heroísmo revolucionario caribeño, sin querer profundizar en el desastre y la farsa.
El presidente Vladimir Putin desde su cúpula autoritaria cultiva el anacrónico discurso de la Rusia imperial, una visión terrófaga y ultraconservadora que tiene respaldo en algunos grupos políticos del país indiferentes a la farsa del discurso y sus lamentables consecuencias sociales. Los nacionalismos y las supremacías étnicas que pueden peligrosamente desembocar en limpiezas étnicas.
El presidente Putin y las minorías que lo respaldan solo atienden a sus intereses de poder, por eso, ante los progresivos fracasos en la invasión a Ucrania, han entrado en una fase de desesperación peligrosa para Rusia y para el mundo. El irresponsable chantaje nuclear frente a Occidente, tiene que encender las alarmas en el mundo y sumar a todos los defensores de la dignidad humana en esta lucha contra el oscurantismo iliberal que avanza en el planeta.
Debemos estar alertas ante la guerra híbrida del autoritarismo contra los valores liberales, en particular el intrincado caso del expansionismo chino, que se presenta como el defensor del libre mercado en el Foro Económico de Davos y en la Organización Mundial del Comercio y promueve la tesis de la eficiencia de la democracia de partido único, menospreciando las libertades y para perpetuar la camarilla en el poder reprime la protesta, que se está presentando previo al inicio del Congreso del Partido Comunista, desprecia las minorías, estrangula a Hong Kong, amenaza a Taiwán y a la mayoría de sus vecinos en su dura carrera expansionista.
Adicionalmente,desarrolla un discurso antisistema que tiene respaldo en muchos gobiernos de los países en desarrollo que logran el rápido apoyo económico, particularmente financiero chino, que se presenta inicialmente sin condicionalidades, pero luego la situación se va sincerando, se conforma un modelo primario exportador, donde China consume las materias primas y exporta las manufacturas, aquello que la izquierda cuestionaba en el marco del capitalismo y ahora ignora con una solidaridad mecánica que evidencia complicidad.
Mucha protesta social en las democracias latinoamericanas sirve la mesa al falso discurso del autoritarismo. Un caso representativo, la lucha indígena es legítima, forma parte de un drama histórico de exclusión y maltrato en la región, pero Evo Morales hace del problema estructural la bandera para perpetuarse en el poder y en estos momentos desarrolla una dura lucha por el control del partido y con ello garantizar su próxima candidatura presidencial.
Pero, enfrentar los oscurantismos que nos acechan conlleva un nivel de complejidad, pues implica, entre otros, un arduo trabajo en el mundo de los valores y de la conciencia. Impacta ver grupos de jóvenes destruyendo las instituciones democráticas y los valores liberales y la infraestructura de sus países, amparados en una supuesta lucha contra el imperio. Muchos reclamos legítimos, pero el vandalismo es parte de la estrategia expansionista del proyecto autoritario, que enfatiza las debilidades de Occidente, pero encubre las perversidades de su modelo.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.