Octubre: Leopoldo, la molécula y el misil…, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Octubre se despidió literalmente a todo vapor, dejándonos torres petroleras desventuradas, un líder opositor fugado, una pelea de perros del jefe revolucionario con el gobierno español, un periodista acusado falsariamente de terrorismo, un presupuesto nacional de fantasía, ancianos muertos por inanición, el dólar rompiendo la barrera del medio millón y elecciones legislativas que siguen pasando como las más desapercibidas de la historia.
Fue un mes verdaderamente loquísimo. Pero apenas un tanto más que el promedio. Y eso sin mencionar las cifras supuestamente (aquí todo es suposición) en caída libre del covid-19 y el descubrimiento por el IVIC de la molécula DR-10, que a decir de sus promotores, los mismos que han destruido las universidades y la investigación científica en Venezuela, resultará el puntillazo a la pandemia, mientras en el resto del mundo, y especialmente en los Estados Unidos, se rompen récords diarios de contagios.
La información sobre la DR10, dice Maduro, le fue censurada por Facebook. A lo mejor porque no le encontraron ni una molécula de verdad o están convencidos, como nosotros, que la mentira es consustancial a este régimen. Consustancial: “que es de la misma sustancia, naturaleza y esencia que otra cosa” (DRAE). Como anillo al dedo. Como misil de embuste en refinería petrolera.
Nicolás Maduro censurado en Facebook. Foto: Mi Zitácuaro Noticias
La salida, ni tan sorpresiva, de Leopoldo López, debería marcar un recomenzar de su trayectoria política. Ahora que fue recibido en tiempo récord por el jefe del gobierno español, ahora que el máximo líder del Partido Popular lo llama “el Mandela de Venezuela”, ahora también que la administración norteamericana disipó las visiones surrealistas de la quimera interventora, atrás deberán quedar como un sueño perturbador los atajos del tipo La Salida, del 30 de abril o de la Operación Gedeón.
López tiene ahora ante sí otra ruta muy exigente y laboriosa pero ineludible, la de la construcción política: diálogo, negociación, empeño por la unidad, comenzando entre las propias fuerzas opositoras. Y a disputarle en cambote cada espacio de elección popular a la dictadura.
La ida de Leopoldo hizo que Maduro increpara a Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, como si se tratara de una doméstica que le hubiera robado su tumbadora, su bufanda tricolor o la gorrita azul que desempolva cuando viaja a Rusia. En tono de reyerta botiquinera despachó al embajador español. Así es su diplomacia escatológica. Atrás quedaron los arrumacos de cuando a Delcy se le facilitaba saltarse las sanciones de la UE para desayunar furtivamente en Barajas. Otro palito quebrado más.
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Pero si desapercibida pasa la campaña electoral para las legislativas, con partidos de oposición que ni se oponen ni exigen garantías anti ventajismo –aunque tampoco tienen muchos medios para hacerlo ni capacidad de movilización, secuestrado todo por un Maduro que aparece a hacer campaña por la tele todos los días a las 5 de la tarde– no es menos cierto que la consulta popular promovida por el gobierno interino no corre mejor suerte. Todavía no prende la mecha.
Cumplirá la consulta, eso sí, el objetivo de darle al diputado Guaidó un piso de sustentación, aunque precario, más allá del 5 de enero, cuando concluya el actual período legislativo. En equilibrio sobre una cuerda no muy tensada habrá de encontrarlo la nueva administración norteamericana que, si juzgamos por lo que dicen todas las encuestas a escasos tres días de los comicios, presidirá Joe Biden a partir del 20 de enero.
Así entrará en escena el mes de noviembre, con el país cuesta abajo, porque siempre es posible estar peor, entre humos de la leña quemada en los fogones modelo socialismo siglo XXI, colas kilométricas para la gasolina y el gas y Maduro y sus cófrades reprimiendo y viviendo en plena fantasía revolucionaria. Como muestra: un presupuesto nacional, aprobado vía express sin un balido discrepante de la borreguil manada constituyente, que no toma en cuenta la aniquilante hiperinflación.
Meros rituales, imposturas cotidianas de un régimen que, para colmo de males, ahora se pretende el gran guachimán de la “revolución latinoamericana”. ¡Qué desgracia!
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