ONG humanitarias suspendieron actividades en Afganistán tras veto a dar empleo a mujeres
Desde la llegada de los talibanes al poder en Afganistán, en agosto de 2021, los derechos de las mujeres han mermado con prohibiciones como no poder optar a trabajos públicos, estar vetadas de las universidades y escuelas secundarias, y ahora estar inhabilitadas para trabajar con organizaciones no gubernamentales
Varias organizaciones no gubernamentales extranjeras anunciaron, este domingo 25 de diciembre, que suspendían sus actividades en Afganistán después de que los talibanes prohibieran trabajar a las mujeres en este tipo de organizaciones, una medida que hará «muy difícil» mantener la ayuda humanitaria en el país, advirtió un alto responsable de la ONU.
A la espera de «aclaraciones» sobre esa decisión, «suspendemos nuestros programas y exigimos que hombres y mujeres puedan continuar» en igualdad de condiciones «con nuestra ayuda para salvar vidas en Afganistán», dijeron en un comunicado Save the Children, el Consejo Noruego para los Refugiados y CARE Internacional.
Otra ONG, el Comité Internacional de Rescate (IRC) también anunció poco después que suspendía sus actividades en el país.
«Si no estamos autorizados a emplear a mujeres, no estamos en capacidad de prestar servicios a quienes lo necesitan», indicó.
En la misiva enviada el sábado a las ONG, el ministerio de Economía talibán les ordenaba dejar de emplear a mujeres bajo la amenaza de perder su autorización para poder operar en el país.
Justificaba la decisión en que se habían recibido «quejas» de que las mujeres que trabajaban en estas organizaciones no respetaban el uso del velo islámico.
En Afganistán, las mujeres están obligadas a cubrirse el rostro y el cuerpo entero.
«Si no están en condiciones de revocar esta decisión, será muy difícil seguir y proporcionar ayuda humanitaria de manera independiente y justa, porque la participación de las mujeres es muy importante», declaró a AFP el coordinador humanitario de la ONU para Afganistán, Ramiz Alakbarov.
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Impacto «devastador» en Afganistán
Karen Decker, representante de Estados Unidos en Afganistán, pidió cuentas al gobierno fundamentalista. «Como representante del mayor donante de ayuda» a este país «creo que tengo derecho a preguntar a los talibanes cómo pretenden evitar que las mujeres y niños mueran de hambre, si las mujeres ya no pueden distribuir ayuda a otras mujeres y niños», tuiteó el domingo en varios idiomas.
El portavoz de los talibanes, Zabihulah Mujahid, respondió también en Twitter: «No permitimos que nadie diga nada ni amenace con respecto a las decisiones de nuestros líderes en materia de ayuda humanitaria».
Decenas de organizaciones trabajan en regiones remotas de Afganistán y muchas emplean a mujeres.
«No queremos suspender la ayuda de inmediato, puesto que perjudicaría al pueblo afgano», advirtió Alakbarov, al tiempo que insistía en que el veto tendrá un impacto «devastador» en la ya deteriorada economía afgana.
Según la ONU y las agencias de cooperación, más de la mitad de los 38 millones de habitantes del país necesitarán ayuda humanitaria durante el duro invierno.
La Organización de la Conferencia Islámica (OCI), también condenó el domingo el veto educativo y su secretario general, Hissein Brahim Taha, llamó «enérgicamente» al régimen talibán a revisar su decisión, considerándola «contraria a los intereses del pueblo afgano».
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«Un infierno para las mujeres»
En los últimos meses, los talibanes, que regresaron al poder en agosto de 2021, han estrechado el cerco sobre las mujeres.
Hace menos de una semana les prohibieron el acceso a las universidades del país y desde marzo, tampoco podían acudir a las escuelas secundarias.
También están excluidas de numerosos empleos públicos, no pueden viajar solas y tienen prohibido acceder a parques, jardines, gimnasios y baños públicos.
«Este último retroceso flagrante de los derechos de las niñas y las mujeres tendrá consecuencias de gran alcance para la prestación de servicios de salud, nutrición y educación a los niños», tuiteó el domingo el director regional de Unicef, George Laryea-Adjei.
Una mujer afgana de 27 años contó a la AFP, bajo condición de anonimato, que tenía que empezar a trabajar el domingo en una oenegé internacional.
«El arduo trabajo que he realizado en los últimos años en el campo de la educación se ha hecho añicos», lamentó.
Para Shabana, empleada de 24 años de una oenegé en Kabul, la situación también dio un vuelco.
«Somos quince en mi familia y soy el único apoyo, si pierdo mi empleo, mi familia morirá de hambre», dijo. «Mientras ustedes celebran la llegada del año nuevo, Afganistán se ha vuelto un infierno para las mujeres».
*Con información de AFP vía RFI