«Operación Éxodo»: mineros ilegales huyen de la Amazonía brasileña
Miles de mineros empezaron a huir de la reserva yanomami después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ordenara la semana pasada una zona de exclusión del espacio aéreo, impidiendo la circulación de las avionetas que usan para transportar comida y suministros
Calzando un par de chancletas rotas amarradas por un cordón desgastado, el minero clandestino Joao Batista lleva días caminando para salir de la selva amazónica: huye de la operación de las fuerzas de seguridad brasileñas para expulsar a los invasores de la tierra indígena yanomami.
Batista, un hombre enjuto de 61 años, con la piel curtida por el sol, es uno de los miles de «garimpeiros» que están dejando la reserva indígena ante el despliegue de la policía y el ejército.
En este inmenso territorio protegido en el estado de Roraima (norte), los invasores son acusados de desatar una crisis humanitaria.
Líderes indígenas afirman que los buscadores de oro han contaminado el agua de los ríos con mercurio, destruido la selva, violado y asesinado a miembros de su comunidad, además de desencadenar una crisis alimentaria que está devastando a los 30.000 yanomamis del lugar.
Batista pasó los últimos meses trabajando en una mina ilegal o «garimpos». Pero no se considera un criminal. La vida le ha dado pocas alternativas, afirma.
«Mira, yo no fui a la escuela. A mi edad, ¿de qué voy a vivir?», dijo a la AFP mientras recorría un camino de tierra batida en las afueras del pueblo de Alto Alegre.
Todavía le restaban 85 km para llegar a su casa en la capital, Boa Vista.
En la misma dirección, una familia huida de un campamento minero hacía autostop: una madre de 23 años, su esposo de 15 y sus tres hijos pequeños.
Contrajeron malaria en la selva y estaban muy enfermos para caminar, aseguraron.
«Nuestros niños también están enfermos. Preciso llegar a Boa Vista», dijo el joven padre.
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Mineros en éxodo
Miles de mineros empezaron a huir de la reserva yanomami después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ordenara la semana pasada una zona de exclusión del espacio aéreo, impidiendo la circulación de las avionetas que usan para transportar comida y suministros.
Algunos están emprendiendo la extenuante travesía a pie. Otros, por el río Uraricoera, apiñados en barcos largos y angostos, a veces con hasta 30 pasajeros.
El ministro de Justicia, Flavio Dino, afirmó el lunes que el gobierno está desplegando más de 500 policías y soldados para expulsar a los mineros, junto a sus cocineras, prostitutas, y otros grupos atraídos hasta la selva por la fiebre del oro.
Las autoridades esperan que para el momento en que la policía empiece a desalojarlos por la fuerza, «por lo menos el 80%» de los 15.000 invasores haya salido por su cuenta.
Como primer paso, la agencia ambiental Ibama informó el miércoles que empezó a destruir bienes confiscados en las minas, incluyendo un helicóptero, una avioneta y una excavadora.
A la vez, la Policía Militar de Roraima lanzó la llamada «Operación Éxodo», para «intensificar» su presencia y prevenir «trastornos» con la población local durante la huida de los «garimpeiros».
La reserva yanomami, mayor territorio indígena de Brasil, es una de las varias reservas que sufrió una entrada masiva de mineros durante el gobierno del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), a quien los ambientalistas acusan de fomentar las invasiones.