Oro parece, paja es; por Teodoro Petkoff
Cualquier día de estos el Presidente nos sorprende con el anuncio de la estatización de Pdvsa. Acaba de informar la semi-estatización de la industria del oro, mediante la creación de empresas mixtas en las cuales el Estado reduce a socios de ficción a empresas y mineros artesanales. Lo curioso del caso es que la industria de extracción de oro casi en su totalidad, desde el punto de vista de empresas, está en manos del Estado desde hace décadas. Minerven, la más importante de ellas, es estatal desde siempre.
Por cierto, para variar, trabaja con gruesas pérdidas porque ya se sabe que Chávez ganó el Premio Nobel de Química debido a su capacidad de transformar en caca todo lo que toca. Las Cristinas terminó en un proyecto fallido y la única empresa importante en ese sector es la rusa Rusoro, que termina siendo la única realmente estatizada. Lo demás en ese campo está a cargo de los pequeños mineros artesanales, que pasan a ser una suerte de empleados del Estado, recibiendo una pequeña regalía.
Que el Estado intervenga la explotación de oro y regule sus términos viene siendo una vieja idea que intentó ser plasmada en el decreto 1.852, durante el gobierno de Caldera, para proteger ese delicado ambiente ecológico de la selva guayanesa y su enorme biodiversidad, delimitando claramente las diversas actividades económicas que podrían llevarse a cabo en la región y regulando estrictamente la explotación del oro, para proteger el área de la depredación producida sobre todo por la minería artesanal.
La marabunta chavista no aplicó jamás el decreto, que murió de consunción y ahora el Presidente, como si no tuviera trece años en el poder, nos dice, con su caradurismo acostumbrado, que «Los gobiernos puntofijistas convirtieron a Guayana en un pantano».
Si eso fuera verdad (que en parte lo es, porque aunque ese emporio industrial que Chávez está liquidando fue creado durante los años en que él era un cadete y un oficial en plan golpista, en materia de oro y diamantes hubo siempre una casi absoluta desaprensión y descuido), ¿necesitó trece años nuestro primer hablador de paja para darse cuenta de ello y tomar finalmente medidas? ¿Qué pasó durante estos trece años? ¿Dónde estaba el Presidente, que no se daba cuenta del desastre guayanés? ¿A la cuerda de inútiles y ladrones que puso en la CVG no les va a pedir cuentas, en particular al general Rangel, actual gobernador del estado y ex capo de CVG, ese mismo que se pasó todo el 11 de abril de 2002 a la orden del gobierno de Carmona? Ahora Chávez habla de «mafias» y «contrabando» y truena contra ellas: «Hay que acabar con eso».
¿El pobrecito nunca había oído hablar de esas mafias? ¿Nunca supo hasta qué punto están involucrados en ellas determinados oficiales de la Guardia Nacional y otros altos funcionarios públicos del gobierno regional y nacional? Qué vaina se echó este país con esa banda de farsantes que le cayó encima.