Otra miradita para los costados, por Simón Boccanegra
Queremos añadir algunas consideraciones sobre el peligroso ritmo que lleva la economía global. Los problemas fiscales de varias de las economías desarrolladas han alcanzado el borde del barranco. En Estados Unidos, así como en Japón, están pendientes gigantescos ajustes, muy a tenor de las dimensiones de esas economías, a los cuales se unen los ajustes pendientes en Grecia, Irlanda, España, Portugal e Italia. Los déficit fiscales de los países europeos son alucinantes y obedecen a la violación sistemática de los acuerdos de Maastrich, que establecieron límites precisos al endeudamiento de todos los países y por tanto a la dimensión del déficit que debían estar obligados a no superar.
Los países ya citados, se sobregiraron y crearon un mayúsculo problema al Banco Central Europeo y a otras economías, que se han visto obligados a salir al auxilio de los irresponsables lo cual, por ejemplo, en Alemania ha provocado fuertes reacciones de malhumor popular. Pero el caso más grave es, sin duda, el de Estados Unidos. Su déficit trillonario, unido a un crecimiento esperado para este año no mayor de 1,5%, no augura nada bueno para el incremento del empleo y de los salarios. No augura nada bueno tampoco para Obama, a quien la crisis se lo puede llevar en los cachos. Lo que lo salva, por ahora, es que los republicanos lucen como una pandilla de irresponsables, a quienes nadie en su sano juicio confiaría una economía tan emproblemada como la gringa. Entre tanto han sufrido caídas drásticas todos los indicadores globales de la economía.
Las líneas de crédito y de liquidez; los márgenes de exposición al riesgo; los precios de los bonos soberanos (los de los nuestros están llegando al piso); las acciones de los bancos y, como si fuera poco, la abuela está pariendo morochos: los precios de los commodities, incluyendo el petróleo, también cogieron el tobogán. Insisto, miremos a nuestro alrededor para que el catarro no nos agarre sin pañuelo, como la vez pasada.