Otra vez Giordani, por Simón Boccanegra

A Jorge Giordani le gusta el béisbol y utiliza con gusto sus términos para ilustrar sus conceptos económicos, por eso no debe dejar de sentir extraña la situación de un pitcher abridor, enviado a las duchas en el quinto inning y que luego regresa como taponero. Muy mal debe estar el bullpen del equipo como para que un mismo lanzador desempeñe los dos roles. Pero es así. Chávez recurre a Jorge de nuevo porque no tiene a nadie en la banca. Por eso trae como ministro al mismo que creó los problemas con los cuales ahora tiene que lidiar. Fue el insensato anclaje del tipo de cambio lo que nuevamente sacó de la botella al genio maléfico de la inflación y lo que precipitó la caída libre de la economía en 2002. Giordani sintió como una bofetada su sustitución por Felipe Pérez, quien era uno de sus más pertinaces y ácidos críticos. La venganza es un plato que se come frío y Jorge debe haber dormido anoche con la barriga llena. Pero Felipe, más que contra la economía, se estrelló contra Tobías Nóbrega. Giordani debe tener ese hueso atravesado en la garganta. A propósito, a Jorge hay que reconocerle una cosa: es un hombre honrado.