Otra voz, por Simón Boccanegra
Me explica el director cómo fue que se le pasó ese rolincito entre las piernas sobre la enmienda constitucional, diciendo que ésta no va a referéndum.Y es que no pudiendo creer que Chacumbele fuera capaz de proponer un mecanismo que de nuevo debe pasar por consulta popular, dio por sentado, sin leer la Bicha, que el truco estaba en que la enmienda no exige referéndum aprobatorio.Todavía sin creerlo, cuando le advirtieron de su equivocación, abrió la Constitución.Y sí, allí está estampado, clarito:»Artículo 341, numeral 3: El Poder Electoral someterá a referendo las enmiendas a los treinta días siguientes a su recepción formal». Dice el director que entonces no se puede sino pensar que Chacumbele lanzó una cortina de humo, un elemento de distracción y que realmente no tiene el propósito de arriesgarse a la que sería esta vez una soberbia paliza. Este minicronista cree lo mismo.Tiene que ser un cambio de velocidad. Distraer a sus adversarios con un espejismo. Chacumbele, aún a pesar de sus últimos desempeños, no puede estar tan wild. No puede creer, de verdad, que podría ganar un referéndum para eternizarse en el poder. Esta vez, hasta quienes, entre sus votantes, se abstuvieron para no pintarle la paloma de frente, votarían «No».Ya me imagino a la gente en los cerros de Petare o en los miles de barrios populares de este país diciéndose de que manera habrá que decirle «No» a este tipo para que entienda. De modo que a eso de la enmienda no hay que pararle ninguna bola. Puro aguaje.