Otro más para el buche de Saturno, por Simón Bocanegra
Mi amigo Manuel Quijada, beneficiario del asesinato moral de René Molina, ahora ha sido triturado por la misma máquina de la cual él, tal vez involuntariamente, fue un engranaje. Su fracaso estaba cantado desde que dejó hacer frente al veloz proceso de configuración de nuevas tribus judiciales. Cuando los abogados de Tobías Carrero se apoderaron del Tribunal Supremo y colocaron uno de los suyos en la propia Dirección de la cual Manuel era jefe, se podía ver clarito para dónde iban las cosas. Los viejos y los nuevos caciques, vinculados por décadas de prácticas comunes, se dedicaron a poner sus fichas por todas partes. Por su lado, algunos personajes del MVR y del MAS, a quienes sería un peligro comprarles un carro usado, veteranos de mil batallas clientelares, entraron como río desbordado en el conuco judicial. El pretexto era el de la «revolución»; el objetivo real, colocar los compañeritos de clan o de tendencia allí donde hay y desde donde se pueden abrochar todos los negocios. La misma mierda, pues. Manuel, que es una persona decente, como lo es René Molina, no podía sobrevivir a esta atmósfera venenosa. Renunció, asqueado. Otro más para el insaciable estómago de Saturno.