Paliza en Ramo Verde, por Simón Boccanegra
A la velocidad con la cual aquí un escándalo tapa otro, la golpiza que les dieron a Leopoldo López, Enzo Scarano, Daniel Ceballos y Salvatore Lucchese, en Ramo Verde, pareciera haber quedado atrás. Sin embargo, vale la pena un comentario, así sea tardío.
Porque lo ocurrido es gravísimo y sin antecedentes en el país. Se supone que el gobierno debe garantizar la seguridad de sus presos, cualquiera sea su carácter.
Empero, en este caso siete sujetos bien papeados y entrenados entraron a la cárcel, con los militares de la custodia volteando para otro lado y haciéndose los pendejos, y la emprendieron a golpes con los tres presos. Cobardía y alevosía. Si no estuviéramos en la Venezuela chavo-madurista la cosa sería sorprendente.
Pero aquí ya nada causa extrañeza. El abuso de poder se ha vuelto banal. Sin embargo, por mucho que ya nada nos sorprenda, no se puede dejar de llamar la atención sobre el silencio de las autoridades ante ese episodio.
Ninguna de estas, ni alta ni baja, se sintió obligada a decir algo. Luego, quien calla, otorga. Con lo cual, eventualmente, queda abierto el camino para la repetición de esta clase de acciones, puesto que la impunidad está garantizada. De acuerdo con la ley, la de aquí y la de otras partes, como ya apuntamos más arriba, los gobiernos deben asegurar la integridad de sus presos. Aquí hace rato que tal cosa no se cumple y son frecuentes las noticias sobre lo que en ese sentido ocurre en nuestras cárceles. Por supuesto, como se trata de presos comunes, la noticia no hace olas, pero en el caso de Ramo Verde, siendo una prisión militar, lo ocurrido con los cuatro presos configura una situación que no podía haber ocurrido sin la orden expresa y sin la complicidad de las autoridades militares. Que quede constancia.