Palo de agua inflacionario, por Teodoro Petkoff
Hace unos días uno de los funcionarios económicos del régimen, Rodrigo Cabezas, se refería con sorna a la equivocación de aquellos economistas o agentes económicos que pronosticaban una inflación cercana al 40% para este año. En este diario, donde jamás compartimos aquellos pronósticos, podríamos acompañar a Rodrigo en sus burlones comentarios de no ser que le faltó una consideración mucho más importante que los cálculos de algunos pocos economistas dados a la visión apocalíptica: la que merecían los pronósticos del gobierno para 2010. Sobre la tremenda discrepancia entre lo que auguraba el gobierno para este año y lo que ha ocurrido en la realidad, el ex ministro no dijo ni ñe.
Pero ocurre que entre las premisas macroeconómicas presentadas por el Rey de la Pamplina Frita, Jorge Giordani, se encontraba una inflación entre 20% y 22% para 2010. Tremendo pelón que el ocurrente Cabezas no consideró digno de sus dardos. A estas alturas la inflación acumulada hasta noviembre es de 24,9%, lo cual permite pronosticar que al cierre del año alcanzará entre 27% y 28%. Bien lejos del optimismo de Giordani. Es bueno que se sepa que las cifras macroeconómicas no son, cuando las emite un Banco Central serio, un mero capricho de algún funcionario que dice, como quien no quiere la cosa «pon ahí 22», sino que se trata de una meta que supone deberá ser alcanzada de aplicarse determinadas medidas antiinflacionarios específicas. Es decir, se trata de una meta que se supone científicamente establecida y no al ojo por ciento.
¿Cómo explicará Chacumbele esta brecha entre las estimaciones de su gobierno y los resultados producidos por sus políticas económicas? Pero en materia de crecimiento económico tampoco estuvo acertado el gobierno. Se atrevió a pronosticar un crecimiento de 0,5% para este año. Eso en verdad no es crecimiento, pero entre sus pamplinadas Giordani daba a ese guarismo el significado de su inefable submarino asomándose a la superficie. Sin embargo, la maldita realidad se niega a obedecer las órdenes del «comandante presidente» y no le hace caso al dúo dinámico, Giordani-Merentes. Con respecto a los tres primeros trimestres de 2009, en el mismo lapso ya corrido de 2010, la actividad económica medida en términos de Producto Interno Bruto (PIB), arroja una caída de 2,4%. 2,4% por debajo de cero, para estar claro. Para alcanzar la modestísima meta de 0,5% de crecimiento a la cual aspiraban los conductores de la política económica del chacumbelato, la economía tendría que crecer en el último trimestre algo así como 6%, cosa, obviamente, que ni con la ayuda de los babalaos cubanos sería posible de lograr. Lo que va a ocurrir es que el año va a terminar con un decrecimiento económico de alrededor de 2%. Son pues, dos años consecutivos de crecimiento negativo. El resto del capitalismo latinoamericano, incluido el regido por gobiernos de izquierda, está floreciente. Ya va siendo hora, pues, de que Chacumbele prescinda de sus asesores cubanos y se traiga a bolivianos y nicaragüenses para que le expliquen cómo aquellos países de la ALBA se las arreglan para tener inflaciones por debajo de 2% y tasas positivas de crecimiento económico.