Papa Francisco y la «unión civil» de homosexuales: tres preguntas clave
Las palabras del Papa Francisco, Jorge Bergoglio, han dado la vuelta al mundo y despiertan interrogantes sobre la postura oficial de la Iglesia Católica con respecto a los homosexuales y al “matrimonio” igualitario, que hasta ahora ha sido rechazado por la doctrina eclesial
Autor: Dane Uzcátegui
El documental Francesco, realizado por el cineasta ruso Evgeny Afineevsky y estrenado el pasado 21 de octubre en el Festival de Cine de Roma en el que recibió el Premio Kinéo de Cine para la Humanidad, ha desatado una nueva polémica en torno al Papa Francisco y sus posturas personales, etiquetadas por muchos como liberales y contrarias a la Tradición católica.
“Las personas homosexuales tienen derecho a estar en una familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de una familia a nadie, ni hacerle la vida imposible por eso. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil, tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso”, son las palabras que se escucha decir al pontífice en la pieza audiovisual.
El clip fue extraído de una entrevista otorgada en 2019 a la periodista Valentina Alazraki, corresponsal en Roma de la cadena Televisa, aunque el material publicado en ese momento no incluía la segunda parte de la frase en la que el pontífice apoya la creación de una ley que regule la convivencia civil entre personas del mismo sexo.
Sobre las razones de la omisión de esta parte de las declaraciones, Rubén Acosta Montoya, director de Comunicaciones de Televisa, indicó al Washington Post que este extracto fue eliminado por el Vaticano, que es el propietario de todo el material audiovisual que se obtenga en la Santa Sede: “Alguien en el Vaticano nos dio la porción que finalmente transmitimos, y más adelante le dieron el resto del material a otra persona”, aseguró refiriéndose a la producción del mencionado documental.
Las palabras de Bergoglio han dado la vuelta al mundo y despiertan interrogantes sobre la postura oficial de la Iglesia Católica en el tratamiento a los homosexuales y al “matrimonio” igualitario, que hasta entonces ha sido rechazado por la doctrina eclesial.
¿Ser gay es pecado?
Son varios los documentos oficiales de la Iglesia que condenan los actos homosexuales. En los últimos 40 años la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado tres cartas que fijan claras posiciones sobre el tema: Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (2003), Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales (1986) y Declaraciones acerca de ciertas cuestiones de ética sexual (1975).
En el texto de 1975 se subraya la necesidad de comprender la condición homosexual y se plantea que la culpabilidad de los actos homosexuales debe ser juzgada con prudencia. En este sentido tiene en cuenta la distinción entre tendencia homosexual y actos homosexuales, describiéndo los últimos como actos “instrínsicamente desordenados” que en ningún caso pueden recibir aprobación.
Para explicar las aplicaciones de esta doctrina, el Monseñor Luis Tineo, teólogo moral y presidente de la Comisión episcopal de cultural de la Conferencia Episcopal Venezolana, recuerda que desde el campo científico aún se discute si el origen de la tendencia homosexual se debe a una característica “innata” o “adquirida” por una persona en su proceso de socialización.
“En los casos de una tendencia innata, claramente definitoria en una persona, la homosexualidad, como cualquier tendencia innata no es pecado, por no depender de ninguna elección libre de la persona. Como tampoco el ser hombre ‘masculino’, ni el ser mujer ‘femenina’ son, en sí mismas, cualidades que generen méritos especiales. La cualificación de “pecado” se reserva para las actitudes y actos (por acción o por omisión) que sean conscientes y libres y que contradigan o lesionen valores humanos y cristianos cuya negación o violacion degraden moral y espiritualmente al ser humano, imagen y semejanza del Creador. Y esto puede ser por parte de cualquier persona, independientemente de sus tendencias innatas”, aclara.
En este sentido, el Catecismo de la Iglesia Católica define el pecado como “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes”.
¿Qué dice la Biblia?
Los textos del Antiguo Testamento tradicionalmente relacionados con la homosexualidad pueden dividirse en tres bloques: El pecado de Sodoma, narrado en el Génesis (19, 1-29), Los “prostitutos sagrados” mencionados en el libro Deuteronomio (Dt 23, 17; 1R 14, 24; 15, 12; 22, 46; Job 36, 14), y la prohibición del Levítico (Lv 18, 22; 20, 13).
Si bien en los tres casos se condenan actos homosexuales, estos se desarrollan en distintos entornos histórico-culturales que son determinantes para su interpretación exégetica. Pero más allá de las posturas teólogicas, la Tradición mantiene la importancia de estos textos como referencias en la historia del pecado y de la alienación creciente del hombre.
En el Nuevo Testamento, Jesús menciona varios asuntos de orden sexual como el matrimonio, el adulterio y el divorcio, pero no se encuentra ninguna sentencia explícita que se refiera a actos homosexuales. En contraste, es bien conocida la actitud misericordiosa con la que trata a la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y a la mujer de mala fama (Lc 7, 36-50), ambas con delitos de tipo sexual para la sociedad judía.
Sobre el silencio de Jesús en la cuestión homosexual, el sacerdote y teólogo franciscano Bernardino Leers, autor del documento Homosexuales y ética de la liberación. Un camino, opina que: «…el silencio destaca en el mensaje de Jesús algo más valioso para la discusión del problema de los homosexuales. Para él, la presencia actuante del Padre está en el centro, con su Reino, en el que todos los seres humanos se tornan hermanos de la misma familia, interrelacionados por la práctica del amor mutuo y fraterno. Con esto, en el horizonte del problema de los homosexuales surge una luz: El amor del Padre para con todas las personas y el amor solidario que debe marcar concretamente las relaciones humanas y la convivencia social, libre de discriminaciones y prejuicios».
Más adelante en el Nuevo Testamento las cartas de San Pablo mencionan en varias oportunidades el castigo esperado para aquellos que cometan actos homesexuales. En Romanos 1, 26-27 dice: «Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrazaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío».
Para contextualizar el análisis de estas palabras, el sacerdote Alfonso Maldonado, profesor del seminario Divina Pastora de Barquisimeto, indica que San Pablo desarrolla su misión apostólica en Grecia, en donde comprueba hasta qué punto estaban extendidas en el mundo greco-romano las prácticas homosexuales: “Llega a una sociedad en la que el hecho de poseer sexualmente a quien fuera era una manera de poder, de perversión. No implicaba atracción, sino que en realidad había también formas en las que el varón ejercía poder sobre otro varón como podía ejercerlo sobre otra mujer. En medio de esa sociedad, que era altamente permisiva, por supuesto que quien se convertía a Cristo podía vivir ante una gran ambigüedad y es por eso que San Pablo es muy claro a partir de la tradición judía”.
Las cartas del apóstol se han convertido en los textos más emblemáticos señalados por los cristianos al momento de condenar los actos entre personas del mismo sexo. Sin embargo, el juicio de San Pablo se hace específicamente sobre los actos cometidosy no sobre la condición humana, pues en el contexto en el que se desarrolla su apostolado la tendencia homosexual no era asumida como elemento de la personalidad del hombre, sino que era ejercida puntualmente en actos sexuales.
¿El Papa está cambiando la doctrina de la Iglesia?
No. Al menos no de manera oficial. Las declaraciones del pontífice que se recogen en el documental Francesco se suman a otras ocasiones en las que el Papa ha manifestado su apoyo a las personas homosexuales, pero no pueden considerarse la postura oficial de la Iglesia Católica.
En la opinión del Monseñor Tineo “una cosa es una declaración oficial, que pertenece al Magisterio de la Iglesia, a una opinión informal de cualquier tema. El Papa ni pretende ni está hablando a nombre de toda la Iglesia, pero sí está sugiriendo que entre los Estados y la sociedad se busquen maneras de respetar los derechos de las personas con tendencia homosexual.”
Para que esta postura pueda considerarse una línea institucional, es necesario que se comunique en textos oficiales, como encíclicas y exhortaciones apostólicas, que deben ser aprobados por la Congregación para la Doctrina de la Fe; y en última instancia debe ser reflejado en el Catecismo de la Iglesia Católica.
«El Catecismo es el documento donde se consignan los principales puntos de doctrina, modificarla para incluir este pensamiento es donde debe ocurrir el verdadero cambio. Pero no se sabe cuándo y cómo va a ocurrir», señaló Massimo Faggioli, teólogo y autor del libro Pope Francis: Tradition in Transition en declaraciones a la BBC.
Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales es el último texto oficial de la Iglesia en el que se trata la homosexualidad, publicado en el año 2003 bajo el pontificado de Juan Pablo II y firmado por el entonces Cardenal Ratzinger (ahora Papa emérito Benedicto XVI), como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En su conclusión sostiene lo que sería quizás la postura más radical de la Iglesia en contra de las uniones de personas del mismo sexo:
“La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.”
No se puede asegurar que el Papa Francisco esté oponiéndose a esta doctrina cuando dice “lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil, tienen derecho a estar cubiertos legalmente”, ya que la categorización “civil” indica para algunos teólogos que no estaría hablándose de permitir el matrimonio entre las personas del mismo sexo.
Diecisiete años después y un pontificado de por medio, no ha existido otro pronunciamiento oficial que busque atender o guiar a los fieles católicos en cuanto a la creciente realidad de las uniones homosexuales en el mundo y la lucha extendida por los derechos de las personas con estas preferencias sexuales. Si bien las declaraciones del Papa Francisco sirven como indicio de una posible flexibilización no son suficientes para que el mundo pueda afirmar un cambio de línea dentro de la institución cristiana.