Para acusar hacen falta pruebas, por Simón Boccanegra
Ahora resulta que según algunos juristas la decisión del TSJ que arrebata el monopolio de la acusación al fiscal es una «trampa» porque al final el propio tribunal sería quien decide si la admite o no y, además, remite el caso a la Fiscalía, para que proceda. No sé si estos «juristas» imaginan que un tribunal debe dar curso a cualquier alegato que le sea presentado, independientemente de su calidad jurídica y que, además, la acusación formal ante un tribunal podría ser ejercida por cualquier particular. Acusar a un presidente es una cosa muy seria y que ahora pueda hacerse sin pasar, de entrada, por la alcabala de la Fiscalía, es un paso importante. Ahora, para que prospere y se transforme en acusación formal, una vez que la Fiscalía la asuma, tiene que estar jurídicamente bien planteada. Una acusación contra un presidente (ni contra nadie, en verdad) no puede hacerse con base en argumentos vagos o meramente políticos o en presunciones indemostrables. Ya se sabe que la verdad procesal puede ser diferente de la verdad verdadera. Nadie debería pensar que cualquier mamarrachada, por muy antichavista que sea, tiene que ser obligatoriamente tomada en serio por un tribunal.