Para entender el mundo opositor venezolano, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
Tengo varios amigos en el extranjero preocupados por la política venezolana. No me refiero a los que viven en los países de la región. Ellos rumbean, juegan ajiley, beben ron, echan chistes en los velorios y están curados de espanto con los desaguisados, torpezas y maromas de sus políticos autóctonos. Ya nada los sorprende ni los confunde.
¿La razón? La cultura política y los políticos en esta parte del mundo son más o menos similares, quizás lo que cambia un poco es el estilo. Es por ello que nada nos espanta ni nada nos asombra. Como sucede con los peces, nos parece normal tener el agua hasta el cuello.
Otro asunto es cuando se trata de amigos que están en países ubicados más allá del charco. Me carteo (léase correo electrónico) con nativos de Holanda, Suecia, Dinamarca, Suiza, España, Japón y Francia y confieso que me engalleto y los engalleto, tratando de explicar lo que, para una persona de esta parte del mundo sería muy fácil de entender.
Imagino que para esos cerebros alimentados tres veces al día, con leche de alta calidad, jugosos bistec, yogurt griego, sacarina en vez de azúcar, cereales repletos de vitaminas y educados en entornos donde priva el sentido común y la razón, procesar tanta información bizarra sobre nuestro acontecer político les generaría unos cortocircuitos neuronales que producen los mismos efectos de una «mala nota», entiéndase, risas sin causa aparente, seguidas de angustias depresivas.
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Por ello me he propuesto hacer una clasificación de los grupos opositores vernáculos para facilitarles la comprensión de lo que aquí sucede. Lo primero es hacerles entender que no deben hacer traducciones literales ya que el término puede adquirir significados diferentes, dependiendo de quién lo dice y quien lo escucha. Así pues voy con unos tips para facilitarles la vida.
- a) Si el gobierno es el que llama a dialogar a la oposición, muchos venezolanos entenderán que a quien llama es a los opositores que no hacen oposición porque quieren evitar que el gobierno termine oponiéndose a ellos. Parten del lema: «quien se opone poquito, lo persiguen poquito». Estos opositores tienen a su vez sus propios opositores quienes los cuestionan porque «no son los verdaderos opositores».
- b) Si es Guaidó quien llama a la unión de la oposición, entonces otra parte del país entenderá que no está llamando a los opositores con los que el gobierno quiere dialogar, sino que llama a otros, a los que se la pasan llamando al gobierno a dialogar y este no les para bolas. Este sector también tiene su grupo de opositores, son los que argumentan que «si bien se hacen llamar opositores, no lo son tanto porque no se han empeñado lo suficiente en su oposición al gobierno».
- c) Otros opositores son «los opositores de todos los opositores». Son los que se oponen a los opositores a los que el gobierno llama para dialogar, pero también se oponen a los opositores que llaman al gobierno para dialogar en Noruega, México, Santo Domingo, Biscocuy o donde sea. Es conocida como «la oposición atea», porque no creen en ninguna otra oposición que no sea ella misma.
- d) Finalmente están los opositores «inmovilizados y embalsamados», que son los que esperan que los descubran como la «oposición verdadera». No creen en ninguno de los grupos opositores descritos. Desconfían de todos porque «son una falsa oposición». Amparados en este argumento, no participan en nada y joden a quien sí lo hace. Lo paradójico es que si algún sector de esta oposición decidiera realizar acciones de oposición, se opondrían también a ellos, por «hacerle el juego al gobierno».
Espero que al leer esta nota escrita en un castellano entendible, transparente y sobre todo preciso, mis amigos de allende los mares no se enreden y aprendan a descifrar el complejo mundo de la oposición venezolana. Por nada y siempre a la orden.
Tulio Ramírez es Abogado, Sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL
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