“Parlamentarias y la desconfianza en el sufragio”, por Reinaldo J. Aguilera R.
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El cronograma electoral en Venezuela, impuesto por el nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue avanzando, tal como sucedió con el Referéndum aprobatorio de la Constitución, recordemos que fue una consulta realizada en Venezuela el miércoles 15 de diciembre de 1999 impulsada por el presidente de entonces Hugo Chávez, la ambición y urgencia que tenía Chávez, no le impidió adelantar el proceso ordenando al CNE, aún en medio de la tragedia de Vargas, denominada también como el desastre de Vargas, que como recordarán quedó escrito en la historia que se desarrolló entre el 14 de diciembre y el 16 de diciembre de 1999.
Ahora bien, hago la remembranza porque en éstos momentos de emergencia Mundial debido a la pandemia del Coronavirus, con los casos aumentando en prácticamente todos los países de latino américa, resulta que en Venezuela existe cuarentena para unas cosas y para otras no, podríamos decir que es a conveniencia del que considera ser el más favorecido, si se desarrolla la elección, aun cuando las condiciones no estén dadas, tal como aquel ya lejano 1999.
Aunado a lo anterior, tenemos las graves declaraciones de uno de los recién designados rectores del órgano electoral, en ellas afirma que en las elecciones de gobernadores realizadas el 15 de octubre de 2017, se modificaron los resultados del estado Bolívar, alterando el sistema para que de ese modo quedara electo el candidato oficialista y no Andrés Velásquez.
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Con ésa afirmación lo único que podemos decir, es que el sistema en su totalidad se encuentra contaminado, es manipulable, no existen condiciones reales, limpias y transparentes para acudir a un evento electoral que nada más y nada menos servirá para renovar el Poder Legislativo, el cual se encuentra en manos de la oposición desde 2015 cuando la mayoría la perdió el oficialismo y de cuyo golpe parece aún no reponerse.
Por otra parte, es público y notorio el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos, que no tienen tiempo de otra cosa que no sea sobrevivir, qué van a estar pendientes de elección alguna, sin embargo, esa quizás sea la estrategia del régimen para lograr recuperar la Asamblea Nacional, ejecutar un proceso contra viento y marea, sin tomar en cuenta las circunstancias, sin proteger ni a los funcionarios electorales ni a la población, con tal de lograr su objetivo.
Tenemos pues un escenario muy complejo y al que se le debe prestar la debida atención, el verdadero fondo del asunto, es que la función de los procesos electorales, como fuente de legitimidad de los gobiernos que son producto de ellos, ha crecido en los ámbitos nacional e internacional, pero si éstos se llevan a cabo de modo correcto y no atropelladamente como se pretende en la Venezuela actual.
En años recientes se ha manifestado el reconocimiento mundial a las transformaciones políticas de algunas naciones, gracias a los procesos electorales, pero de igual manera si éstos no son confiables ni transparentes, esa legitimidad de la que venimos hablando se pierde.
Mucho se ha hablado de la importancia que dentro de la democracia tienen los procesos electorales y la concurrencia de los ciudadanos a las urnas en los regímenes políticos en que más de un candidato o partido contienden por el poder público, en éste caso el del legislativo.
Ciertamente, las elecciones constituyen uno de los instrumentos clave en la designación de los gobernantes, la participación política de la ciudadanía, el control del gobierno por ella y la interacción entre partidos o grupos políticos, la democracia moderna no podría funcionar sin los procesos electorales, pero con condiciones, infraestructura, transparencia y libertad, no como se pretende hacer en Venezuela el 6 de diciembre finalizando el año del Coronavirus.
Claro está, que también las elecciones, sean de la índole que sean, pueden convertirse eventualmente en un instrumento para transformar un régimen no democrático en otro que sí cubra suficientemente las características de ese modelo político y peor, que éste pretenda perpetuarse en el tiempo indefinidamente ¿les suena conocido?
Finalmente, por ahora debemos dejar en claro que no nos oponemos a los procesos electorales, el deber y derecho de todo ciudadano inscrito en el registro electoral, es acudir a las urnas de votación a expresarse, pero siempre y cuando todas las condiciones estén dadas para que solo cuente la soberana voluntad del votante, así de simple y sencillo.
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