Pbro. Luis R. Romero Sánchez héroe anónimo de la gripe española, por Rafael A. Sanabria
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Con generosa clemencia remedia nuestra indigencia,
Santa Virgen de Belén
Aleja de nuestra tierra los horrores de la guerra,
de la peste también. Pbro. Romero, 1913
Ante la pandemia que hoy vive el mundo con el covid-19, se hace pertinente destacar la vida y obra de un héroe anónimo de la epidemia de la gripe española, que atacó a Venezuela en marzo del año 1918 (hace 102 años): el Presbítero Dr. Luis R. Romero Sánchez quien el 1 de mayo de 1913 se encargó del curato de San Mateo. Este gigante adalid de la iglesia fue un ferviente servidor de las causas nobles, humanas, socio religiosas. Sirva el presente trabajo como acicate para las nuevas generaciones de sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos. Pues la vida de este humilde pastor estuvo ceñida al servicio, prueba de ello lo demostró en su titánica tarea de socorrer a sus feligreses y convertir el templo en un dispensario para atender el mal que aquejaba al pueblo.
Don Fernando Borges Medina en su artículo publicado en 1948 en el diario El Clarín de San Mateo expresa: «El padre Romero Sánchez fue un sacerdote que estaba convencido de su alto destino, enamorado de su vocación, por ello fue él devoto, por ello fue él humilde sin hipócritas manifestaciones, por ello fue él pobre, hasta el extremo de rechazar facilidades que se le presentaron para obtener en abundancia aquello que el escritor italiano Papini denominara «el estiércol del demonio»: el dinero. Por ello fue él casto de tal manera que en tantísimos años en San Mateo no dejó ni siquiera la más ligera duda de la virtud, como ninguna preciosa en el sacerdote, y que hace inspirar confianza, la difícil pureza» (diario El Clarín, virtudes del padre Romero 1948, pág 2).
El historiador Luis Ramón Mendoza (2013) señala que: el padre Luis Rafael Romero Sánchez nació en Aragua de Barcelona, estado Anzoátegui, el 9 de abril de 1871. Veintiséis años después, el 17 de enero de 1897 es ordenado sacerdote por el obispo de la Diócesis de Guayana, en la capilla del Palacio Arzobispal de Caracas y una semana más tarde, el domingo 24 de enero a las 10 am, celebra su primera misa en la Iglesia de Santa Rosalía de la ciudad capital. La prensa capitalina recoge con elogios la presencia del recién juramentado clérigo, señalando al respecto:
«Saludamos hoy al nuevo Sacerdote, Pbro. Dr. Luis Rafael Romero Sánchez,…Este joven, dadas sus prendas morales y la educación que ha recibido en su hogar, eminentemente piadoso, promete mucho en el ejercicio de la difícil cuanta elevada misión que ha abrazado» (En:»“Felicitación» La Religión, Caracas, 25 de enero de 1897, p1).
Lo indicado por el diario La Religión se confirma posteriormente, con el ejercicio de sus funciones pastorales y sociales en la ciudad de Porlamar, estado Nueva Esparta, por los años de 1900, luego de 10 años como párroco en la población de Montalbán, estado Carabobo y finalmente como encargado del curato de San Mateo:
«Por disposición del Ilustrísimo Sr. Obispo Dr. Juan B. Castro, me ha encargado del curato de esta parroquia, en esta fecha, San Mateo, 1 de mayo de 1913. Pbro. Dr. Luis R. Romero Sánchez» (en archivo parroquial de San Mateo, libro de gobierno 1885-1934, 1 de mayo de 1913, p 473)
Este pastor de la humildad y de la solidaridad llegó al terruño sanmateano en el año 1913 para quedarse por siempre; fallece el 23 de noviembre de 1947. San Mateo lo acogió como un hijo más, sembrándolo en el Cementerio Municipal donde permaneció durante 10 años, momento en que sus restos mortales fueron trasladados y sepultados en la iglesia parroquial del municipio a solicitud del propio pueblo.
Según opinión de Doña Trina Torres de Pérez (2015), destacada educadora y patrimonio humano sanmateano, en entrevista abierta expresa: «El padre no tenía ningún vicio, fue un manantial de caridad, amaba a los niños como el maestro mandó que los amáramos, porque de ellos es el reino de los cielos. Muchísimas veces le vi en serias discusiones de aparente severidad con los párvulos, que terminaban en una caricia hacia ellos, en un inocente juego. El alma del padre era el alma del niño también, pura como puros son los lirios de nuestros valles aragüeños».
Fueron 34 años de reconocidas obras, tanto en el campo religioso, como en el social y cultural. Razón tuvo la población de aquel momento de calificarlo como «El Peoncito de la Virgen de Belén», hizo de ésta el icono de su misión religiosa en ese espacio de vida llamado San Mateo. Destacan sus innumerables acciones en pro de la comunidad y el notable liderazgo que manifestó.
Documentos y testimonios de pobladores de la época, confirman estas apreciaciones al calificarlo como un ser humano con cualidades especiales, con voluntad de servicio, desprendido de riquezas materiales, solidario y sobre todo hombre de bien, que entendió su papel como guía espiritual y su accionar en un pueblo como San Mateo, comunidad que en la década de 1920 poseía una población que no llegaba a los 2. 100 habitantes, con un aproximado de 82% de analfabetismo y con un alto porcentaje de practicantes de la religión católica.
Compartió y apreció las características virtuosas de este pueblo trabajador de la agricultura, solidario, participativo, autogestionario, consciente de su legado histórico de la Independencia y la Guerra Federal de Venezuela y culturalmente pueblo de músicos, cantores, poetas y hacedores de manifestaciones populares.
Don Fernando Borges Medina en su artículo publicado en el diario El Clarín de San Mateo se refiere al padre Romero Sánchez en los siguientes términos: «Nunca le gustó la murmuración, la condenaba con un austero silencio. Recuerdo que una vez un grupo de sacerdotes hablaba no muy bien de otro, naturalmente ausente y preguntáronle la opinión a Romerito que permanecía sereno, como una pirámide egipcia. Él respondió haciéndose la señal de la cruz sobre sus labios cerrados hasta entonces «contra mis hermanos nada» (diario El Clarín, San Mateo 1948, pág 2).
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Cabe recordar en función a esta virtud del padre Romero, el decir de la biblia: «Si alguno no tropieza en palabras, este tal es varón perfecto, y puede tener a raya a todo el cuerpo» (Santiago, cap. III, v 2).
Este liderazgo se manifestó muy particularmente durante los momentos adversos vividos en San Mateo por la afectación causada por la gripe española, influenza llegada a Venezuela desde Europa en octubre de 1918. Para aquel entonces, Romero Sánchez fue nombrado presidente de la Junta Municipal de Socorros: «Esta Junta de Socorros que me honro en presidir ha recibido el grandioso obsequio de dos mil bolívares (…) para atender a la salud de nuestros pobres damnificados con la peste de la gripe. En la casa parroquial, convertida en dispensario, se ha atendido activamente a reparto de medicinas y víveres para más de mil personas enfermas y todavía se continúa en el hospital socorriéndose algunos asilados (…) se lleva por el tesoro de la Junta cuenta mínima de los gastos». (En: Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, N° 107-108, Abril-Diciembre de 1979, p. 56).
San Mateo para el año 1918, según misivas cruzadas entre el presbítero Romero Sánchez y el presbítero de La Victoria Gregorio Adam Dalmau, ambos presidentes de las juntas de socorro de sus jurisdicciones, la población de San Mateo era de 1.200 habitantes, de ella 1.000 personas habían sido contagiadas (83%), 33 habían fallecidos, lo que representó un 3% de víctimas fatales.
Varias iniciativas de infraestructura fueron impulsadas por Romero Sánchez y seguidas por el pueblo: la construcción de la casa parroquial, la Capilla del Santísimo Sacramento y del Sagrado Corazón de Jesús, la Capilla de la Virgen de Belén, templo que se inició el 1 de octubre de 1923 e inaugurado el 1 de noviembre de 1926, gracias al esfuerzo de este sacerdote y de los pobladores que lo apoyaron de forma directa, tal como lo demuestra el siguiente texto tomado de los libros del archivo parroquial de San Mateo:
«Se han hecho muchos regalos a esta obra, la Sra. Margarita de Martínez Montes de Oca regaló una casita para ser derribada para formar la plaza Belén. Los empleados de la compañía del Gran Ferrocarril regalaron un riel para el arco y hay varios ofrecimientos para la obra, entre ellas el mosaico necesario para el piso de la capilla» (Archivo Parroquial de San Mateo, Ob-cit, pág. 513).
Estas y otras infraestructuras religiosas promovidas por el citado prelado, acompañado por su pueblo devoto, le permitieron las condiciones materiales y religiosas para llevar a cabo su obra magna: la Coronación Arquidiocesana de la Virgen de Belén realizada el 26 de noviembre de 1928. Este evento religioso promocionó al pueblo, abrió el camino de las peregrinaciones religiosas, culturales y sociales hacia la localidad, apoyados en las bondades que significó tener un ferrocarril como medio de transporte masivo y de bajo costo, desde la ciudad de Caracas hasta Valencia. Permitió también a los pobladores y trabajadores de la agricultura promocionar y vender productos agrícolas, dulcerías, gastronomía y alojamientos, entre otros. Ofrecido todo, con humildad y las manos amigas extendidas siempre al visitante del pueblo.
Se hace necesario comentar que en el contexto previo a la Coronación Arquidiocesana de la Virgen de Belén en el marco de los preparativos protocolares y culturales, el recordado Pedro Alcántara Pino, colaborador y amigo de Romero Sánchez, jugó un rol protagónico. Observemos como el diario La Religión resaltó parte de su gestión:
«Pedro Alcántara Pino. ¡He aquí el nombre del amigo y compañero inseparable del Padre Romero Sánchez! El cura de San Mateo. Desde los diez años de edad se acogió a la sombra de nuestro párroco, quien lo considera como un hijo muy querido (…). El señor Pino ha sido el director de todos los trabajos verificados en esta parroquia con motivo de las solemnidades de la Coronación de la Virgen de Belén; lo hemos visto trabajando con tesón y entusiasmo durante todo el tiempo que tiene aquí con nosotros (…). San Mateo le agradece y aplaude todo su interés y trabajo tomado para hermosear el pueblo con bellísimas obras dirigidas y otras hechas por él, amigo de los sanmateanos» («La Coronación de la Virgen de Belén en San Mateo», La Religión, Caracas, 12 de diciembre de 1928, p2).
Según el historiador Luis Ramón Mendoza, el maestro de música Alcántara Pino logró fundar y dirigir con pobladores de San Mateo una banda musical en 1928, integradas por Valentín Herrera (redoblante), Valentín Sánchez, Manuel Chaurell (violín y flauta), Gregorio Palma (bombardino), Roque Ramos (clarinete), Pedro Olivares (violín), Vicentico Mendoza, Miguel Ángel Mendoza (flauta), Alejandro Pérez (bombardino), Víctor Pérez, Pascual García (redoblante), Cecilio Rodríguez (bombardino), Macabeo Guédez (bombardino) (en conversaciones con Ángel Tintio Perera y Miguel A Mendoza, San Mateo, 4 de octubre de 1997).
Asimismo logró unificar voluntades y esfuerzos del colectivo sanmateano; su juventud e infantes fueron tomados en cuenta en su hermoso proyecto cultural. La siguiente reseña de la prensa capitalina así lo distinguió:
“Los bellos himnos se ensayan por nutridos grupos de niños y señoritas de esta población, para ser cantados por vez primera en las festividades de la coronación”. (Noticias del Interior, La Religión, Caracas, 10 de noviembre de 1928, p. 4).
Observamos así, como a partir de un evento religioso se logra cohesionar a toda una colectividad despertando en el pueblo el espíritu de participación, de protagonismo, de autogestión que condujo a producir liderazgos de incuestionable valor ético, comprometidos con el bien colectivo. Estos valores sociales fueron la guía y la acción del Pbro. Luis Rafael Romero Sánchez y del equipo que lo acompañó. Con sobrada razón, el pueblo se expresaba sobre él como «un santo en la tierra». Su loable labor societaria estuvo en las calles del pueblo. Los lugareños de antes comentaban: “él, con una carretilla repartía alimentos y medicinas a la comunidad”.
No podemos dejar de mencionar la labor literaria del Pbro. Luis Rafael Romero Sánchez. Entre los trabajos que se destacan están: «Excelencias y prodigios del Ave María», «Directorio general para la primera comunión de los niños» y «Novenas a María Auxiliadora y nuestra señora de Belén de San Mateo».
Al concluir esta entrega biográfica espero haber contribuido con la memoria histórica de un sacerdote que estuvo al servicio de un pueblo, que con su acción pastoral y social se ganó el calificativo de El Peoncito de la Virgen de Belén. Qué hoy el Pbro. Luis Rafael Romero Sánchez; también sirva de ejemplo su vida para muchos sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos.
Ese a grandes rasgos, fue el sacerdote santo que se desvivió por San Mateo, y por ello el pueblo de ayer y de hoy no puede olvidar la personalidad del Peoncito de la Virgen de Belén y su vida debe referirse de generación en generación, mientras exista en la geografía la población de los Bolívar, la más afortunada de Venezuela, la población de sublimes acontecimientos de la patria.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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