Personas decentes, por Freddy Núñez

Twitter: @nm_freddy
Leonardo Padura es un escritor excepcional, de obligatoria lectura por muchas razones. Desde la que fortifica la pasión por las palabras manejadas con inteligencia y destreza para regocijo del espíritu, hasta la que nos sumerge con gruesas y estremecedoras dosis dolorosas en la historia y realidad de Cuba. En particular la etapa cubierta por una revolución que ya dura sesenta y cuatro años y de la cual él, nacido 4 años antes de su triunfo, es hijo y testimonio.
Padura es un crítico demoledor de ese trágico fiasco en que devino la revolución de los hermanos Castro. Cada una de sus obras tanto la saga del detective Mario Conde, como sus novelas, trazan con crudeza palmaria la terrible cotidianidad que marca la vida del cubano, sin hacer concesiones al panfleto político.
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Desde una de sus primeras obras conocidas de la cual puede asegurarse constituyó un impacto revitalizador de la literatura latinoamericana, El Hombre que amaba los perros, urdimbre de recursos históricos y ficcionales que crean una novela de intenso suspenso a pesar de conocerse el final, el asesinato de Trotsky ordenado por Stalin, hasta Personas decentes, publicada en septiembre de 2022 cuando reaparece Mario Conde, Padura no ha hecho otra cosa que crecer como escritor.
En el 2020 nos regaló su novela, Como polvo en el viento. Más de 600 páginas en las que exprime al máximo la capacidad de desentrañar y describir el fenómeno de la diáspora cubana, sus causas y la forma en que ha impactado para siempre cada universo individual del cubano que ha logrado la libertad o perecido por buscarla. Una crítica definió la novela de manera breve, «la diáspora cubana contada desde las tripas».
En su novela Personas decentes, reconstruye e intercala dos tiempos históricos de Cuba, uno ubica los hechos en 1910, cuando la humanidad creía inminente la desaparición de la tierra dado el avance del cometa Halley, y que según expertos impactaría contra ella el 10 de abril de ese año. Era la Cuba conocida como «la Niza de América», para quienes siempre nadan en la nata de la realidad.
El otro ocurre un siglo después (2016) y por supuesto el hilo de la historia, preñado siempre de posibilidades deseables frustradas y desgracias concretas, se desarrolla en los actuales tiempos de la revolución cubana. El detective Mario Conde, ex teniente de la policía se sumerge en los enrevesados intersticios de la estructura de poder del régimen hasta resolver los crímenes, cuyo origen está en el sustrato de complicidades y degradación del modelo político impuesto el 1 de enero de 1959.
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Al terminar de resolver el caso Mario Conde nos dice que ha estado «en el gigantesco imperio de la mierda».
El mes de julio pasado, dijo Padura en una entrevista muchas cosas importantes de las cuales destaco estas dos, pues creo que ambas son útiles para el proceso político que estamos viviendo y que incluye la realización de una primaria nacional para escoger al candidato unitario de la oposición. Dijo: «en Cuba hemos tocado fondo y lo que más falta es la esperanza» y agregó esta sentencia que es también parte de la realidad venezolana, y frente a la cual debemos reaccionar: “el control y el miedo es una industria que funciona». Siempre hay que leer a Padura, estamos urgidos de personas decentes en el ejercicio del poder.
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