Perú no quiere al ALBA, por Simón Boccanegra
El ALBA nunca ha sido lo que se llamaría un verdadero bloque ideológico. A lo más un ladrillito. Un grupete de pequeños países que Chávez gusta reunir de vez en cuando para satisfacer su insondable vanidad, sentándose a presidir las reuniones y no dejando hablar a nadie, más que a él mismo. Desde luego, el ALBA no ha producido una sola resolución práctica para el comercio entre sus miembros, ni para ninguna otra actividad, del tipo que sea, entre ellos, excepción hecha de unos juegos deportivos chimbos que, obviamente, Venezuela no tiene inconveniente alguno en ganar porque los cubanos prácticamente ni compiten para que el hombre de la chequera no se vaya a molestar. A ese grupo nunca quiso sumarse Paraguay, que aun pequeño y todo y con Lugo en la presidencia, no aceptó la invitación. Por supuesto que países como Brasil, Argentina, Chile y Colombia ni por asomo han dado jamás muestras de acompañar las loqueras «ideológicas» de Chacumbele. Pero él conservaba todavía algunas ilusiones con Ollanta Humala, en Perú, a pesar de que éste se desmarcó del chavismo bien a tiempo, porque de lo contrario no ganaba las elecciones. Pero, los pocos meses de su gobierno han mostrado que no se trataba de una jugada táctica sino de toda una concepción política.
Humala no ve razones para acompañar un proyecto francamente decadente y mucho menos desde un país como el suyo, que es una de las locomotoras económicas de América Latina. Y ahora, para que no quede duda alguna, el canciller de Perú declaró desde París, que su gobierno no se integrará al ALBA ni «a ningún grupo ideológico». Se levanta la sesión.