Pica y se extiende, por Teodoro Petkoff
Por más que el caso Granda ocupa el primer lugar en el ranking de los escándalos nacionales, el de Danilo Anderson no sale de la escena pública. La Fiscalía anuncia un nuevo interrogatorio de todas las personas que ya una vez pasaron por su escrutinio. Práctica un poco heterodoxa, que sugiere algunos comentarios.
Isaías Rodríguez dijo esta mañana, en TV, que los documentos con declaraciones de esas personas, que han sido publicados por diversos medios escritos son verdaderos. En otras palabras, que las actas con declaraciones de Tiniacos y Farías no son ya “supuestas” o “presuntas”, sino que, siendo auténticas, sus declaraciones ante la policía, en presencia de fiscales del Ministerio Público, efectivamente tuvieron lugar. No se trata, pues, de documentos forjados. Entonces, una de dos, o los declarantes ratifican lo que una vez dijeron o se desdicen.
En el segundo caso, Tiniacos, por ejemplo, tendría que explicar porqué dijo lo que dijo, apuntando hacia Anderson como eje de una mafia de extorsionadores. Si reniega de esa primera declaración, cabría suponer que fue obtenida mediante tormento físico. ¿Cómo quedarían entonces los fiscales que presenciaban el interrogatorio? ¿Cómo cómplices de la tortura? Pero si las declaraciones son ratificadas, entonces la hipótesis de la extorsión cobra una gran fuerza.
Isaías intentaba explicarnos esta mañana como fue que se descubrió el agua tibia al indicar la diferencia que existe entre “extorsión” y “soborno”. Didactismo inútil, poeta, porque, como quiera que sea, si un fiscal cogió plata, ya sea porque se la ofrecieron o porque la pidió, el resultado es el mismo: cometió un delito.
Isaías terminó pidiendo confianza en la institución que dirige. Pero, ¿cómo confiar en un organismo del cual se filtran actas procesales que hasta los buhoneros andan vendiendo? El mismo se negó a responder una pregunta aduciendo que si lo hacía podía “poner sobre aviso a todo el mundo sobre la investigación” ? Santo y bueno, pero, como no es de creer que la difusión de las actas haya sido oficialmente autorizada por Isaías, habrá que concluir que una Fiscalía de donde se filtran documentos tan delicados no pude ser muy confiable.
Además, hay un asunto capcioso. ¿Con qué propósito se hacen circular las “confesiones” de Tiniacos y Farías y quién lo hace? Ellas darían fuerza a lo que dijo Jesse Chacón sobre los bufetes de extorsionistas ligados a Anderson. Jesse, a su vez, con su declaración, hace pensar que las de Carlos Herrera no son tan “basura” como desdeñosamente dijo José Vicente, puesto que fue el ex concejal quien puso en órbita la teoría de la extorsión.
A su vez, Herrera anda por ahí pidiendo a todo gañote que se investigue al vicepresidente. Por cierto que, curiosamente, no se lo amenaza con ninguna demanda por difamación e injuria. Por otro lado, un personaje de muy alto coturno nos hace desayunar con la información de que varios de los supuestos autores materiales trabajaban para la policía de “papi papi”, en Petare. De manera que si Carlos Herrera y Jesse Chacón han tenido razón, este asunto pica y se extiende.