Pinchado y ponchado, por Teodoro Petkoff
Un tal doctor Javier Elechiguerra se queja de que sus teléfonos están intervenidos. Dice que la sede de sus oficinas es un “solo micrófono” y que los funcionarios están todos “pinchados” (que es como en la jerga denominan la intervención telefónica). Más aún, señaló que su organismo está “alambrado por espías”. ¿Quién es este doctor Elechiguerra que hace este reclamo? ¿Se tratará por ventura de un dirigente de la oposición? ¿Será un acompañante de Arias Cárdenas, de esos cuyos helicópteros son obligados a aterrizar por aeronaves militares? ¿Será algún sospechoso de estar conspirando contra el régimen? Pues no. Nada de eso. El doctor Elechiguerra es nada menos y nada más que el Fiscal General de la República. En otras palabras, el funcionario público cuya misión es velar por la legalidad de los actos del Gobierno. Pero, más que eso, es un hombre de confianza del Presidente y de Miquilena. Fue el abogado del Gobierno, es decir, el Procurador y luego, como él mismo lo reconoce, el dedo atómico de Corleone lo colocó en el cargo que hoy ocupa. Es pues, uno de los caballeros de la mesa redonda del Rey Arturo. ¿Quién lo espía? ¿Quién lo pincha? Obviamente los policías las policías del Estado. Seguramente también gente del sector privado. Todo el mundo quiere saber qué es lo que se cocina en la Fiscalía. Pero el Fiscal no es un dirigente de la oposición, que puede limitarse a denunciar, sin esperar que se haga nada, No, él tiene deber de hacer valer la ley él puede hacer valer la ley. Para eso es el Fiscal. Está en ese cargo no para decirnos lo que todos sabemos y de lo cual tenemos años quejándonos, sino precisamente para poner a esa ilegalidad, a esa violación de la ley y de la Constitución. Ese es su rol. A su declaración de ayer debería seguir un allanamiento, con las fuerzas del orden público, de las oficinas de DIM, de la Disip y de la PTJ, donde están los aparatos de grabación telefónica (esos mismos que Don Corleone dijo que iba a quemar en un acto público). Hay que reglamentar también las condiciones en que los jueces pueden conceder autorizaciones para la intervención telefónica. Eso no puede ser por la libre. Tienen que existir determinadas exigencias que debe ser cubierta por un juez para conceder la autorización de intervención de los teléfonos. El país espera mucho de Javier Elechiguerra. Tiene antecedentes como para esperar de él acciones y no solo palabras. Obras son amores Javier.