Plagio a Bush, por Teodoro Petkoff
Tanta pendejada que hablan de Bush y con las modificaciones de los artículos 337 y 338, no están sino copiando la Ley Patriota, que a tantos abusos antidemocráticos se ha prestado en Estados Unidos. Los artículos, en su redacción actual, prohíben, una vez declarado un “estado de excepción”, la suspensión de la garantía del derecho a la vida, así como la tortura y la incomunicación, y garantizan el debido proceso a los detenidos y el derecho a la información, así como limitan la duración del estado de excepción. Son textos para proteger los derechos del ciudadano, aun en circunstancias extremas.
Cómo será el modelo Cilia Flores de Ley Patriota que hasta Carlos Escarrá se opuso a tamaño exabrupto. Valga decir que también lo hicieron los diputados de Podemos, así como los de PPT y PCV. Por su parte, Vladimir Villegas, quien no es propiamente un adversario del régimen, objetó también ese garrotazo a los derechos humanos que significa la reforma de ambos artículos de la Constitución.
Es obvio que se trata de normas para situaciones de excepción, de eventual conmoción interna por cualquier motivo. Pero, precisamente, en eso reside el peligro de su reforma. El “estado de excepción” lo decreta el Presidente en Consejo de Ministros y, una vez establecido, los organismos de seguridad tendrían ahora manga ancha para detener, incomunicar y torturar a sus víctimas porque, suspendida la libertad de información y monopolizada ésta por el propio gobierno, el ciudadano que caiga en las redes de la “Seguridad de Estado” se transformaría en un ser totalmente indefenso y desvalido, al arbitrio absoluto de sus captores.
La tapa del frasco la constituye la suspensión del “debido proceso”, es decir del derecho del ciudadano a ser juzgado conforme a las leyes y códigos de la República. La señora Flores, en un lapsus de la mente, llegó a decir que la suspensión del “debido proceso” es para “garantizar que quien tenga intenciones (¡!)…
de dar un golpe de Estado pueda ser detenido”. Bastará que una autoridad cualquiera atribuya “intenciones” golpistas a un ciudadano para que éste pueda ser sometido a toda suerte de vejámenes y maltratos, sin pasar, además, por un tribunal. Es exactamente lo que el “Gran Satán imperial” ha logrado establecer en su país, donde centenares de ciudadanos de cuyas “intenciones” se sospecha, están detenidos, sin fórmula de juicio e incomunicados y torturados, a tenor de la doctrina Bush sobre la materia.
La reforma del 337 y del 338 en el sentido Flores expresa el espíritu que anima al conjunto del proyecto de Yo-El-Supremo.
Calza perfectamente en el contexto autoritario, autocrático, militarista y pre-totalitario que la reforma constitucional pretende profundizar y blindar. Exista o no un “estado de excepción”, la espada de Damocles del 337 y el 338 estaría allí para recordarnos permanentemente cuán precarias se tornan la libertad y la justicia en este país.