Planes de alimentación del gobierno fracasaron con el paso del tiempo
Entre los años 2000 y 2018, los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han implementado varios planes y programas de alimentación: todos se han visto envueltos en casos de corrupción y actualmente, de acuerdo a la FAO, Venezuela es el segundo país de Latinoamérica con mayor prevalencia de hambre
Texto: Jesús Bermúdez Pino / El Tiempo
Con el objetivo de «garantizar la soberanía alimentaria y acceso de los alimentos al pueblo venezolano», el gobierno nacional, desde la gestión del fallecido expresidente Hugo Chávez, ha implementado diferentes planes de alimentación.
Desde numerosas expropiaciones de empresas productoras hasta operativos de venta de rubros a precios solidarios, han sido muchas y diversas las propuestas implementadas con el fin de lograr que la ciudadanía tenga una mejor alimentación.
Sin embargo, los resultados no han sido los esperados. Muchos de estos planes ya no existen, mientras que los que quedan funcionan a medias y aún se siguen viendo personas desnutridas, niños y jóvenes comiendo de la basura en la calle, y asalariados intentando rendir el dinero para alimentarse con proteínas (pollo, carne, pescado) al menos una vez a la semana.
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Los programas de alimentación del chavismo
Fueron varios los proyectos para la alimentación implementados por el gobierno chavista, pero en este trabajo especial sólo se hablará sobre cuatro, que han sido de los más importantes y conocidos: el Programa de Alimentación Escolar (PAE); la Misión Mercados de Alimentos (Mercal); la Productora y Distribuidora de Alimentos (Pdval); y los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
El primero en la lista es el Programa de Alimentación Escolar (PAE), el cual fue uno de los planes pioneros de la administración de Chávez. Éste fue creado en el año 2000, luego de que el Estado comprobara que la baja tasa de escolaridad de la época estaba relacionada con la mala desnutrición.
Bajo esta premisa comenzó a funcionar el PAE con el apoyo de las llamadas «madres procesadoras», quienes eran representantes que se ofrecían a colaborar con la preparación de los alimentos que enviaba el gobierno a las instituciones educativas.
En el caso de Anzoátegui, este plan se activó en los 1.374 planteles que hay en el estado, según cifras suministradas por el gremio educativo.
En 2014, ya en el gobierno de Nicolás Maduro, el PAE fue incluido en el Sistema de Seguridad Social del Estado.
Durante los primeros años, este plan fue muy beneficioso para la población estudiantil. Comenzó con variedad de productos para que los estudiantes tuvieran una dieta medianamente balanceada, pero con el paso del tiempo fue desmejorando y actualmente no es ni la sombra de lo que fue en el momento de su creación.
La presidenta del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema), Maira Marín, afirma que este plan estaba cargando de buenas intenciones, sin embargo, no cumplió con el objetivo.
«En la práctica se observa que la operatividad del programa ha sido deficiente desde que lo implementaron. Hoy en día tú ves como la dieta es débil en nutrientes porque solo se sirven carbohidratos como harina, pasta o arroz, pero la proteína como el pollo y la carne, que en principio se distribuía, ya no lo hacen. Lo que se ven son sardinas en lata y mortadela. El programa ha ido en decadencia y es digno de observar porque quienes consumen esos alimentos son niños en edad escolar», explicó.
Una mirada al Mercal
Tres años después de la puesta en marcha del PAE, Chávez creó la Misión Mercados de Alimentos (Mercal) con el fin de garantizar que la mayoría de la población tuviera acceso a los nutrientes de la cesta básica a precios más accesibles.
Este plan incluía la construcción de pequeños establecimientos que eran surtidos de alimentos por parte del Estado y luego vendidos a la población.
Los Mercal operaban en comunidades estratégicas y, al igual que el PAE, inició dando frutos a la colectividad, pues las personas podían hacer mercado sin necesidad de invertir toda su quincena.
Además, en estos establecimientos se podía comprar cualquiera de los productos de la cesta básica. No obstante, ante los bajos costos, en esos lugares se registraban largas colas de compradores y en más de una oportunidad se generaron trifulcas, en las cuales se necesitó, incluso, la intervención de la policía para garantizar el orden.
En la actualidad los mercales que fueron construidos en Anzoátegui son solo estructuras vacías y en algunos casos fueron desvalijadas. Ya no hay alimentos en sus anaqueles y mucho menos compradores.
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«Pudreval»
A pesar de que la Misión Mercal estaba activa, el presidente Chávez lanzó en 2008 la Productora y Distribuidora de Alimentos (Pdval), como propuesta para impulsar el tema de seguridad alimentaria en el país.
De acuerdo con el portal web de la institución, Pdval fue creada porque «luego de los sucesos verificados a partir del Paro Petrolero del año 2002 y los hechos de desabastecimiento y acaparamiento vividos durante el año 2007, el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela dispuso una serie de acciones con miras a combatir esas contingencias y lograr una disponibilidad continua de los productos de la cesta básica».
Esta red contaba con diferentes establecimientos, no sólo en Anzoátegui, sino también en los demás estados del país.
Al igual que en Mercal, en estos también se registraron disturbios en diferentes oportunidades y hasta se llegó a observar la venta de puestos en la cola para ingresar más rápido.
Dos años después, Pdval fue objeto de una gran polémica, cuando en uno de los almacenes de la empresa se encontraron miles de toneladas de alimentos vencidos que habían sido importados. Este caso se conoció entre los venezolanos como «Pudreval».
En 2010 se dio un hecho que causó conmoción en el territorio nacional: Chávez expropió las famosas cadenas francolombianas de supermercados Éxito y Cada.
En donde funcionaban estos grandes establecimientos privados, el gobierno chavista construyó los Abastos Bicentenario, los cuales eran supermercados que vendían alimentos a precios accesibles.
Y así como ocurrió con Mercal y Pdval, aquí también hubo muchísimos altercados entre compradores deseosos de adquirir productos subsidiados por el gobierno y que en determinados momentos estaban escasos.
En el caso de Anzoátegui, uno de los puntos donde se registraron diferentes trifulcas en las largas colas fue en el Gran Abasto Bicentenario, que se encontraba ubicado frente al Complejo Polideportivo Simón Bolívar, en la avenida Intercomunal Jorge Rodríguez.
Hoy en día estos establecimientos no existen. Hace algunos años, y tras varios conflictos con sus trabajadores, Bicentenario cerró las puertas en todas sus sedes. Ya en los últimos días de funcionamiento no contaban con variedad de alimentos y sus pasillos siempre lucían desolados.
Hoy, donde funcionaban los Abastos Bicentenario, ahora operan los recién creados supermercados Más por Menos. Los anaqueles de estos establecimientos sí están surtidos, pero los precios de los rubros no son muy accesibles para quienes devengan el sueldo mínimo establecido por el Estado, el cual fue fijado en 130 bolívares.
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Comedores populares
Otro de los planes alimentarios que implementó el gobierno –también desde 2008– para mejorar el tema de nutrición de la población fue la creación de comedores populares.
En la zona norte del estado, algunos de los más reconocidos por la población fueron el «Enrique Rodríguez», ubicado en el sector Los Yaques de Puerto La Cruz y el «Alberto Lovera» de Lechería.
Este último estuvo abandonado desde hace varios años, pero en 2022 fue reinaugurado por el gobierno estadal de Luis José Marcano, gracias a una alianza que realizaron con la fundación «Dejad los niños venid a mí y no se lo impidáis», la cual se encargó de rehabilitar el espacio con apoyo de otras instituciones.
Mientras tanto el comedor popular del municipio Sotillo hoy en día es usado como una sede policial.
Otros de estos populares establecimientos todavía existen, pero no prestan servicio como en el momento de su creación, cuando se vendían alimentos a costos simbólicos.
«Yo recuerdo que todos los viernes me venía con mi esposo a comer aquí en la hora de almuerzo, porque no se pagaba casi nada y daban sopa, seco y hasta postre», contó la señora Ivón Pérez, habitante de Puerto La Cruz.
CLAP: el que se mantiene
Durante varios años el gobierno continuó confiando en su política de expropiación y en los establecimientos Mercal, Pdval y Abastos Bicentenario, pese a las limitaciones en su funcionamiento.
Sin embargo, en 2016 el presidente Nicolás Maduro sorprendió a todos con un plan muy diferente a los ya implementados: los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Pese a las críticas –muchos aseguraron desde un principio que se trataba de un mecanismo de control más severo– el mandatario nacional puso en marcha este nuevo plan alimentario con el mismo fin de los anteriores.
El programa consistía en vender combos de 10 o 15 tipos de productos de la cesta básica a precio solidario.
En principio, estos eran entregados en las casas en bolsas, no obstante, unos meses después, el gobierno decidió hacer otros combos con más productos (25) los cuales eran vendidos en cajas.
Aun cuando no todo el mundo estaba convencido del mecanismo porque sentían que debían comer solo lo que el gobierno les suministrara, a muchos nos les quedó otra opción que aceptar la bolsa o la caja, pues era una forma de poder comprar alimentos que prácticamente estaban desaparecidos de los anaqueles o cuya adquisición en locales privados resultaba imposible por sus altos costos.
Pero así como ocurrió con los otros, este plan fracasó en el intento. Y es que a pesar de que los combos eran económicos, nunca llegaron con la regularidad prometida por las autoridades (cada 15 días).
Actualmente, el CLAP llega a la mayoría de las comunidades cada dos o tres meses (algunos casos esperan hasta seis meses).
Adicional a eso, ya las bolsas no vienen con proteínas sino solo carbohidratos y de vez en cuando con envases de aceite comestible y leche en polvo.
¿Qué dicen los expertos?
A juicio de la presidente de la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (Fedecámaras) en Anzoátegui, Monique Lofredo, estos planes son idóneos para atacar una situación de emergencia en momentos determinados, pero no para permanecer en el tiempo como política económica fija.
«Pero ojo, sí son necesarios para atacar la inmediatez de algún tipo de problema como por ejemplo ahorita que estamos pasando por una contracción económica muy fuerte y es evidente que son necesarios para abordar un tema tan importante como es la alimentación, pero es primordial que se busquen políticas para que esos subsidios no sean necesarios, ya que no pueden verse como una solución permanente», señaló.
Apuntó que para que haya un cambio en materia alimentaria y económica en el país, se debe dejar a un lado el rentismo petrolero y empezar a producir en todos los niveles.
«Se deben hacer políticas que conduzcan a que las empresas sean más prósperas y se incremente el consumo y lo que puede conducir a eso es el trabajo de la empresa privada. La propuesta de Fedecámaras es que la renta petrolera y los impuestos los podamos dedicar a abordar el tema social, el de educación y salud, y que de todo el resto se encargue la empresa privada, los venezolanos inversionistas, los extranjeros inversionistas y de esa forma incrementar las plazas de trabajo y que éstas sean de buena calidad, con buena remuneración. Eso incrementa el consumo, nosotros tenemos capacidad para ser una economía de primer mundo», explicó.
Mientras tanto el economista anzoatiguense, Gilberto Román, considera que todos estos planes que ha implementado el gobierno solo tienen como fin mantener cautiva a la población, pero que todas forman parte de una política «continuada, equivocada y fracasada».
«Hay planes que son muy necesarios que permanezcan en tiempo y espacio para personas en sectores vulnerables, pero tener una bolsa de comida para todo el mundo, un bono de alimentación para todo el mundo, son políticas populistas que financian la pobreza como tal. Lo idóneo sería tener salarios dignos con buena capacidad de compra. Está bien que haya programas que nazcan en una coyuntura para resolver desequilibrios, pero cuando son planes que permanecen en el tiempo lo que realmente se busca es mantener adeptos», dijo.