Plomo a la justicia, por Teodoro Petkoff
Puesto que el centro de la sentencia de la jueza Sandoval es el reclamo a la supuesta «negligencia» de los fiscales, demos por sentado, a los efectos del análisis del caso, que en verdad los expedientes contenían fallas y defectos no formales sino importantes. Pues bien, en opinión de un veterano ex juez a quien consultamos, la doctora Sandoval, aun si hubiere sido así, no actuó correctamente al sobreseer la causa y poner en libertad a los indiciados. Antes del COPP, era el juez el conductor del proceso. Hoy en día es la Fiscalía. Si ésta considera que hay cargos para procesar a una persona, prepara su alegato y se lo envía al juez y éste recibe además lo que le presenten los abogados de los indiciados (porque éstos tienen derecho a refutar los alegatos de la Fiscalía), y puede recibir, también, y analizar, al igual que todo lo demás, lo que puedan presentar quienes representan a las víctimas como complemento de la Fiscalía. Es decir, un juez abarca todo lo que tiene frente a sus ojos.
Aun cuando hoy en día el juez no conduce la etapa inicial del proceso, que ahora está a cargo de la Fiscalía, tiene, sin embargo, una función determinante. Un juez con sindéresis o que no sea un vendido o militante que interpreta o sigue línea política, y ve que en un caso que haya causado conmoción nacional existen fallas en la acusación, que faltan pruebas (experticia balística, análisis de traza de disparos, etc), en fin, que el expediente está mal instruido, se plantea, ante todo, cómo ayudar a la justicia y, no menos importante, se cura en salud para que al final no le achaquen la responsabilidad. De modo que el sentido común le indica que debe dirigirse al fiscal general, dictando lo que los juristas llaman un «auto para mejor proveer», manifestando su preocupación por el curso de los acontecimientos, recordándole la obligación de presentar en tiempo hábil todos los recaudos pertinentes. Incluso, si su preocupación es hacer verdadera justicia, podría comunicarse personalmente con el fiscal haciéndole ver la vulnerabilidad del expediente, señalándole que se dejará constancia en acta de los esfuerzos realizados para que la Fiscalía cumpla con su deber. Nada de esto fue hecho por la jueza Sandoval, si es que en verdad existían fallas en el expediente de la Fiscalía, cosa que, como ya hemos afirmado repetidas veces, ella no demuestra sino apenas enuncia. Se refirió a ellas en términos generales, sin hacerlas explícitas, sin tomar en cuenta la conmoción nacional que rodea al caso, y de un solo tirón consideró que con ese expediente la acusación no podía sustentarse y puso en libertad a los indiciados. A estas alturas todo parece una combinación de irresponsabilidad con activismo político balurdo. La señora jueza creyó defender «el proceso» y lo que hizo fue poner de manifiesto uno de sus lados más siniestros: el del sectarismo y el desprecio por la opinión pública. Todo atropello, todo abuso, incluso todo crimen, puede ser convalidado si se ha cometido en nombre de la «revolución». El Poder Judicial está emplazado por este acto bochornoso. Vamos a ver qué resultado arroja la apelación de la Fiscalía.