Pobre gobierno Pobre, por Teodoro Petkoff
Cada vez más aceleradamente se van derrumbando las ilusiones creadas por la ignorancia, transmutada en demagogia, que el chavismo sembró en sus primeros años. El Ministerio de Educación restableció la posibilidad de que las asociaciones de padres y maestros en las escuelas públicas puedan contribuir voluntariamente a sufragar algunos de los gastos. Todavía resuenan los truenos de Chávez contra la supuesta «privatización» de la educación pública que, según él, significaban aquellos pagos. Pues bien, ahora, calladamente, pisando pasito, Aristóbulo reinició el proceso de «privatización» de la escuela pública.
Que nunca fue tal, por lo demás, sino que constituyó la respuesta popular, espontánea y creativa, a la ineficiencia de un Estado que no podía garantizar ni la tiza en las escuelas. Nunca fue, como tampoco lo será ahora, el pago de una «matrícula» sino una manera que encontraron los pobres para lograr que sus muchachos tuvieran los implementos mínimos para poder aprender. Cada quien daba (como dará ahora) lo que podía. Pero, en honor a la verdad, esto no debería pasar. La escuela pública no tiene por qué implicar erogaciones de los padres. Estas, ayer como hoy, acusan a gobiernos ineficientes, despilfarradores y corruptos. Esos hospitales donde los usuarios tienen que llevar las inyectadoras y el algodón, al igual que las escuelas donde los padres tienen que comprar la tiza, son la demostración de cuánto hemos retrocedido como país y miden, por ahora, el clamoroso fracaso gubernamental.
Quien creyó que podía enderezar ese entuerto de la noche a la mañana se estrelló contra su propia ignorancia e ineptitud. Con los más altos ingresos anuales de la historia, la plata no le alcanza. El problema es que a los pobres tampoco. No van a poder ser muchos los que contribuyan porque el bolívar se está derritiendo. La ignorancia, doblada en ineptitud, condujo a este rebote feroz de la inflación. El dólar, que está perdiendo terreno frente al euro y el yen, aquí está arrollando al bolívar. ¿Resultado? Transcurrido medio año la inflación ya muerde el 13% y si se la proyecta a diciembre podría estar rondando el 30%. Si sumamos una cosa con otra, tenemos lo peor de los dos mundos: inflación alta, desempleo alto, producción baja. Y un gobierno cuyo propio partido se niega a darle los instrumentos tributarios para paliar la situación. ¿De dónde van a salir los reales para cubrir las necesidades de gasto del gobierno? Pues, de esa fundición donde están licuando al bolívar. Porque a pesar de los sofismas de Tobías, más bolívares para Pdvsa y para el Banco Central son más bolívares para el fisco. No importa que se joda el soberano. ¿O no ha sido así siempre, en la Cuarta como en la Quinta? ¡Pero si hasta los decretos de CAP han sido resucitados por la «revolución»!