Polarización o complejidad: no hemos entendido el siglo XXI, por Mireya Rodríguez
Ante la evidente desigualdad de fuerzas armamentistas ruso-ucranianas, resulta relativamente fácil dejarse llevar por las emociones y pedir a toda voz una certera y contundente reacción como contrapartida al ataque ruso, condenando por tibios a todos aquellos que no lo hagan.
Ya los medios de comunicación y las redes sociales -cada uno con sus respectivas convicciones -está reflejando este hecho, aderezado por las fakenews tanto de origen conocido como los anónimos. De cada lado, hay héroes o villanos.
Por ello, en los próximos días veremos una escalada de parte y parte, hecho que ha permitido a Enmanuel Macrón decir que “la guerra ha llegado para quedarse.”
Me pregunto qué ha llevado a este mandatario llegar a esa conclusión. Sin embargo, para quienes analizamos la evolución de los conflictos como estudiosos en la materia, nos resulta claro cómo este reagrupamiento en bandos donde cada uno busca penalizar al otro-con acciones cada vez más agudas- es la mejor muestra que no hemos entendido el siglo XXI, del cual hemos transitado dos décadas.
Se trata de un siglo complejo, hiperconectado y de cambios exponencialmente rápidos, que pide a su liderazgo aprender a gestionar esas mismas propiedades, a través de un manejo emocional constructivo, que permita un manejo adulto de las diferencias con un enfoque despolarizante, que propicie la construcción de visiones compartidas donde todos puedan ganar y evolucionar ¿Es mucho pedir?
Muy por el contrario, observamos que los múltiples actores involucrados están profundizando las diferencias, incrementando los problemas iniciales y generando nuevos. Así, cada bando apoya las acciones punitivas que su grupo propina al grupo contrario, apuntando todas a una peligrosa conflagración.
Esta será la ocasión donde se mostrará la calidad del liderazgo mundial del siglo, el cual deberá tener en cuenta la enorme responsabilidad de sus acciones, ya que no se trata de atender sus impulsos guerreristas o justicieros, alimentados por los media, las redes y la industria armamentista. Ya estamos viendo sus efectos en los precios de las materias primas, alimentos, industria aérea, logística, mercados bursátiles, criptomonedas y muchas otras, además del miedo reinante por las consecuencias de este enfrentamiento.
Este es el momento para entender que somos un mundo interdependiente, que ya no admite soluciones aisladas o que satisfagan sólo a una de las partes.
Es la gente y el planeta los que están en juego.
*Mireya Rodríguez es profesora universitaria y expresidenta del Foro Mundial de Mediación. También es facilitadora de diálogo y especialista en negociación y otros medios alternos de resolución de conflictos.