Por este barranco NO, por Teodoro Petkoff

Si la reforma
de Ego
Chávez fuere
aprobada, las
dificultades que hoy conoce
el país, sobre todo sus sectores
más humildes, se harán
aún mayores. Lo que hoy está
más o menos bien (que no es
mucho) retrocederá y lo que ya
está mal (que es bastante)
empeorará.
Poner en manos
de este pésimo administrador
que es Chávez, el control del
Banco Central y de las reservas
internacionales augura un salto
brusco en la inflación, un despilfarro
aún mayor de nuestros
recursos y un incremento del desabastecimiento.
Ya hoy,
Venezuela, recibiendo los mayores
ingresos de su historia, tiene,
sin embargo, el costo de vida más
alto de América Latina (el doble del
promedio de todos los demás países)
y una escasez que atormenta
a los hogares.
Imaginemos a este
irresponsable con el derecho a manejar
directamente el dinero de la nación, que es, en definitiva, el que recibe
cada venezolano como ingreso. La economía ha crecido no gracias
a Ego sino a pesar de él, por el favor de los elevados precios del
petróleo. Pero lo que es de su incumbencia, que tiene que ver con
precios y comida en los mercados, se siente cada vez más negativamente
en el bolsillo.
Poner en manos de Ego Chávez
el control de todas las instituciones
del Estado, transformar en ceros a la
izquierda a gobernadores, alcaldes
y concejos municipales, despojar de
todo poder real a los consejos
comunales, volviéndolos perritos
falderos de Miraflores, significa que
las decisiones de todo tipo serán
tomadas por el Presidente y al
resto del país sólo le tocará obedecer.
Adiós debate democrático.
Hasta el derecho a pataleo será
restringido. Darle al Presidente la
primera y última palabra en los
ascensos de los militares, desde
el rango de subteniente en adelante,
no sólo lo hará el dueño de
la FAN, porque sólo él decidirá
quién asciende y quién se queda,
sino que mantendrá en estado
de humillación permanente a los
oficiales, porque para estos la adulancia al
jefe será la única credencial para avanzar en la carrera.
Pero, peor que todo, abrir la posibilidad de la reelección indefinida,
que Ego podría asegurarse con el control de todos los poderes y
recursos públicos, así como el de toda la vida social, desde los
deportes hasta la economía, entrañaría mantener en el poder a este
carrito chocón, cuyos propósitos políticos y estilo de gobernar han
causado gravísimos daños en el alma nacional, lanzando a unos venezolanos contra otros –en nombre de nada sino de sus patológicas ansias de poder personal–, generando un estado permanente de violencia verbal y física, de angustia y ansiedad, de incertidumbre y desesperanza, que se hace cada día más insoportable.
Derrotar la reforma es, pues, indispensable para mantener viva la posibilidad de continuar siendo ciudadanos y no siervos de un autócrata ensoberbecido y vanidoso.
Pero, estemos claros. Ganar tiene hoy una alta probabilidad porque el NO es mayoría en el conjunto de la población, pero con el nada desdeñable problema de que elevados niveles de abstención podrían comprometer una victoria que, de otra parte, está casi cantada. Sin embargo, si esto último ocurriese tampoco es que se acaba el mundo.
Aun con un resultado favorable para él, regalado por la abstención, el gobierno de Ego Chávez saldría de este round con plomo en el ala. Va palo abajo. Tres veces en este último año sectores que le fueron –e, incluso, todavía le son afines– han rechazado posturas suyas.
Tres de sus partidos aliados declinaron la “invitación” a disolverse e integrarse al PSUV; una considerable porción de sus votantes repudió el cierre de RCTV; y ahora significativos sectores del chavismo, incluyendo al general Baduel, manifiestan su disposición a votar NO. Son signos de debilitamiento progresivo pero irreversible, que ni siquiera una eventual victoria del SÍ podría remediar. Porque hay factores objetivos que lo están erosionando nacional e internacionalmente, todos atribuibles, en buena medida, a su inmensa pulsión autodestructiva.
De modo que la lucha continúa. Pero si gana el NO (y por primera vez existe una posibilidad de derrotar electoralmente a Chávez), aún con todo lo que implicaría de debilitamiento del oficialismo, tampoco es que el mandado estaría hecho. Ego continuaría echando vaina desde la presidencia. Así que, nuevamente, habrá que seguir en la brecha, rodilla en tierra, como le gusta decir a nuestro inefable Presidente.