Por fin, ¿qué pasó con lo del asesinato de Bolívar?

¿Cómo andarán las investigaciones sobre el asesinato de Bolívar? ¿Se acuerdan? Hace varios meses, cuando el Primer Historiador y Primer Detective estaba en pleno orgasmo de su titánica lucha contra la oligarquía colombiana, expelió su asombrosa sospecha de que a El Libertador lo habrían envenenado agentes de Santander y que era preciso averiguar el asunto «hasta sus últimas consecuencias». La cosa era tan en serio que Chacumbele dedicó una larguísima cadena a pedagogizarnos sobre los pormenores del crimen y terminó designando una comisión interministerial, presidida, si mal no recuerdo, por el general Jacinto Pérez Arcay, asesor directísimo del Gran Timonel en todo cuanto atañe a héroes del pasado, hoy reencarnados, toditos ellos, en el orgullo de Sabaneta. Esa comisión debía comenzar por abrir el sarcófago que contiene los restos del Padre de la Patria, para aplicarles los procedimientos que conduzcan a establecer qué veneno utilizaron los sicarios de Santander para mandar al más allá al gran caraqueño. Sin embargo, a estas alturas no sabemos nada de los trabajos de la comisión. No hay informes de avance y ni siquiera se ha procedido a abrir la urna con las sagradas cenizas. Este minicronista exige, en nombre de la Patria ofendida, que la comisión Pérez Arcay no se limite a hacer del envenenamiento de El Libertador tema de las tertulias espirituosas a que es tan dado el susodicho general que la preside, sino que cumpla con su cometido. ¡La Patria espera, general Pérez Arcay! Usted sabe que las órdenes del Presidente se obedecen con la misma firmeza revolucionaria y la misma diligencia con que lo hace Clodosbaldo Russián.