¿Por qué aumentan los precios en dólares si la divisa sigue subiendo?
27A mediados de noviembre, Ecoanalítica decía que el tipo de cambio de equilibrio era de 850.000 bolívares, por lo que cabe preguntarse por qué siguen aumentando los precios
Una de las principales razones que dan los economistas cuando se les pregunta por qué los precios en dólares aumentan y se encarece la vida en el país de aquellos consumidores que tienen acceso a la divisa, que común y erróneamente se le dice «inflación en dólares», es que los bienes y servicios suben más rápido que el precio de la moneda estadounidense.
A este fenómeno se le llama técnicamente apreciación real del tipo de cambio, que significa que el dólar, a pesar de los brincos que da, sigue siendo muy barato si se compara con el precio que debería tener dada la agresividad de la hiperinflación.
Pues bien, entre el 26 de octubre y el 26 de noviembre, el precio del dólar en el mercado paralelo, que es la tasa que usan los comerciantes para cotizar sus productos y los consumidores para comprar y vender la divisa, aumentó 128%: pasó de 476.092 a 1.085.529 bolívares.
Es decir, que con lo que cuesta un dólar hoy, se compraban dos dólares un mes atrás, y quedaban algunos bolívares para recargar saldo. Así de rápida fue la devaluación del bolívar en apenas 30 días.
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Sin irnos mucho por las ramas, se debe fundamentalmente al significativo incremento del gasto público por la emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central de Venezuela para financiar las subvenciones que ha estado regalando Nicolás Maduro semanas previas a la Navidad y, sobre todo, a las polémicas elecciones parlamentarias convocadas por el chavismo para el 6 de diciembre.
A mediados de noviembre, la firma privada Ecoanalítica decía que el tipo de cambio de equilibrio, es decir, el precio que debería tener el dólar para que el producto elaborado en Venezuela compita con el bien importado, era de 850.000 bolívares, por lo que cabe preguntarse por qué siguen aumentando los precios en dólares si el dólar superó esa tasa y además no para de subir.
Pero en un país cuya economía e institucionalidad están tan destruidas, un tipo de cambio al final no es lo único que determina un precio, a pesar de que la economía esté profundamente dolarizada de facto. En Venezuela los empresarios enfrentan una serie de factores que no existen en otros países y que tienen una considerable incidencia en el precio final de los productos.
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Al haber registrado el dólar una variación tan importante en las últimas semanas, es normal que los comerciantes tengan una expectativa hacia futuro de que la tasa continúe aumentando, y ellos, para poder protegerse y poder garantizarse la reposición de sus inventarios, no pueden congelar precios y tienen que ir actualizándolos, sobre todo porque el bolívar se devalúa incluso en un mismo día, entre la mañana y la tarde.
Este alto nivel de incertidumbre es una característica típica de economías hiperinflacionarias. Para un vendedor es muy difícil proyectar los precios cuando el tipo de cambio tiene un comportamiento tan alcista como el observado en las últimas semanas, por lo que decide añadirle al precio una prima de riesgo para tratar de protegerse.
Por otro lado, un producto que sale de la unidad de producción no llega directamente y sin contratiempos al anaquel del establecimiento. Pasa por una serie de alcabalas de funcionarios militares y policiales, que han aumentado en estos meses de restricciones de la movilización por la cuarentena, que piden dinero en efectivo o una porción de la carga como requisito para dejar pasar al transportista. En Carabobo hasta cobran 10 dólares por darle luz verde a algunos conductores.
Esta clase de «impuesto» termina también afectando los precios de algunos bienes y servicios, sobre todo de alimentos y de tarifas de transporte.
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Además, la crisis de los servicios básicos ha obligado a muchos comerciantes a proveérselos ellos mismos contratando con otros privados, por lo que enfrentan un gasto importante que tienen que recuperarlo de alguna manera para poder seguir trabajando.
Por otro lado, los problemas para la distribución de los productos también inciden en su precio final, sobre todo ahora que la escasez de combustible en estaciones de servicio ha obligado a transportistas a recurrir al costoso mercado negro donde un litro se vende hasta en cuatro dólares, monto muy superior a los precios internacionales y con el que se pagaría ocho litros en las bombas dolarizadas por Nicolás Maduro, y ni hablar de las subsidiadas.