¿Por qué no te callas?, por Simón Boccanegra
Su Majestad peló por los prismáticos y examinó el campo de batalla. Se sintió como Napoleón en Austerlitz o Zhukov lanzando las divisiones acorazadas soviéticas sobre Berlín.
Con un gesto enérgico dio la orden y la infantería de marina se lanzó al ataque, tal como los marines gringos en Iwo Jima, contra las posiciones del puerto de El Guamache, defendidas por las feroces tropas del general Morel Rodríguez. Gracias al genio militar de Su Majestad, la victoria se obtuvo sin bajas. Ahora se prepara para la batalla del Lago de Maracaibo, que seguramente dejará como juego de niños la que libró el Almirante Padilla en el mismo escenario, para cerrar nuestra guerra de Independencia.
Pero lo mejor de Su Alteza Real es el lenguaje. Ríanse ustedes de las proclamas del Libertador antes o después de entrar en batalla o del famoso discurso de Churchill con aquello de «sangre, sudor y lágrimas». Las palabras de Chacumbele antes de cada batalla si que son verdaderamente inspiradoras.
Su voz resuena como los «claros clarines» del poema de Darío. «Operación Pollo» bautiza la ocupación de Puerto Cabello. ¿Por qué no «Operación Me Rindo», realizada dos veces, una el 4F y otra el 11A? «Operación «Peras al Horno» denomina la que sus tropas librarán en Maracaibo.
¿Por qué no «Operación Adquerir» u «Operación Pésame a la viuda de Chomsky» o tal vez «Operación Tabla de Multiplicar»? Si de cazarle gazapos a los demás se trata, los de Chacumbele llenarían la Biblioteca Nacional. Con un techo de cristal en materia de burradas lo prudente es no lanzar piedras al techo de los demás. De verdad, ¿por qué no aprovecha tantas oportunidades de quedarse callado?
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