¿Por qué no te callas?, por Simón Boccanegra

Lo de Chávez con Uribe está pasando de castaño a oscuro. No sólo la grosería, la falta de respeto, la más elemental cortesía que se deben los mandatarios entre sí, sino la más increíble irresponsabilidad es lo que resalta en la desatinada conducta de Ego Chávez. Se necesita haber perdido todo sentido de los intereses del país y de sus responsabilidades como Presidente, para actuar del modo como lo viene haciendo Chávez desde que Uribe, en acto soberano –que Ego, en sus primeros comentarios, así como la Cancillería en su primer comunicado, reconocieron–, resolvió pedir al Presidente venezolano que se apartara de la mediación. ¿Qué pretende Chávez con ese aguacerito blanco de insultos? ¿Crear un incidente internacional? ¿Provocar la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países? ¿Huye hacia adelante ante la tunda del 2D? ¿O no es sino una muestra más de la peligrosa exacerbación de su psicopatología, la reacción del niño consentido que nunca ha dejado de ser, enfurruñado porque le arrebataron un juguete? ¿No percibe que el gobierno colombiano, con su mesura y prudencia, le está dando cuerda para que se ahorque él solito? En este asunto, también, Ego Chávez se ha vuelto un elefante en una cristalería. Ayer el gobierno ecuatoriano marcó una distancia clara con él, al ratificar su absoluto apego a la doctrina de no injerencia en asuntos de otros países. Más grave aún, para Ego, ha sido la reacción de molestia expresada oficialmente por el jefe del grupo parlamentario del MAS boliviano ante la ya desagradable intromisión de Ego en Bolivia. ¿Por qué no te callas, Ego?