¿Por qué nochevieja y las doce uvas?, por Rafael A. Sanabria M.
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Es costumbre escuchar en la tradición oral de muchos hogares decir los 31 de diciembre, hoy es la cena de año nuevo, recayendo en un error semántico, pues es la Nochevieja, o víspera de Año Nuevo, que es el último día en el calendario gregoriano y es una festividad que se celebra prácticamente en todo el mundo el 31 de diciembre. Cada año, las familias y amigos se reúnen para cenar y dar la bienvenida al nuevo año, con tradiciones y costumbres supersticiosas para que el año venidero traiga suerte y salud. Por lo tanto, debemos darle el nombre que corresponde a cada acontecimiento para no distorsionar nuestras tradiciones y costumbres.
Según el Canal Historia, el origen de la celebración de Nochevieja se remonta al Imperio Romano, que rendía homenaje en enero al dios Janus (en inglés, enero se dice january, y en alemán, januar). Este dios tiene la particularidad de poseer dos rostros, uno viejo con barba y otro joven. El primero mira hacia atrás (el pasado), mientras que el joven mira hacia adelante (el futuro), hacia el año nuevo que comienza.
Pero las primeras festividades de año nuevo de las que se tienen registros datan de unos 4.000 años, en la antigua Babilonia. Estas se celebraban a finales de marzo mediante un festival religioso llamado Akitu. A lo largo de la historia, el año nuevo no siempre se ha celebrado el 1 de enero, sino que estaba marcado por acontecimientos agrícolas o astronómicos. Por ejemplo, según la fuente citada, el año comenzaba en Egipto con la crecida anual del río Nilo. Pero los romanos, una vez más, fijaron el año nuevo actual.
Se acerca cada vez más año nuevo y en todo el mundo se tienen costumbres diferentes para celebrarlo, incluso horarios y fechas diferentes.
Una de las tradiciones que siempre sale a relucir es comerse las 12 uvas por cada campanada, sin embargo, no muchos saben por qué se hace esto.
Según las creencias más comunes se debe comer una uva por cada campanada y pedir un deseo en cada una. Esto traerá la buena suerte y prosperidad el año siguiente.
Esperando que cada deseo sea cumplido, sin embargo, dicha tradición que se realiza en varios países latinoamericanos no tienen idea de que es algo adquirido de costumbres de otra civilización.
En esa noche vieja se tiene la tradición de comer 12 uvas exactamente a las 12 de la noche, este rito llegó a América Latina desde España.
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Para tener 12 meses de buena suerte y prosperidad es necesario comer una uva con el sonido de cada campanada de la medianoche.
Según el libro «España», del periodista estadounidense Jeff Koehler, existen dos teorías sobre los orígenes de esta antigua costumbre.
La primera se remonta a la década de 1880. Según diarios de la época, la clase burguesa española, imitando a la francesa, comenzó a celebrar Nochevieja comiendo uvas y tomando vino espumante.
«Poco tiempo después, esta costumbre fue adoptada por ciertos madrileños que iban a la Puerta del Sol para oír las campanas de la medianoche y, muy probablemente con ironía o como burla, comer uvas al igual que la clase alta», escribe Koehler en un artículo para la radio estadounidense NP.
La segunda teoría sitúa los orígenes unas décadas después, en 1909. Ese año los productores de Alicante, en el sureste de España, tuvieron una cosecha excedente de uvas blancas de la variedad típica del lugar, llamadas Aledo.
Al bajo precio del producto se sumó la forma creativa de venderlo. No en vano hasta hoy en día son conocidas como las uvas «de la buena suerte».
Si bien en España uno puede encontrar 12 uvas Aledo envasadas especialmente para la ocasión, en algunos lugares de América Latina, como no es temporada de alta de esta fruta, la costumbre derivó a comer pasas.
En la actualidad, muchas personas reciben al nuevo calendario con diferentes rituales como saltar de una silla y caer con el pie derecho, dar la vuelta a la manzana con una valija, entre muchos otros. También, es una noche en la que se pide un próspero año nuevo, en aspectos como la salud, el dinero y el amor.
En conclusión, la noche del 31 de diciembre se denomina nochevieja y no noche de año nuevo, Estos cambios o adhesiones de significado a un acontecimiento derivan un cambio semántico y basta de seguir dándole connotaciones erradas a ciertos hechos de la vida cotidiana. Hay que hablar con propiedad de las cosas para no seguir repitiendo como loro de generación en generación una conceptualización que nos lleva a nadar en el mar de la ignorancia.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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