Pórtense bien o van pa’ Uribana
Aunque el Ché Guevara decía que aquello de los “dos, tres Vietnam” estaba inspirado, “a riesgo de ser cursi, por un profundo sentimiento de amor”, no parece ser la sensibilidad humana un rasgo especial de nuestros “revolucionarios” de cartón piedra. Por lo menos de “argunos”. El otro día Carlos Escarrá sugería, entre risotadas, que a los magistrados del TSJ que se portaran mal habría que mandarlos para Uribana. En San Felipe, el gobernador Carlos Giménez había amenazado con trasladar a Eduardo Lapi al mismo penal barquisimetano –cosa que, incidentalmente, debe haber convencido al prisionero de que ya no le quedaba más camino que fugarse. Estos dos cabales exponentes del “humanismo revolucionario”, con un cinismo atómico, hacen del horrendo drama de Uribana motivo de amenazante chacota. En lugar de tener la discreción de no nombrar la soga en la casa del ahorcado, se regodean en un horror del cual el régimen que defienden es responsable. En lugar de sentir vergüenza por la existencia de un penal como Uribana –así como de todo el sistema penitenciario, culpa que ocho años después ya no pueden descargar en nadie– lo vuelven una siniestra mamadera de gallo.